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Desayunamos todos juntos, la falta de Mr. Jefferson es muy notable. Akira no dejaba de mirar a la silla y mi madre ha estado algo cabizbaja. El teléfono de Akira comenzó a sonar y se alejó de la mesa. Espero que no sea esa mujer de nuevo.

Akira

Llamada telefónica

—Su padre acaba de despertar, Sr. Akira.

—Bien, ya voy para allá— colgué la llamada.

Lisa

—Tenemos que irnos, lisa.

—Mamá, ¿Puedes quedarte con los niños?

—Si, vayan con calma.

Nos dirigimos al hospital para ver a Mr. Jefferson, no quería entrar para interrumpirlos pues tenían mucho de que hablar, pero Akira me obligó a entrar con él.

—Eres un estúpido imbécil. ¿Cómo me haces pasar un susto de esta forma?—preguntó Akira, pero no se escuchaba molesto a pesar de lo que estaba diciendo.

—Akira—la voz de Mr. Jefferson se escuchaba débil para hablar bien. Akira se acercó a la camilla y puso la mano en su hombro.

—No vuelvas a preocuparme así. ¿Planeabas dejarme solo, viejo? Fuiste un imprudente. Si sabías que las cosas estaban mal, al menos debiste avisarme. Te llega a pasar algo yo... — hizo una pequeña pausa—, no sé qué haría. Eres lo único que me queda, ¿cómo te atreves a arriesgarte así, estúpido? —quisiera irme y dejarlos a solas. Akira se escuchaba muy afligido y no quería estar aquí demás.

—Lo siento, Akira— dijo Mr. Jefferson, haciendo fuerza para sentarse un poco en la cama—. Ren me descubrió y no tenía ningun arma. ¿Cómo está la hermana de lisa?

—Está a salvo, aunque por los traumas que tiene, será un proceso largo de recuperarse tanto mental como físicamente. Fue gracias a ti que salió viva de ahí.

—Gracias, Mr. Jefferson— quise añadir—. Gracias a los dos por haberse arriesgado para traer a mi hermana de vuelta —sentía ese nudo en mi garganta otra vez. A pesar de estar aquí, ella no quiere verme ni en pintura.

—Lo haría millones de veces más si tuviera que hacerlo, lisa. Ustedes son mi familia. ¿Cómo está tu mamá?

—Ella está en la casa, no le hemos dicho de lo que sucedió.

—¿Podría verla?—preguntó Mr. Jefferson.

—¿No sería eso imprudente?— comentó Akira.

—No tenemos que decirle lo de mi hermana todavía, pero sería bueno que esté junto a Mr. Jefferson y lo ayude en su recuperación.

—Esta bien, la traeré, pero hay que prepararla mentalmente antes. Tendrás que encargarte de eso, lisa.

—Si, Akira.

—Mi hermano está muerto y sufrimos un atentado cuando estabas en el hospital. Tuvimos que traerlos para acá.

—La gente de Ren y los Smiths estoy seguro que me reconocieron.

—No se quienes los hayan mandado, pero lo voy averiguar. De todos modos tengo pensado dejar el país por un tiempo.

—No me habías comentado nada—no sabía sobre eso.

—Si, será lo mejor hasta que se calmen las aguas. Ya todos saben que estamos aquí y quiero sacarlos a todos de una vez de este problema.

—Será lo mejor, Akira— dijo Mr. Jefferson.

—Ahora recupérate, padre. Iré a buscar a la madre de lisa y regreso.

—Gracias, Akira.

Akira salió de la habitación y me quedé con Mr. Jefferson hasta que regresó con mi madre. Tal parece que se va a encargar él para preparar a mi madre mentalmente. No quise interferir, después que lo entienda no hay problema. Cuando mi madre llegó a la habitación corrió para encima de Mr. Jefferson, quise dejarlos solos y salí con Akira.

—¿Y los niños? — le pregunté a Akira.

—Se quedaron con la empleada, no te preocupes, estarán bien.

—¿Te sientes mejor?

—Si, mucho mejor.

—No me habías dicho de tus planes de irnos.

—No era algo seguro, pero ahora que mi padre despertó y tenemos a tu hermana, podemos irnos todos juntos. Hay una clínica de rehabilitación, una de las mejores en otro estado y quiero llevarla ahí.

—¿Has estado pensando en todo eso? Eres increíble— noté su vergüenza.

—Tonta. Tengo que irme al Hotel. Tengo que solucionar el problema de mi hermana.

—Akira, no te arriesgues innecesariamente. No quiero que te pase nada y no sabes cuán peligrosas pueden ser.

—¿Me estás subestimando, corderito?

—No, es solo que... —Akira me agarró y me acercó a él.

—Puedo caer en tus trampas fácilmente, pero en las de otra mujer no. Si tienes miedo de que me acueste con ella, al menos admítelo, es más, puedes ordenarme que no lo haga.

—¿Qué estás diciendo? No hablo de eso, idiota—me avergonzó su comentario.

—Lo que digas, preciosa— acarició mis mejillas y sonrió—. Mandaré al chófer a recogerlas y me iré al Hotel. Cuida de los dos, los dejo en tus manos.

—Esta bien, Akira. Ve con cuidado, por favor.

