20 de octubre del año 2041. Las risas y la música se extendían por el patio de una importante mansión en Brasilia, la capital de Brasil.
Víctor disfrutó de la fiesta a la cual estaba asistiendo. Esta era la fiesta de casamiento, específicamente la etapa posterior en donde todos se reunían, bebían y comían disfrutando de la noche.
La música sonaba a todo volumen desde el escenario que fue instalado para esta fiesta, y las bailarinas bailaban atrayendo silbidos de los espectadores.
Los mozos llevaban bebidas a políticos, funcionarios públicos, miembros del ejército y decenas de diferentes individuos importantes de varias industrias y de distintos países de Sudamérica.
Los jóvenes disfrutaban de la fiesta, las bebidas y acompañaban a Greco Barbosa, el hermano de la mujer que se casó hoy.
"¡Ya llegan los novios!" Alguien gritó en voz alta y la música bajó de volumen mientras que desde la entrada salían la pareja que se había casado hoy.
La 'Princesa' de los Barbosa, hija del líder de la familia Barbosa, era conocida por dominar el bajo mundo de Brasil y por tener relaciones con todas las mafias de Sudamérica. Ellos eran gigantes entre gigantes y estaban involucrados en el gobierno, ejército y en distintos negocios.
Influencia, prestigio y poder. La familia lo tenía todo, y hoy alguien se estaba involucrando directamente con esa familia.
El hombre que logró conquistar a la princesa de los Barbosa, no simplemente deslumbró a esa princesa, sino que a cada miembro de la familia. Inteligente, leal y excelente para los negocios, Rashad bin Awad se convirtió en el cuñado, nuero y novio perfecto, fue tanto que los Barbosa dejaron que su princesa siguiera con el nombre y a él lo hicieron entrar a la familia.
"¡Denle un aplauso a mi cuñado y a mi querida hermana!" Gritó Greco Barbosa con una sonrisa brillante.
Víctor, al mirar de reojo al hombre, sonrió recordando su pasado y aplaudió con fuerza.
Todavía recordaba el día en que esos bastardos lo atraparon y lo torturaron durante mucho tiempo. Ahora él tenía el poder para asesinarlos a todos, pero…
"¡Un beso! ¡Queremos un beso!" Pidió Víctor en voz alta.
A su pedido se unieron otros y luego todo el público pedía un beso entre los novios.
La Princesa se puso roja cuando Rashad se dio vuelta con una sonrisa y le dio un beso suave y delicado. El cariño en la mirada de ambos era puro y profundo, tan intenso que las bromas surgieron de inmediato.
La felicidad se podía sentir en el ambiente y en toda la familia, y Víctor al ver a ambos se rió a carcajadas, ocultando su risa como si fuera diversión por la escena.
¡Qué familia tan feliz! Víctor se rió y simplemente se alejó dejando que los novios saludaran a los invitados y luego fue su turno.
Ambos novios se acercaron.
"Él es mi amigo y un conocido muy apreciado." Dijo Rashad al presentarlo a su esposa.
"Oh. Escuché mucho de usted." Dijo la princesa de los Barbosa y sonriendo, añadió: "Mi esposo me contó que gracias a usted él pudo escapar de algunas situaciones peligrosas."
La princesa abrazó a su esposo y Víctor sonrió al ver cómo Rashad la miraba con amor y cariño.
"No fue para tanto. Siempre estoy dispuesto a salvar a un amigo." Respondió Víctor y la conversación continuó.
Ella era muy pegajosa con Rashad y le encantaba abrazarlo mientras contaba la historia de cómo se conocieron. El amor, cariño y atención que le daba era única y ella era sincera.
Rashad respondía a ese cariño con la misma sinceridad y el mismo afecto.
Luego ella se fue para dejarles un tiempo a los dos y Víctor, tomando una cerveza, la bebió y sonrió al ver cómo Rashad activaba un artefacto para sellar el área y evitar ser escuchados.
No era raro que sucedieran conversaciones privadas cuando existían tantas personas influyentes que venían para fortalecer alianzas y conocer a poderosos.
"Ella es una mujer increíble. Es normal enamorarse de ella." Dijo Víctor, mirando al hombre atentamente.
Rashad llevaba un traje y era alto, y la impresión que daba era la de un hombre seguro y confiado. Tenía el cabello corto de color negro y ojos negros claros. A pesar de tener una apariencia promedio, el hombre estaba sonriendo felizmente.
Sin embargo, Víctor era capaz de ver la mirada en sus ojos.
"Estoy esperando el día en que tu orden llegue", respondió Rashad, y en esa mirada indiferente reveló cierto disfrute.
