—¿Tienes los papeles que le pedí, Sr. Carter?— le pregunté.
—Si, le traje todo sobre el proyecto. Aún faltan varios toques, pero me encargué de que esté lo más claro posible.
—Vaya, que inteligente. Gracias.
—Me temo que hay algunos problemas.
—¿De qué hablas?
—Hablo de la otra empresa. Escuché que están teniendo problemas económicos y eso será un problema de ser cierto.
—¿Qué vas hacer?
—Con su ayuda o sin su ayuda, este proyecto se llevará a cabo.
—Debes tener alguna razón muy importante para insistir tanto con este proyecto. Me encantaría saber la razón, pero no es mi problema, así que no preguntaré nada. De igual forma te ayudaré en lo que pueda. Ya es algo que hablaste con el Sr. Akira, no tengo de otra que aceptar lo que venga. En el momento que ocurra alguna situación que me vea implicada, no cabe mencionar que no contarás con mi apoyo. ¿Estoy siendo clara?
—Eres muy atrevida, Srta. Tsukino — Kanji puso sus manos en ambos brazo de mi silla, y se acercó bastante—. Me gusta tu forma de ser. Estás muy directa. Si no me gustaras tanto, ahora mismo quitaba cada prenda de ropa que llevas puesta. No deberías jugar con tu enemigo, Srta. Tsukino. Hicimos esta tregua, pero a la que me vea obligado a romper las reglas, lo voy hacer, así que no me obligue hacerlo y mantén tu hermosa boquita fuera de esto — comencé a reír, y lo agarré de la corbata levantándome de la silla.
—Escúchame atentamente, Sr. Carter. Aquí tú no eres el que decide las cosas, eso lo hace mi marido y yo, así que no quieras hacerte el listo o el muy macho, porque eso conmigo no va, así que evita las amenazas, porque no te conviene para nada tenernos de enemigos. Estás en un campo minado, Sr. Carter. Le recuerdo que quién hizo las paces contigo fue mi esposo no yo, pero él más que nadie quiere verte tres metros bajo tierra. Si sigues con esa actitud y ese acercamiento hacia mí, estarás provocando al demonio y créeme, no querrás conocer a mi esposo cuando se acercan a algo de su propiedad. Ya ves como tú querido sobrino y tu estúpido hermano terminaron, así que baja esas actitudes conmigo, y no me mires así, porque tú fresca cara me repugna— solté su corbata y caminé a la puerta para abrirla —. Ahora largo de mi oficina, Sr. Carter— sonreí inocentemente, y Kanji metió sus manos en el bolsillo para caminar a la puerta.
—Has sacado las garras, pero algún día callaré esa hermosa boquita que tienes — salió de la oficina con una sonrisa maliciosa. Ahora más que nunca debo cuidarme de este idiota. No es para nada confiable tener que trabajar con el enemigo. No sé porque Akira insiste en esto.
Está noche es la fiesta y tengo que irme arreglar. Terminé los papeles que quedaban por hacer y salí de la oficina para la casa.
—¿Cómo se portaron?— les pregunté a los niños.
—Bien, mamá. ¿Todo salió como esperabas?— preguntó Lin.
—Si, mi amor, todo muy bien — siempre está al pendiente de todo lo que tenga que ver conmigo.
—Mamá, ¿Kaori podrá ir conmigo para el campamento que habrá de la escuela?
—¿Aceptan personas que no sean de la escuela?
—Si, mamá— sonrió nervioso.
—¿No me estás mintiendo , Lin?
—No, mamá.
—Bueno, está bien. Sé que cuidarás muy bien de ella, es por eso que lo permito; además porque sé que necesitan divertirse. Han estado encerrados mucho tiempo. Mañana iremos al parque y a comer helado, ¿Les parece?
—Si, mamá— ambos respondieron energéticos como siempre.
—¿Vendrá papá?— preguntó Kaori.
—Hablaré con él, no te preocupes, mi amor — le di un beso a Kaori y la abracé—. Pasaremos un día en familia como solíamos hacer— ambos son muy inteligentes y tan buenos hijos. Jamás pensé tener una familia así. Ambos tienen a quien salir.
Compartimos toda la tarde hasta la noche, se fueron a bañar y yo hice lo mismo. Akira no vendrá, él tiene que recoger a esa estúpida. Me puse un traje elegante, pero sencillo, nada de escote. Ya era hora de irme, me despedí de mis adorados hijos y me fui.
—Se ve muy hermosa, mi señora— dijo el chófer.
—Gracias, Ethan— me ayudó a bajarme del auto.
—Estaré esperándola, si me necesita no dude en avisarme.
—Lo sé, te lo agradezco.
—Srta. Tsukino, se ve muy elegante — dijo una de las empleadas de la empresa.
—Lo sé, grácias— odio las personas hipócritas.
Entré a la actividad y habían varias personas, la mayoría empleados de la empresa, empresarios de diferentes compañías con sus esposas, y estaba Akira con la estúpida. Siempre tan puntual como siempre mi hombre.
—¿Me permite?— escuché la voz de Kanji y extendió su mano para que se la diera. No puedo mostrar lo mucho que lo detesto. Le di la mano y caminamos juntos a saludar a los invitados.
—Te ves hermosa esta noche, ¿Te acordás de mi?— me dijo un desconocido. Este hombre debe ser socio de Leiko, porque nunca lo había visto en mi vida.
—¿Cómo olvidarlo? — extendió su mano para que se la diera y eso hice.
—Es un honor poder verte.
—Igualmente. Espero te sientas a gusto— me despedí y caminamos hacia Akira.
—Te ves espectacular, Srta. Tsukino— Akira sujetó mi mano y la besó. Cuanto muero por besarlo, maldita sea. Tener que contenerme es desesperante y más viéndolo con ella. Detuve al mesero para coger dos copas de champagne.
—Se ve muy hermosa, Srta. Tsukino— dijo su acompañante.
—Lo sé, lastima que no puedo decir lo mismo de usted. Es una actividad para recaudar fondos, no es un burdel. Debió haber pensado más en su vestimenta, querida. Disfruten de la actividad. Permiso— sonreí, y le di la copa de champagne para seguir caminando.
Vi al tipo que me saludó mirándome a lo lejos y alzó la copa de champagne al aire. Este tipo no me agrada. Sonreí e hice lo mismo. Al rato Kanji se acercó.
—¿Estás celosa? No puedes disimularlo.
—Piérdete, idiota.
—Me perdería en tu cama. Es una pena que no quieras darle una probadita.
—¿Cuánta falta para acabar la actividad?
—No mucho.
Vi al hombre desconocido caminar junto a dos hombres más, no me dieron buena espina por la forma que estaban vestidos.
—Kanji, ¿Conoces al hombre que me saludó?
—¿Si no lo conoces tú, porque tendría que conocerlo yo?
—Vengo enseguida — me fui detrás del hombre. Fue como un impulso.
—¿A dónde vas?— escuché la voz de Kanji, pero no me detuve.
Salí a seguirlos, cuando escuché una explosión y los gritos de las personas. Miré en dirección al local y estaba incendiándose.
— ¡Akira!— grité. Quise correr, pero una voz me detuvo.
—Tanto tiempo sin vernos, Srta. Tsukino— escuché la voz de ese desconocido a mi espalda.
Akira
—Ayúdame, Akira. Estoy herida. — gritó su acompañante.
—Ayúdate sola, tengo que buscar a mi mujer.
—¡Oye!