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Akira:

—Parece que tendré que recordarle cada maldito segundo quién es el que manda aquí. ¿Cómo se atreve a colgar mi llamada? ¡Niña insolente!— tiré el teléfono contra el suelo.

—¿Te sucede algo, Akira?

—Lárgate de mi casa.

—Pero aún no hemos...

—Toma el maldito dinero y lárgate de mi casa, perra.

—¿Por qué siempre me tratas igual?— preguntó molesta.

—Porque eres una cualquiera y tu trabajo es coger y llevarte el dinero. ¿Qué parte de lárgate no entendiste?— le agarré el brazo bruscamente, y la saqué de la habitación.

Odio las mujeres ruidosas y, más aún, las insolentes.

Lisa:

Al día siguiente:

—¡Buenos días, Kyomi!— se acercó, y se sentó en el asiento de alfrente.

—Buenos días, ¿Te sientes mejor?— le pregunté a Aomi.

—Sí, estoy mejor. Me preguntaba si te gusta leer libros.

—He leído algunos.

—¿Te gustaría acompañarme mañana a la biblioteca? Quisiera comprar y prestarte algunos de los míos, si quieres.

Tengo prohibido salir, a menos que no sea algo relacionado a Kanji. Tendré que preguntarle a ese maldito.

—Lo pensaré, y te avisaré, ¿De acuerdo?

—Sí—respondió emocionada.

—Buenos días, Kyomi— me dijo Kanji.

—Estás tarde.

—No digas nada— sonrió.

El primer día no entró a clases y hoy llega tarde. Que responsable de su parte. Debo pensar en alguna manera de hacer que el Sr. Akira me permita ir con Aomi. ¿Qué podré hacer?

Ya lo tengo, quizá si invito a Kanji con nosotras, el Sr. Akira no pondría objeción alguna; aunque no sé si él acepte una invitación así de mi. No sé si sería muy sospechoso que de la nada le pregunte. Será mejor que busque otra manera.

La mañana ha pasado muy rápido, y tenía que buscar la manera de hablar con el Sr. Akira. ¿Por qué me cuesta tanto llamarlo? La última vez que hablamos, yo colgué su llamada. Sabiendo como es él, debe estar molesto. ¿Cómo puedo pedirle ese favor ahora?

En ese preciso momento, sonó mi celular. ¿Acaso está conectado a mi cerebro?

—¿Bueno?—respondí.

—¿Lisa?— escuché la voz de mi mamá en la llamada.

—¿Mamá? ¿Por qué estás llamándome de ese número? ¿Hay alguien contigo ahí?— pregunté nerviosa.

—Estoy feliz de escucharte, mi amor. ¿Por qué no me has llamado? Me has tenido preocupada.

—Mamá, he estado trabajando es por eso que no he podido.

—¿Esta todo bien, hijita?

—Sí, está todo bien. Mamá, ¿por qué estás llamándome de ese número?

—Aquí está tu prometido, ¿Por qué no me dijistes de tu compromiso? ¿Tan poca confianza me tienes? ¿Tan mala madre soy?

—¿Compromiso? ¿De qué hablas, mamá? —pregunté confundida.

—Tu prometido está aquí; es amable y muy guapo por cierto. ¿Por qué lo tenías tan callado?

—¿De qué hablas, mamá? No entiendo nada. ¿Puedes pasarme al teléfono a esa persona?

—¿Mi corderito no me recuerda? Que mala memoria tienes.

—Sr. Akira, ¿Qué crees qué hace?— pregunté molesta.

—Nada, quise hacerle una visita a mi querida suegra, ya que tú no querías presentarla.

—¿Cómo te atreves? ¿A qué se debe esto?

—Quería hacerte recordar quién manda aquí, ya que al parecer lo has olvidado—su tono amenazante me erizó mi piel.

—No le hagas nada a mi mamá, por favor —le rogué.

—Eso depende de ti.