Rashad bin Awad era el primer hombre que lo seguía por voluntad propia, sin contratos ni límites. Era raro que existiera esa clase de lealtad entre las personas de este mundo, y más aún cuando era tan fácil traicionar a otros para obtener poder o influencia.
Víctor permitió que él lo siguiera y probó su lealtad y sus capacidades.
"Aún tendrás que disfrutar mucho tiempo de estar casado con ella", dijo Víctor y, con calma, añadió: "¿Has pensado en tener hijos? ¿Cuántos hijos te gustaría tener?"
Él sonrió aún más al ver cómo los ojos de Rashad revelaban desagrado, no hacia sus bromas, sino hacia la mujer que tenía como esposa.
La lealtad para Víctor era rara, y por esa razón él lo probó. ¿Rashad tenía lo necesario para seguirlo?
Víctor ya no necesitaba mano de obra, dinero, fuerza o prestigio. Tenía todo lo que deseaba, y los seguidores leales no tenían sentido cuando podía obtener la misma lealtad por contrato y, aun así, aceptó tener un seguidor de esta clase.
"He logrado convencer a esa mujer para evitar tener hijos con la excusa de que todavía somos jóvenes", dijo Rashad, controlando su expresión.
Rashad le daba la espalda a los invitados, pero seguía controlándose, y Víctor simplemente se volvió a reír.
Rashad no preguntó cuánto tiempo tomaría para actuar ni pidió un cambio de misión, sino que aceptó su orden y la llevó a cabo por completo.
A diferencia de otros miles que estaban involucrados en todas partes de Sudamérica y que eran obligados por contratos, Rashad estaba jugando en la familia con mafiosos por una orden.
Sin intereses en el dinero, poder o influencia, sino por lealtad.
"Parece que no tienes límites. Me agrada", respondió Víctor y dándole palmadas en el hombro, añadió: "No te enamores, sería una pena que te vea obligado a asesinar al amor de tu vida".
El mayor peligro para un espía con doble vida era que terminara disfrutando de esa vida y se acercara a aquellos con los cuales se relacionaba, y a él no le importaría que Rashad se dejara llevar.
Después de todo, era fácil agregar otro cuerpo a la pila de cadáveres que él pensaba crear.
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15 de diciembre del año 2041.
Aurora, siguiendo el aviso de refuerzos, corrió con todas sus fuerzas por una zona abierta. Su hermana hoy no la acompañó y vino a visitar a sus compañeros en el orfanato como siempre, pero recibió un pedido de ayuda por parte de la iglesia y ella estaba respondiendo.
Para su lamento, cada día eran más habituales que los diferentes grupos y fuerzas extranjeras se acercaran a la ciudad de Jerusalén y sus alrededores causando problemas.
Esclavistas, secuestradores, asesinos o simplemente jugadores a los que les gustaba mostrar su poder y actuar tiránicamente sobre las personas normales.
Robos de suministros, asalto a negocios, saqueos y decenas de otros crímenes eran cometidos en los alrededores de Jerusalén y por todas estas tierras.
Incluso si las fuerzas de apoyo europeas estaban aquí junto a las iglesias, los jugadores continuaban igualmente... No, para decirlo de otro modo, ambas fuerzas tenían demasiados enemigos.
¿Cuántos de los usuarios de habilidades que abandonaron Europa durante la guerra civil europea estaban aquí causando problemas?
La verdad era que las tierras del este estaban dominadas por jugadores y sus gremios, y ellos eran violentos.
Aurora, que estaba corriendo lo más rápido que podía, desenvainó su espada al saltar una colina y al otro lado vio la carretera y luego a un par de camionetas, y cerca de ellas cinco paladines luchando contra dos individuos.
Los paladines, con sus escudos de torres, estaban protegiendo la camioneta y luchaban a la defensiva, pero lentamente estaban perdiendo.
Aurora reconoció a los enemigos, y ella, usando su aura verde, lanzó cortes para alejar a la mujer y detener los hilos púrpuras.
Al descender, Aurora levantó una barrera de color celeste que soportó los disparos del hombre.
Ambos enemigos se detuvieron y la miraron directamente. Ella era Luciana, la misma mujer que atacó a la caravana, y a su lado estaba Matthias Holland.
Aurora había leído informes sobre personas peligrosas, y ambos eran parte del gremio Eternal y eran considerados sumamente peligrosos.
"Tch." La mujer chasqueó la lengua y dio una señal a su esposo, y ambos se retiraron.
"Debemos detenerlos", dijo un paladín apenas manteniéndose de pie.
Aurora miró a la pareja mientras volaban alejándose, y en su mente vino una simulación de la batalla, y ella supo que ganaría. Su aura celeste ni siquiera fue atravesada por los disparos del hombre, y sus cortes verdes eran cada vez más rápidos.
