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Luego de llegar y estar en la casa un rato, Akira tuvo que salir. Sus negocios le impiden tener mucho tiempo en la casa. Mi madre estaba aún despierta, al igual que Yuji, así que nos quedamos por un largo rato hablando de mi compromiso y de cómo haríamos las cosas. Son muchos los preparativos y quiero que todo salga bien. Cada vez me sentía más nerviosa con todo esto. Nunca había imaginado que me casaría, todo a sido tan de repente. El tiempo a pasado muy rápido, han pasado muchas cosas en tan poco tiempo. Me siento tan feliz que no puedo creerlo. Mi madre está conmigo, tengo una buena amiga en quien contar, Akira y yo estamos en buenos términos. No puedo ser más feliz ahora. Mi madre y Yuji se fueron a descansar. Quería esperar a Akira, pero no sé cuánto le tome y necesito descansar para mañana seguir los preparativos. Fui a mi cuarto y me di un buen baño, estuve un rato con la esperanza de que Akira llegaría, pero no lo hizo. Cuando no está en las noche, me siento muy sola y se me hace difícil dormir. Me recosté en la cama y pensando en todo eso, quede profundamente dormida.

Me desperté con la sensación de que alguien se sentó en la cama.

—¿Akira?—las luces estaban apagadas y Akira no respondía.

Sentí unas manos que acariciaron mis piernas y me estremecí. Akira siempre me avisa cuando quiere hacer esto. ¿Por qué no habla? No quise pensar en nada más. Las manos de Akira se sentían muy calientes. Sentí que puso su rodilla entre medio de mis piernas.

—Akira, ¿Por qué no enciendes la luz? No me gusta así— no me gusta su comportamiento.

Tiré mi brazo a encender la luz que estaba en la mesa de noche, cuando me encontré con Keita.

—¡¿Keita?! ¿Qué haces en mi habitación?—me sobresalté, y Keita se quedó en silencio.

—Quería hablar conmigo, ¿No es así?

—Pero no así. ¿Por qué te metiste en mi habitación y por qué me estabas tocando?— gruñí molesta.

—Lo siento, señorita. No quería asustarla, es por eso que intenté tocarla para que despertara.

—Esa no es manera. Si Akira te encuentra aquí, te mataría.

—El Sr. Akira no vendrá esta noche, señorita.

—Entonces, ¿por qué no tocaste la puerta?

—Lo hice, pero estaba profundamente dormida. No tuve otra opción que entrar.

—Pudiste esperar a mañana.

—Estaba muy preocupado por lo que quería decirme y no podía dormir.

—¿Sabes lo que pudo haber pasado? Creí que eras Akira. No vuelvas a hacer algo así.

—Lo siento, no quise asustarla.

—Te perdonaré solo por esta vez, pero no vuelvas a hacer esto. Si Akira nos encuentra así, puede pensar lo peor.

—Lo siento —se sentó al lado de la cama.

—Este no es lugar para hablar —le dije intentando levantarme de la cama.

—Podemos hacerlo aquí, así nadie nos escucha.

—Tendrá que ser rápido entonces. Un hombre no se supone que esté solo a estas horas de la noche en la habitación con una mujer —gruñí molesta.

—¿Por qué? No estamos haciendo nada malo, señorita.

—Eso no parecía hace un momento. Volviendo al tema. ¿Hay algo que te está molestando? Te he notado muy extraño últimamente.

—¿Está preocupada por mi?

—Claro, Keita. Eres como un hermano para mí, aparte eres la persona de confianza de Akira y me has ayudado mucho.

—¿Un hermano?— sonrió y desvió la mirada.

—¿Estás molesto de que te vea de esa manera? No entiendo porque te debe molestar.

—No estoy molesto. Yo la seguiré protegiendo, señorita. Disculpe por haber entrado sin permiso a su habitación. Descanse. Buenas noches—salió de la habitación y pude sentirme más tranquila.

