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A la mañana siguiente amanecí junto a Akira, pero a pesar de lo que pasó la noche anterior, aún me siento molesta. Que no piense que así de fácil olvidaré lo que hizo. Me levanté de puntillas de la cama y fui al baño; al salir Akira ya estaba despierto esperando a que saliera. Tal parece que ya tiene medido todos mis movimientos.

—¿A dónde vas? ¿No piensas hablarme, corderito?— preguntó el mismo tono sarcástico de siempre.

—No tengo que hacerlo. El que me hayas obligado a estar contigo anoche, no implica que cambiarán las cosas.

—Tal parece que no fue suficiente lo de anoche, entonces te quedarás conmigo hasta que te haga entender de una maldita vez, que esa actitud conmigo no va —  me haló del brazo a la cama.

—Siempre tan impulsivo como siempre. ¿Piensas obligarme otra vez?

—No parecía que te hubiera obligado a nada, tus orgasmos decían otra cosa.

—Eres un imbécil si crees que haciéndome lo que hiciste, voy a perdonarte o olvidar todo lo que me has hecho —fruncí el ceño molesta.

—La tonta eres tú si crees que dejaré las cosas así. ¿Realmente piensas que me cogí a esa mujer?

—Estuviste a punto de hacerlo, Akira. Todos los hombres siempre hacen lo mismo. Ven una zorra como ella y se le van detrás.

—Como se nota que no me conoces, lisa. Sería incapaz de cogerme a otra teniéndote a ti.

—Eso no es lo que vi en tu oficina.

—En vez de estar celosa por algo sin fundamento, deberías abrir tus piernas y ser una buena chica.

—Todo lo quieres solucionar así.

—Es la única manera que encuentro de hacerte entender, ya que ni siquiera me crees una palabra.

—¿Cómo puedo creerte?

—¿No te das cuenta que solamente soy de mi corderito? Aunque me pongas de mal humor y me rechaces, yo solo quiero que seas mía nada más. Quizá no muestro lo suficiente o no lo digo a menudo, pero con la única que quiero estar es contigo. Sí, me comporté como un idiota y te traté muy mal, pero estaba molesto. No implica que haya dejado de amarte. No estuve con esa mujer, ni con ninguna. Con la única que quiero tener estos ricos momentos es contigo, a la única que quiero hacerle varios hijos es a ti, tonta, así que deja ese papel de niña difícil o de niña insolente y actúa como mi esposa. Déjate querer—no dejó que respondiera, me dio un beso que robó cualquier palabra que pudiera decirle, pero escuchar eso me hizo algo feliz. Quizás es lo que me hacía falta escuchar de él después de todo.

No es alguien que diga lo que siente, al igual que yo, es impulsivo, hace tantas cosas que me hacen molestar, pero a pesar de todo, no puedo dejar de amarlo. La seguridad con la que dice las cosas en momentos como estos, no me permiten odiarlo, ahora me generaba culpa. Nos quedamos toda la mañana en la cama. Ni siquiera tenía pensado levantarse para el trabajo.

—Akira, tienes que ir a trabajar.

—Vas a ir conmigo.

—No, no voy a ir. No quiero encontrarme con cierta persona— fruncí el ceño.

—No sé si te lo había dicho, pero te ves tan hermosa cuando estás celosa. Me provoca verte así más seguido.

—No estoy celosa, y deja de creerte la gran cosa por algo como eso.

—Eres hermosa—rio.

—Idiota, será mejor que te vayas al trabajo.

—Vas a ir conmigo, así que vístete—me obligó a acompañarlo.

La verdad es que no quería verle la cara a esa zorra, pero no me queda de otra. Al llegar a la oficina ella estaba esperándonos; al ver que llegamos juntos, se veía visiblemente molesta. Tal parece que su plan de quedarse con el puesto de asistente corre peligro. Akira me sujetó de la mano y me llevó a su oficina. No le dirigió palabra alguna. El ambiente en la oficina será cada vez peor si esto continúa así. Akira tenía una reunión en la misma empresa con varios empleados, por lo que me tocó quedarme sola. No quería quedarme en su oficina así como así. Quise salir a tomar algo, no estaba como empleada, estaba de acompañante de Akira; esas fueron sus instrucciones. No contaba con que la talentosa estaría esperándome, creí que buscaría problemas luego de lo que pasó, pero no.

—Quiero hablar contigo— sus aires de grandeza y tono de niña presumida, se habían ido.

—¿Qué quieres?—le pregunté directamente.

—No sabía que el Sr. Akira y tú estaban saliendo. Debiste haberlo dicho. Quería aclarar el mal entendido de ayer, no pasó nada entre él y yo. Fui yo la que provoqué ese mal entendido intencionalmente. Lo siento— bajó su cabeza

—¿Él te obligó a disculparte?— eso es lo que pensé, Akira siempre hace ese tipo de cosas.

—No, lo hago por mi cuenta. Renunciaré al puesto de asistente.

—No sé si debería alegrarme o preocuparme. No tienes que hacerlo, Akira puede aceptarte, él necesita una asistente talentosa como tú— intenté ser indiferente y cortante.

Akira apareció de la nada y se paró detrás de mí.

—Sr. Akira, disculpe por el malentendido de ayer.

—No te preocupes, me sirvió de mucho.

Estoy segura que lo hace para molestarme, porque sabe que entendería su referencia.

—Quiero decirle que voy a renunciar al puesto de asistente.

—Tengo el puesto de representante de ventas, ¿Crees que te sirva?

—Sí, me gustaría— ambos coincidieron y quedaron en claro que ella seguiría trabajando en la empresa, pero en otra posición.

Akira se reunió con los supervisores de la empresa y yo aproveché a llamar a un ginecólogo, pero el problema del idioma es algo complicado. Saqué una cita. No he asistido en todo este tiempo a ningún médico y necesito estar al pendiente de que todo esté bien con mi bebé. Muero de ganas por verlo.

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