El entrenamiento tan intenso con su maestro para luchar contra todo tipo de enemigos le brindaba la posibilidad de ganar, pero ganar no significaba dominar y subyugarlos.
Ella ganaría una batalla a muerte, y no sabía lo que sucedería si quisiera detenerlos.
"Es mejor que curen sus heridas", respondió Aurora enfundando su espada.
Si ella no podía detenerlos, entonces tendría que asesinarlos, y ella no se sentía preparada. No quería matar a humanos, así que prefirió evitar la batalla a muerte.
Aurora miró cómo los paladines usaban pergaminos para curarse, y al ver tantas heridas se preguntó hasta cuándo podría contenerse.
"Gracias por la ayuda. Nosotros tenemos información que entregar a la iglesia", dijo el paladín con seriedad.
¿Eran espías de las tierras del este? Quizás tenían información lo suficientemente secreta como para que dos individuos influyentes vinieran directamente por ellos.
Aurora suspiró. El mundo se estaba volviendo problemático.
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1 de marzo del año 2042.
Agatha miró a Esmeralda y las almas que giraban alrededor de esa joven mujer.
Varias almas eran de paladines que querían seguir trabajando, y otras almas eran aquellas que Esmeralda recolectaba y que querían ayudarla.
Sin embargo, esas almas no eran tan poderosas como las que Agatha le había entregado personalmente.
Almas antiguas de miles de años cuyas formas se mantenían y cuyas fuerzas eran tan destructivas como malvadas. Almas de rangos S poderosos y antiguos.
Las formas eran de seres humanoides cubiertos de telas, y Esmeralda en este momento trataba de controlarlas.
Ellos eran espíritus maliciosos que eran capaces de absorber la vitalidad de sus enemigos, y si Esmeralda lograba controlarlos, probablemente avanzaría de rango o estaría muy cerca.
Así de increíbles eran las armas que estaban en los murales en la torre de su hijo.
"Un regalo por tu ascenso al rango S. Tienes que aprender a controlarlas y dominarlas, y quizás si sigues investigando puedas ascender al rango SS", dijo Agatha en calma al mirar a la joven.
Esmeralda aprendió de la colección de los libros de su hijo y era una chica inteligente con un talento natural para la magia espiritual, y para Agatha era cuestión de tiempo que ascendiera al rango SS.
"Muchas gracias, señora", respondió Esmeralda y levantando la cabeza, declaró: "No la decepcionaré".
"Claro que no", respondió Agatha con una sonrisa.
Esmeralda daba una mirada ferviente hacia ella y también revelaba ese profundo respeto tan cercano de siempre.
Si Agatha la hubiera dejado, probablemente Esmeralda la trataría como una madre, pero ella no permitió tal afecto. Agatha no quería dar esperanzas en ese sentido, pero que no quisiera a la niña como una hija no significaba que la tratara mal.
"Si logras dominarlas, te daré el liderazgo de los Guardianes del Tiempo", respondió Agatha al pensarlo y, dudando, agregó: "Si es que quieres tal puesto".
"¡Por supuesto que lo quiero!", respondió Esmeralda en voz alta, y al darse cuenta de que estaba muy emocionada, añadió: "Deseo proteger lo que usted ha logrado".
Los Guardianes del Tiempo, más que "proteger" lo que ella había logrado, eran un grupo personal que prácticamente era su espada, y Esmeralda lo sabía.
Agatha observó a la joven en calma, pero la dejó que siguiera pensando de ese modo.
A Esmeralda le gustaba dar paz a las almas desdichadas, y al igual que priorizaba a los orfanatos de la iglesia, obtener el liderazgo de los Guardianes del Tiempo le daría las herramientas para realizar sus objetivos.
Al menos Agatha esperaba que cuando ella se fuera, ella pudiera encargarse de esos asuntos...
"Te dejaré continuar con lo tuyo", dijo Agatha, y al ver a la joven asentir, ella dejó la habitación.
Sus pensamientos se dirigieron a su cuerpo en constante cambio, y luego al pensar en su esposo, simplemente suspiró.
"Es muy pronto", murmuró en calma.
En el futuro, ella tendría que dejar este mundo cuando el planeta no pudiera mantenerla a ella, pero por ahora no podía.
"¡Su Excelencia! ¡Su Excelencia!"
Los gritos vinieron de repente del pasillo, y un sacerdote corrió hacia ella, pálido y preocupado.
"¡Jerusalén! ¡Jerusalén ha desaparecido!"
Agatha, que se preguntaba qué era lo que estaba sucediendo, se tensó de inmediato al escuchar esa noticia, y su rostro cambió de inmediato.