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8

—¿No lo harás?— preguntó, sonriendo maliciosamente y eso hizo que molestara mucho más.

—Que necio eres, Akira— lo miré molesta, y aún así no borró su sonrisa, ni mucho menos disimuló.

—Vámonos, Lin. Despídete de tus abuelos y de tu mamá — Akira se acercó a mí e intentó besarme, pero giré mi cara.

—Hay un límite para todo, Akira — dije en voz baja, para que solo él me escuchara.

—Luego no te quejes, corderito — agarró un mechón de mi pelo y lo llevó a sus labios, sin decir más salió de la sala. No se despidió de nadie más.

—No tardaremos, mamá. Te amo— Lin me abrazó.

—Vayan con cuidado, mi cielo— me despedí y se fue con Akira. No sé qué está sucediendo con él. Se veía muy molesto y no entiendo. Se supone que la que esté molesta sea yo. Por más que trato entenderlo es imposible.

—¿Las cosas están bien por aquí o Akira te está dando problemas?— preguntó Mr. Jefferson, a lo que fingí una sonrisa despreocupada.

—Todo está bien. A veces se pone necio, pero creo que es típico de él, ya conoces a tu hijo — traté de sonar lo más convincente posible, pero no sé porque por la rabia sentía ganas de llorar, pero no lo iba hacer frente a ellos.

—Quiero que se cuiden, lisa. Aunque Akira no quiera prestarle atención a esta situación, con todo lo que ha pasado es mejor tener cuidado.

—Lo sé, lo tomaré en cuenta; solo espero que se trate de una broma. No quiero volver otra vez a lo mismo de estar huyendo. Estoy cansada.

—Te ves decaída, lisa— comentó mi mamá.

—Estoy un poco cansada, el trabajo me tiene así.

—Debes cuidar tu salud, hija. 

—No te preocupes por mí. Por favor, cuídense también. No crees que sepan dónde están viviendo, ¿O si?

—No lo creo, ya nos hubieran hecho algo sin advertirnos.

—Hace lógica. ¿No tienes ninguna cuenta pendiente?

—No, es por eso que estoy seguro que esa amenaza es para Akira. Tú más que nadie sabes porqué lo digo.

—Pero, ¿quién puede ser el de la foto?

—Dame la foto, lisa. No quiero que vaya a verla ninguno de los niños— le entregué la foto de vuelta—. No sé quién puede ser. No se puede apreciar su rostro.

—Pudieron haberse equivocado.

—Es imposible, lisa. Nadie haría una amenaza sin estar completamente seguro de que la reciba el indicado.

—¿Por qué no se lo hicieron a Akira y te lo hicieron a ti?

—Eso es lo que quiero averiguar, lisa. ¿Crees que puedas hablar ese tema con Akira para que me ayude a investigar sobre quién pudo haber sido? — eso sería imposible y más ahora cómo estamos.

—Si, lo haré. No te preocupes. Tengan cuidado de que no los estén siguiendo.

—Ya tomé las medidas necesarias y hasta aquí no nos siguieron, puedes estar tranquila.

—Esta situación no me gusta para nada— comentó mi madre.

—A nadie le gustaría estar en una situación así, pero no hay de otra. Tenemos que apoyarnos como familia que somos. ¿Por qué no se quedan para cenar?

—Claro, hija.

Akira

—Tu práctica será algo diferente hoy, Lin. Espero estés preparado para eso.

—Sí, papá.

—Ese es mi, hijo.

—¿Por qué mamá estaba tan nerviosa?

—No sé cuál es su miedo, ya estás grandecito para saber las cosas.

—¿Qué está pasando, papá? ¿Qué era lo que estaba ocultando mamá?

—Te lo diré, tienes todo el derecho a saberlo hijo.

Lisa

Se quedaron a cenar ya que no quería estar sola. Kaori, Allan y Aoi estaban divirtiéndose, así que no los quise molestar. Se fueron a los columpios de afuera. Akira los había mandado a montar ya que él quería evitar lo menos posible de que salieran de la casa. Recuerdo que al principio todas las tardes íbamos todos a jugar, Akira también se subía como si fuera un niño y ya nada de eso lo hace.

—Tenemos que irnos, hija. Gracias por la cena. Espero se pueda dar más seguido.

—Lo mismo espero, mamá. Vayan con cuidado. Cualquier cosa que suceda no duden en llamarme.

—Cuenta con eso — respondió Mr. Jefferson. Me despedí de Allan y se fueron.

Me quedé con Kaori por un rato en los columpios y luego la subí para estudiar con ella. Akira y Lin no habían regresado todavía. Por más que trato de no preocuparme demás, no puedo evitarlo. La actitud de Akira es tan extraña y no me gusta para nada.

Akira

—Hiciste un buen trabajo, Lin. Creo que más pronto de lo que imagines,  podrás quedarte con ella. Es increíble lo bueno que me saliste.

—¿Esto me convierte en un asesino, papá?— preguntó Lin tembloroso.

—No, ¿De qué hablas, Lin?

—Nada, papá. ¿Qué sigue?

Lisa

Pasaron varias horas, ya era muy tarde. Kaori se quedó  profundamente dormida. Llegaron casi a la medianoche. ¿En qué está pensando este hombre? Estoy segura que lo hace por molestarme. Bajé las escaleras, pero solo estaba Lin.

—¿Cómo les fue? ¿Y Akira?

—Nos fue bien, mamá— Lin estaba actuando extraño. Se veía como nervioso, pero como si estuviera tratando de disimularlo. Su sonrisa nerviosa me dice que algo raro está sucediendo.

—Esta situación no me gusta, Lin. ¿Cuándo será que me dirás las cosas? ¿Qué es lo que está pasando?

—Nada, no te preocupes por cosas insignificantes, mamá.

—¿Insignificantes? Eso confirma que algo está sucediendo. ¿Es tu papá?

—No, mamá. ¿Puedes dormir conmigo?— se veía nervioso y pálido. ¿Cómo podría negarme?

—Si, mi amor — en esta casa nadie me dice las cosas. Si esto sigue así, tendré que buscar la manera de saberlo por mi cuenta. Akira se fue sin darme la cara, maldito cobarde.

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