—¿Qué es lo que quiere?

—Quiero resultados, y que seas una buena chica. No es mucho pedir, ¿O si?

—¿Resultados? Te los puedo dar mañana mismo, pero necesito su autorización para salir. Quiero salir mañana a la biblioteca junto con una amiga, ¿Cree que puedas darme permiso?

Tal parece que fuera mi papá para pedirle permiso. Es desesperante.

—Depende, si es parte del plan, tienes mi autorización, pero si no, no cuentes con eso.

—Entendido.

—Dale el informe al chófer, de lo demás me encargo.

—Entendido, pero por favor, deja a mi mamá.

—Mientras tu actitud de niña insolente y caprichosa, siga en contra de mi, no puedo asegurarte nada, linda—colgó la llamada.

¡Maldito hijo de puta! ¡Es un maldito loco! ¿Cómo se atreve a chantajearme con mi madre? ¡Lo odio!

Mamá, aguanta un poco más. Voy a acabar con ese maldito.

Tengo que buscar a Aomi. Necesito el tiempo justo para poder llamar la atención de Kanji, y que escuche nuestra conversación. Si no funciona ese plan, no sé qué podría hacer.

—Al fin te encuentro, Aomi. Vayamos mañana —dije en voz alta en pleno pasillo.

—¿De verdad irás conmigo?—se veía muy emocionada.

—Sí, iré— sonreí.

—¿A dónde van chicas? Veo que ya son buenas amigas —dijo Kanji acompañado por dos chicos.

—Vamos a la biblioteca mañana, ¿Quieres ir?— le preguntó Aomi.

—Mañana no tengo nada que hacer, así que nos podemos encontrar en la biblioteca; aunque no soy muy amante de los libros — rio.

—Mañana en la Biblioteca a las 3, ¿Les parece?— preguntó Aomi.

—Perfecto, pero no me dejen esperando—Kanji siguió caminando.

No esperaba que ella tomara la delantera. ¿Será que le gusta Kanji? Por lo menos aceptó. No fue tan difícil como imaginaba. ¿Qué hubiera pasado si no resultaba? Ya que más da.

No sé cómo podría preguntarle si le gusta y, menos, sabiendo que tengo que acercarme a él con una mala intención.

—Nos vemos mañana en la biblioteca. No faltes— nos despedimos.

Tengo que aprovechar esta oportunidad para acercarme más a él, así puedo salir de este infierno.

—Aqui le entrego todo el informe de hoy. El Sr. Akira me permitió salir mañana a la biblioteca, ya que ahí estará el Sr. Carter. Usaré todo lo que esté a mi alcance para acercarme en esta salida a él. Necesito solo un poco más de tiempo.

—No se preocupe, Srta. Lisa. Ha hecho un buen trabajo. Me encargaré de llevarla mañana.

—Gracias.

Al día siguiente, el chófer y yo estábamos hablando sobre los últimos detalles del día de hoy.

—Srta. Lisa, el Sr. Akira le ordena que lleve esta grabadora encima. Se la voy a colocar en un lugar donde no se vea.

—¿Está seguro de esto? ¿No tienen manera de detectarlo?— pregunté preocupada.

Si Kanji logra darse cuenta, sería un problema.

—No se preocupe, sé lo que hago.

Ha llegado el momento de demostrarle a ese maldito de lo que soy capaz.

Al llegar a la biblioteca, me encontré con Aomi.

—¿Por qué llegaste tan temprano, Aomi?— le pregunté.

—Estaba muy nerviosa, es la primera vez que salgo con alguien más. No pude dormir bien—se veía muy feliz.

—Ahora que estamos solas, ¿Podría hacerte una pregunta? —no estaba segura si debía, pero lo intentaré.

—Sí.

—¿Te gusta Kanji?

—¿Se nota mucho?—se mostró avergonzada.

—No mucho — sonreí.

—Hola, chicas. ¿No llevan mucho esperando?

