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40 (+18)

Akira llamó a uno de sus hombres para que sujetara en cuatro patas a Kanji, mientras que le ponían una pierna en la espalda ejerciendo presión hacia enfrente, para que no se moviera. Colocó la punta de la botella de cristal en el ano de Kanji, mientras ejercía un poco de presión.

—Debes relajarte un poco, Carter o harás que se rompa y tener el culo lleno de vidrio debe ser realmente doloroso—dijo en tono de burla, y continuaba entrando la botella.

Kanji forcejeaba en el suelo, sin poder casi moverse.

—Ya me cansaste— se levantó y puso la botella fuertemente en el ano de Kanji, y puso su pierna haciéndole presión a la botella y comenzó a darle patadas.

Podía ver cómo la sangre goteaba por su entrepierna, acompañado de esos quejidos de dolor. Me arrodillé y lo miré a la cara, mientras que Akira seguía entrando y sacando la botella de su ano.

—¿Te duele? Ah, lo olvidé. No puedes hablar, ¿Cierto?—no podía aguantar las ganas de reír, al ver la cara tan entretenida que tenía Kanji.

Quería ver mucho más de su sufrimiento. Veía como lágrimas bajaban de sus mejillas. Me producía aún más satisfacción. Luego de todo lo que me hizo vivir, merece esto y más.

—¿Será que cabe completamente la botella?—preguntó Akira dudoso.

—No lo sabrás si no lo intentas. Alguien como él debe disfrutar de esto, ¿no es así Kanji?—veía cómo doblaba sus dedos de las piernas del dolor y la desesperación.

Apenas la mitad de la botella estaba dentro de su ano. Sería un largo camino por recorrer si llega a poner todo eso dentro de él. Mientras pensaba en eso, vi como Akira dio una última patada, con tanta fuerza, haciendo que la botella se rompiera. Quedé estupefacta al ver semejante cosa.

—Supongo que es un no. Deberé buscar algo que no se rompa fácilmente—miró alrededor de la habitación.

—¿Cómo sacarás el resto de la botella, Akira? Deben haber muchos vidrios dentro de él. Solo se rompió la mitad del fondo de la botella.

—Bueno, él mismo los sacará. A menos que él prefiera que se queden ahí — rio.

Los sonidos de Kanji cada vez eran más fuertes. De su ano estaba goteando mucha sangre. Al parecer debía ser por los vidrios que estaban dentro aún, o por la fuerza que puso Akira. En otras circunstancias pensaría que esto es algo enfermo, pero luego de lo que me hizo, no me importa su dolor. No puedo sentir nada más que placer y satisfacción al verlo así. Quizá perdí la cordura.

—¿Vas a sacarlos o te vas a quedar con ellos ahí?— alzé su cara hacia mí, y me miró con una expresión de suplica.

—Yo haré que los saque—Akira lo empujó, haciéndolo caer boca arriba.

—Yo lo haré—dije, mientras ponía mis piernas en su barriga.

Justo como me hizo sufrir a mi. Sus ojos los abrió de par en par, pude ver todas las lágrimas que salían de sus ojos.

—¿Qué pasa, Kanji? ¿No puedes gritar? ¿No puedes soportarlo? ¿Ahora sientes lo que sentí? ¿Te excitas ahora?— ejercí más presión con mis piernas en su barriga.

Podía ver aún más sangre saliendo alrededor de la cinta de su boca.

—Tu sufrimiento no es suficiente—le di varias patadas en donde se supone que estarían sus genitales.

Salía aún más sangre de él, pero Akira me agarró el brazo, haciéndome bajar de encima de Kanji.

—¡Suéltame, Akira!—gruñí molesta.

—Lo matarás y, aún nos falta mucho más. No quiero que te ensucies las manos con esta rata. Solo pídeme lo que quieres hacerle y yo lo hago.

Su cuerpo temblaba en el suelo. Su desesperación era cada vez más, pero aún no hemos terminado.

Kanji evacuó en el suelo, aún así, seguía saliendo mucha sangre de él. Si no se detiene el sangrado, puede morir desangrado y no quiero eso.

—Apestas, Kanji. ¡Me repugnas!— reí.

—Aún deben quedar restos de vidrios, pero qué más da—Akira le dio la orden a sus hombres de tomar el balde de orina y tirarlo encima de Kanji.

Me alejé del escenario. El olor desagradable que emergía, me tenía asqueada.

—Busca la manga de presión, hay que limpiar esto para continuar.

Salimos de la habitación Akira y yo.

—¿Te sientes satisfecha?— preguntó Akira.

—No, aún no. Hasta que él no esté muerto no podré estar tranquila—diciendo esto, Akira me acorraló a la pared.

Tenerlo tan cerca me ponía nerviosa.

—Las sonrisas que has tenido hoy, han sido más sinceras que las que has tenido conmigo— me encaró.

Mi cuerpo temblaba, no aguantaba tenerlo tan cerca. Giré mi rostro, evadiendo su cercanía y solo escuché una risa de burla. Estaba bromeando conmigo otra vez. ¿No se cansa?

Se alejó lentamente de mí, y continuó caminando. Es un idiota.

—¿Ya limpiaron el desastre? Eso fue rápido. ¿Por qué no continuamos?—Akira tenía en mano un pedazo de madera en forma de bate.

Ordenó a uno de sus hombres a colocar a Kanji en cuatro patas nuevamente. Fue golpeando fuertemente sus piernas, golpeaba con tanta fuerza que, se podía escuchar el sonido de sus huesos. Era escalofriante ese sonido.

Luego de un rato, comenzó a golpearlo por la espalda fuertemente y repetidas veces. Pisaba con sus zapatos los dedos de las manos de Kanji.

—Esto, y más le pasa al que toque a mi mujer—dijo con rabia, golpeando por última vez con el bate, en los dedos de sus manos.

Acercó ese objeto de madera y lo comenzó a insertar en el ano de Kanji. Es imposible que haga eso. Lo matará de esa forma. Era demasiado grande para él. No quería intervenir en los planes de Akira, así que me acerqué a Kanji y comencé a tapar su nariz, justo como me lo hacía a mi. La sensación de asfixia es desesperante y quiero que experimente lo que me hizo.

Acortaba su respiración cada cierto tiempo, mientras que Akira entraba ese objeto en su ano. Forcejeaba fuertemente aún para soltarse. Si aún quedan vidrios, debe ser realmente doloroso y desesperante, pero lo merece.

Akira presionaba con todas sus fuerzas el objeto de madera, haciendo que Kanji sangrara cada vez más. Habían limpiando parte de la sangre, pero aún así, el suelo parecía como si no lo hubieran hecho.

Luego de un largo rato, Akira se detuvo. Sacó el objeto de su ano y llamó a unos cuantos guardias.

—Ya está preparado. Cogánselo con lo que encuentren y disfruten todo lo que quieran con él, pero aún no lo maten. Quiero disfrutar del espectáculo y que mí mujer también lo haga.

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