¿Qué hacía a estas horas de la noche en la habitación de una mujer y tocándome las piernas? ¿Acaso perdió la cabeza? No le puedo decir esto a Akira, aprecio y respeto a Keita, pero esta vez se pasó. Se me hacía difícil poder dormir tranquila, no podía cerrar la puerta por si acaso venía Akira. ¿Qué planeaba?

A la mañana siguiente Akira ya había llegado con la noticia de que nos casaremos en dos días. Ante la noticia no paraba de temblar. Busqué con la mirada a Keita, pero no estaba por ninguna parte. Aún no puedo olvidar lo de ayer, pero no quiero que Akira se entere, le puede traer problemas a Keita. No creo que lo haya hecho con una mala intención. Keita a sido bueno conmigo. No creo que sería capaz de hacerme nada extraño. Pensando en eso me tranquilice un poco. Intentaré actuar normal, haré de cuenta que lo de anoche no ocurrió.

Akira se acercó a mí y me sujetó por la cintura, pegándome a su cuerpo.

—¿Por qué no vamos a arriba? Te he tenido desatendida con todo los preparativos.

—Estás muy pegado y mamá debe estar cerca. Si nos ve así no le gustará para nada.

—Entonces vamos a nuestro cuarto—me besó el cuello.

—¿Por qué no esperamos a la luna de miel?

—¿¡Qué?—levantó una ceja—. ¿Planeas dejarme esperando, corderito?

—Sí—le saqué la lengua en modo de burla, y me solté.

Caminé coqueta a otro lugar y se me quedó mirando. La verdad no quería rechazarlo, pero estaba muy nerviosa y no quería demostrárselo; además solo faltan dos días, entre más espere mejor. Esta vez me toca a mí molestarlo.

Mi mirada se cruzó con Keita, quien bajó la cabeza al entrar a la casa y siguió su camino. Está actuando muy raro. Sé que tuvimos ese mal entendido anoche, pero sin contar eso, a estado actuando extraño de antes. Él es como un hermano para mí y no me gustaria saber que está pasando por algo y no lo dice. No puedo evitar preocuparme por los demás. Él y Yuji son las únicas personas cercanas a mí  y no quiero que nada les pase.

Al llegar la noche, Akira subió a la habitación e intentó provocarme, lo típico de él, pero no voy a caer en su juego.

—No, aprenderás a ser paciente.

—No me hagas esto, lisa. No sabes cómo muero por ti ahora.

—Deja toda esas ganas para la luna de miel.

—Yo te quiero ahora— se recostó a mi lado y me abrazó. Podía sentir su erección.

—Podemos esperar un poco más. Solo son dos días.

—Es demasiado, quiero respetar esa decisión, pero es imposible—besaba mi cuello con mucha intensidad, hacía mi cuerpo temblar solo con eso.

—No, estoy cansada.

—Ven aquí, princesa—me abrazó de espalda.

Con estar con Akira de esta manera me sentía satisfecha. Quedé dormida muy rápido.

Ha pasado un día y ya mañana será la boda. Akira se ha encargado de la mayoría de los preparativos. Mi nerviosismo era cada vez más notable. Debo guardar la calma, no es para tanto. Akira salió desde muy temprano para buscar al cura que nos estará casando. Bajé a la antesala y estuve hablando con Yuji, ya que mamá aún estaba descansando. No hemos dormido mucho. Yuji me preguntó algo sumamente extraño.

—¿Estás segura de querer casarte con Akira?—ella ha estado feliz con mi matrimonio y que haga esa pregunta ahora es muy inusual.

—Por supuesto, ¿Por qué la pregunta?

—Por nada, solo quería saber que estuvieras segura—desvió su mirada, lo cual me preocupó.

—¿Pasa algo?—la miré fijamente.

—No, solo como tu amiga me preocupa tu felicidad.

Aunque lo diga de esa manera, siento que hay algo más, pero no la voy a presionar a que me diga.

—Lo sé, y te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí. Puedes estar tranquila— sonreí amablemente, aún con muchas dudas.

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