—Hola, Kanji—Aomi le sonrió.

—No realmente—respondí.

Entramos a la biblioteca los tres.

—¿Qué tipo de libros lees?—le pregunté a Kanji.

—Regularmente no me gusta leer, pero cuando lo hago, busco leer de suspenso o misterio, ¿Y a ti de qué tipo te gustan?

—De romance, son mis favoritos.

—Entonces si te gusta el romance, es que estás enamorada— rio.

—No, no lo estoy. Ni siquiera he tenido novio en mi vida.

—Entonces tengo el camino libre— soltó una carcajada.

—¿Cómo crees? ¿Y tú, Aomi? ¿Tienes novio?—hice la pregunta para intentar juntarlos de alguna forma.

—La verdad nunca he tenido uno— dijo tímidamente.

—No es la gran cosa— comentó Kanji.

Akira:

—¿Así que no tienes a nadie, corderito?

—Sr. Akira, ya están en sus posiciones.

—Perfecto, solo esperen mi orden.

Lisa:

—¿Vas comprar todos esos libros? Realmente amas leer— pregunté sorprendida, al ver que Aomi estaba cargando cinco libros.

—Amo los libros, pero quiero regalarte estos. Escuché que te gustan los libros de romance, así que los escogí para ti.

—Gracias, Aomi. Realmente eres una buena persona.

—Bueno, yo también compré unos cuantos para leerlos. ¿Quieren que las lleve a su casa?— preguntó Kanji.

—No, no te preocupes por eso— respondí.

Akira:

—Sr. Akira, ya van a salir. ¿Quiere que le avisemos a la Srta. Lisa para que se retire?

—No.

—Pero señor, ella no sabe que teníamos este plan. La pueden matar.

—¿Y qué me importa? Si una mujer como ella muere por una simple balacera, significa que no está apta para este trabajo.

—Pero señor...

—¿Estás interfiriendo en mis planes, Keita?—puse el arma sobre la mesa.

—No, señor.

—Entonces da la orden de acabar con todo lo que se les cruce en frente, y sin excepciones. ¿Quedó claro?

—Sí, Señor.

Lisa:

—Gracias por todo. Espero se pueda repetir en otra ocasión, realmente me divertí mucho.

—Yo también—respondió Kanji avergonzado.

Los sonidos de unos disparos hicieron que cundiera el pánico, y todos a nuestro alrededor se tiraran al suelo.

—¡Al suelo!—grité lo más fuerte que pude, agarrando el brazo de Aomi.

Kanji se tiró al suelo intentando cubrirnos.

—Sr. Kanji, ¡por aquí!— le gritaron sus guardaespaldas, estacionando una camioneta frente a nosotros.

Nos subimos a la camioneta a toda prisa. Se escuchaban muchos disparos, y habían muchas personas tendidas en el suelo.

—Sr. Kanji, tenga cuidado.

—Kyomi, ¿Qué está pasando?— preguntó Aomi.

—No es momento de responder preguntas. Hay que salir de aquí.

Vi que se aguantaba el hombro, y me di cuenta de que estaba herida.

—¡Aomi está herida!— me sentía asustada al ver tanta sangre.

Recosté a Aomi en mi regazo, y ella presionaba fuertemente su herida.

—Aomi está perdiendo mucha sangre, Kanji—estaba temblando al verla así.

—No te preocupes, la llevaremos a un hospital. Hay que presionar bien la herida para detener el sangrado.

—Esos malditos hijos de puta tienen que ser los que mataron a mi padre—dijo Kanji molesto.

—Sí, señor. Nos dimos cuenta muy tarde. Ya nos tenían rodeados.

—¿Cómo pudieron atacarme en un lugar público? Estoy seguro que mataron a muchos inocentes. Definitivamente ese cabrón no tiene corazón. Me las va a pagar tarde o temprano.

—Aguanta un poco más, por favor— le pedí a Aomi presionando su herida.

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