—No va a a pasar nada, lo prometo—me besó y acarició mi cabeza antes de irse. Me preocupa mucho la situación, no puedo dejar a Mr. Jefferson y mi madre solos mientras Akira no esté. Confío en él, pero no en ellas. Si tenían algo que ver con su hermano cómo sospechamos, puede ser un problema.

Quise caminar a la habitación de mi hermana y abrí la puerta lentamente. Estaba dormida y no quería molestarla, ni mucho menos alterarla. Me quedé en silencio desde la puerta mirándola. Me duele tanto verla así, si hubiera podido sacarla de ahí antes, hubiera podido ahorrarle este dolor. Perdóname por no haber hecho nada por ti.

Jefferson

—Casi muero de un infarto cuando me dijo Akira lo que había sucedido.

—No te preocupes, me pondré bien. Solo fue un rasguño.

—¿Un rasguño? ¿Te has visto en el espejo?— reí, y me dolió.

—Duele mucho, pero al tu estar aquí no puedo pensar en eso. Siento mucho haberte preocupado.

—No tienes que disculparte por eso, no tuviste la culpa de nada. ¿Cómo te fue el negocio que estabas cerrando?

—Bien, todo en orden.

—¿Vas a seguir en ese negocio? Mira nada más lo que te hicieron.

—Voy a salirme del negocio, digamos que este era el último para mi retiro.

—¿Lo dices en serio?

—Quiero ser alguien diferente y dedicarme a nuestra familia, en especial a ti.

—No digas cosas así— desvió la mirada.

Akira

—No sabía que me estabas esperando, Amaya.

—Quedaste en venir, ya que no dijiste a qué hora me quedé esperando. Hace días no te veo, no sabes cuánta falta me has hecho.

—Tu también me has hecho falta, preciosa. Arreglo unos asuntos en mi oficina y vuelvo para que salgamos. ¿Dónde está tu manager?

—Ya mismo regresa. Está haciendo unas llamadas, ¿Quieres que ella también vaya?

—Si, quiero hablar con ella sobre tu estadía en este lugar. Quiero que vengas a vivir conmigo, si no te molesta.

—¿Estás hablando en serio?

—Si, ya que ella es la que se encarga de tus situaciones, sería bueno que ella esté al tanto. Ahora eres mi novia, ¿No es así?

—Si, ya la llamaré.

—Ya regreso, no te vayas— me despedí y subí a mi oficina.

Amaya

Llamada telefónica

—¿Conseguiste lo que querías?— preguntó mi Manager.

—No, no podía preguntarle directamente. No parece saber nada. ¿Chequeaste en su habitación?

—Si, pero no hay rastro de que hayan vuelto, señorita.

—Maldición, vente para acá. Tendremos que buscar otra forma de averiguar por ellos dos.

—Ya bajo, señorita.

Akira

—Regresaste rápido, Akihiro—  sonrió nerviosa.

—Si, ya terminé los asuntos que tenía que hacer.

—Ahí está mi manager.

—Buenas tardes, Akihiro—dijo la manager fatigada.

—¿Estabas corriendo?

—Si, lo siento. No quería hacerlos esperar por mi.

—Vámonos —las llevé a un restaurante, es el más privado y conozco al dueño. Ya había preparado el escenario completo. Si creen que van a verme la cara de pendejo, están muy equivocadas.

—No habíamos venido a este lugar antes y es muy elegante— comentó Amaya.

—Si, es uno de mis favoritos. Pueden sentarse donde gusten — ordenamos al mesero, mientras que puso las copas en la mesa. Me quedé esperando que hablaran.

—¿No van a comer?— pregunté.

—Si, claro que sí— dijo Amaya.

—Estás actuando extraño, ¿Estás enferma?— le pregunté.

—No, para nada. Solo que hace tiempo no salimos juntos.

—Oh, entiendo. Ya regreso—me levanté de la mesa y caminé hacia el mesero.

—¿Hiciste lo que te dije?

—Si, señor.

—No quites los ojos de esa mesa, ¿Quedó claro?— fui al baño esperando unos minutos para salir. Quiero que cometan un error, los nervios de ella la delatan fácilmente. Será pan comido.

—Ya regresé, lo siento—me senté en la silla.

—¿Dónde estabas?—Preguntó Amaya.

—En el baño. Coman que se enfría— comencé a comer, haciendo de cuenta que nada sucedía. Acerqué la copa de agua a mi boca y pude percibir algún tipo de sustancia en ella. Oh, ¿así que así vamos a jugar?

—¿Pasa algo, Akihiro?— preguntó Amaya.

—Ahora que recuerdo, tengo un trabajo que hacer.

—Señorita, no coma esa comida— dijo la manager, alejando el plato de Amaya.

—¿Qué sucede?

—No la coma—la manager cayó de rodillas al suelo. No pensé que se daría cuenta.

—Oh, ¿eres alérgica a la carne humana?—comenté entre risas.

—¿Qué dices, Akihiro?—Amaya se levantó de la silla y llegó el mesero a apuntarle en la cabeza.

—Te recomiendo que no te muevas o te van a volar la cesos.

—¿Qué le hiciste a mi manager?

—Nada que no hayan tratado de hacer antes conmigo, ¿Cierto?

—Baja esa arma, por favor.

—Deja a la señorita—la manager intentó levantarse del suelo, pero no podía.

—¿Sabe bien la carne de mi hermano?— la manager vómito en el suelo, a lo que comencé a reír—. Si crees que podían verme la cara de pendejo, están muy equivocadas, perras.

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