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Jefferson

Me presenté al lugar donde me citaron.

—Mr. Jefferson, será mejor que entremos primero. No hay indicios de que haya ningún auto por aquí. Me da muy mala espina esto, señor.

—Vayan ustedes y no maten a nadie.

—Como ordene, señor.

Minutos después, uno de mis hombres regresó. Todo se veía en calma.

—Encontramos a los rehenes, señor. Hay uno muerto y uno herido. ¿Qué hacemos?

—¿Buscaron en todo el lugar?

—Sí, señor.

Entré al edificio y vi a un hombre amarrado, supuse que era el chófer de Akira.

—Desátalo. Tú debes de ser el chófer de Akira, ¿No es así?

—¿Quiénes son ustedes? ¿Me van a matar?— lucía asustado.

—No, no se preocupe. Somos de los buenos.

—Ellos escaparon.

—¿Quiénes?

—Los enemigo de Akira. Van tras lisa.

—¿Te dijeron algo, algo que nos pueda ayudar a saber quiénes son?

—Sí, señor, pero ¿cómo sé si usted es de los buenos o no?— lucía incrédulo.

—Eso me gusta, que seas desconfiado, muchacho. Digno de ser uno de los hombres de Akira. No te preocupes, soy como el padre de Akira, así que puedes confiar en mí. Yo, tanto como tu, deseo vengar su muerte, pero para eso necesito tu ayuda.

—Eran los hombres del Sr. Kaiza, no sé si sepa quién es.

—Sí, lo conozco muy bien. Es cierto que Akira tenía deudas con él por la mujercita. Ahora entiendo todo, es por eso que busca a lisa, pero hay algo muy raro en todo esto. ¿Por qué mataron a la chica y a ti te dejaron vivo?

—Querían sacarle información y ella se puso muy nerviosa, no quiso cooperar a lo que ellos dijeron.

—¿Y tu si cooperaste?

—No, señor. Jamás lo haría. Tengo mucho miedo de que no pueda cumplir con lo que me encargó Akira. Tengo que proteger a la señorita.

—Ella está en buenas manos. De eso no te tienes que preocupar. Vamos al auto, hay que llevarte a que te atiendan esas heridas y, de paso, que me digas todo lo que sabes.

Subimos al auto y lo miré.

—Ahora que estamos más tranquilos y fuera del área, te haré unas preguntas y espero las respondas todas.

—Sí, señor.

—Lo primero, ¿Por qué te llevaste a lisa de la boda? Y lo segundo, ¿Por qué no ayudaste a Akira?

—Akira me ordenó a que si le sucedía algo malo, que la llevara a un sitio seguro. Akira ya estaba muerto en el suelo y entre tanta balacera, solo quise proteger a la señorita.

—¿Dónde se encontraban cuando los secuestraron?

—Esperando a lisa fuera del edificio.

—¿Cómo no te diste cuenta que los estaban siguiendo? Si lisa hubiera estado contigo y la muchacha esa, los hubieran matado a los tres. ¿No crees que fuiste descuidado?

—No sé cómo dieron con nuestra ubicación. Ya nos atacaron una vez. No era la primera vez que nos atacaban.

—¿Una vez?

—Sí, lisa quiso salir a buscar a Akira y varios hombres intentaron eliminarla, es más que obvio que ella necesita más protección ahora. Mientras tenga a todos esos hombres detrás, no se cansarán hasta matarla. Ahora más que nunca debemos protegerla, tanto a ella, como al bebé.

—¿Cuántos años trabajaste para Akira?

—6 años.

—Eso es mucho tiempo. ¿Tienes información o conexiones para dar con Kaiza?

—Sí, tengo varias.

—Me ayudarás a conseguir a ese cretino y a hacerle pagar por la muerte de Akira. Te llevaré con lisa, ahora más que nunca ella necesita apoyo, pero no quiero que le digas nada sobre su amiga. No quiero que sufra más. Te estaré vigilando.

—Le aseguro que la voy a proteger, señor.

—Eso espero. Te llevaré a mi casa, para que te atienda allá un médico. Luego le diré a lisa para que sepa que estás bien. Ella ha estado muy preocupada y no quiero más cargas de las que ya tiene.

—Pero ella va a querer saber de su amiga.

—Inventa cualquier mentira, para eso debes ser bueno.

—Está bien, señor.

Lo traje a la casa y llamé al doctor.

—Aquí estarás cómodo. Siéntete como en casa. Yo tengo que irme.

—Grácias.

Salí y me acerqué a mis hombres.

—Vigilen a ese hombre. Quiero también que verifiquen toda la escena por si dejaron rastros, y vayan a esta dirección; es la casa de seguridad a donde llevaron a lisa. Estoy seguro que esos hombres deben saber de ese lugar también. Exploren y busquen todo— les ordené.

Lisa

—Srta. Lisa, le tengo buenas noticias. No hubo complicaciones y todo está bien. Ahora sólo falta esperar a que su cuerpo lo tome bien y luego esperar por su recuperación. Es un hombre fuerte, sé que lo hará— me avisó el doctor.

—No sabe cómo me alegra escuchar eso, doctor. Es la mejor noticia que me han dado. ¿Cuándo podré verlo?

—Lo tengo en observación, no se preocupe, señorita. Puede ir a hacerle compañía.

—Gracias por todo, doctor. No sabe lo agradecida que estoy con usted por todo lo que ha hecho por mi esposo. Ya quiero que despierte.

—Eso puedo tomar un poquito de tiempo, está sedado, pero tan pronto le pase la sedación lo más probable muera de ganas por verla.

—Gracias, doctor. Me ha hecho tan feliz su noticia. Iré a verlo.

Keita

¿Así que este es el tal Jefferson? Que interesante. Es mucho más idiota de lo que pensé.

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