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50: Ser la única

Entré a la habitación, y Suzy me estaba esperando acostada en la cama.

—¿Se durmió la niña?

—Sí, estaba agotada— me acosté al lado de ella.

—En cuatro días es su cumpleaños.

—Como pasa el tiempo, ¿Verdad? Ya van a ser once años. Cada día que pasa está mucho más grande.

—Tu también, Caden— se subió encima de mí, y bajó el manguillo de su camisa—. ¿Tienes hambre?

—De ti tengo mucha hambre— le agarré ambas manos y la acerqué a mi—. Desde esta perspectiva te ves mucho más grande, y de todas partes — la besé, y se movió lentamente encima de mí, aún con la ropa puesta.

—¿Qué te pasó, Caden? — no me había dado cuenta, pero al agarrar su muñeca, de la cortada que me hice aún continuaba sangrando.

—No es nada, cielo, fue por Emily.

—Pero esa cortada fue mucho más profunda. ¿Está tomando más de la cuenta?

—Sí, está mucho más grande, hay que comprenderla.

—Está bien, pero al menos cuida de ti— se levantó de encima de mi y fue al baño, para luego regresar con el botiquín y curarme.

—Gracias, preciosa. ¿Continuamos donde lo dejamos? — la tiré a un lado en la cama y me subí sobre ella.

—No puedo esperar, te quiero dentro de mi, Caden.

—Eso fue rápido— reí, y bajé su ropa interior, la tiré al suelo y me acomodé entre sus piernas. Dejé mi erección visible y al colocarlo en su entrada, pude percibir sus deliciosos fluidos. Hace varias semanas no estábamos juntos, llegaba del trabajo algo cansado y no había podido cumplirle como corresponde. Al penetrarla, soltó un gemido y tapó su boca.

—Caden— musitó colocando sus dos brazos alrededor mi cuello y aferrando sus piernas a mi, para que no saliera de ella.

—Eres una pervertida, Suzy. ¿Tanto deseabas esto? — la embestía más rápido y ella mordía sus labios, tratando de no soltar un gemido más fuerte. Esas expresiones que hace cuando lo está sintiendo, son realmente excitantes.

—Te he echado mucho de menos— susurró en mi oído con un hilo de voz.

—¿Mucho?— asintió con su cabeza, y al mirarme fijamente, sentí una corriente dentro de mi—. No me mires así, linda— la besé, porque si seguía viendo esa mirada que me enciende, terminaría muy rápido.

—¿Estás preparado para otro bebé?

—¿Ya no las estás tomando? — pregunté, refiriéndome a las pastillas.

—Las dejé. ¿Quieres otro hijo mío, Caden? — sonrió maliciosa.

—Eres muy hermosa, Suzy. Claro que quiero otro más, nada me haría más feliz. Creo que a Emily también le gustaría.

—Entonces hazme otro hijo, Caden— aceleré mis movimientos al escuchar esa petición tan jodidamente sexy de su boca, y justo en el momento que me corrí dentro de ella, se escuchó la puerta abrirse y no me dio tiempo a salirme de encima de Suzy. Olvidamos cerrar la puerta, yo no quería que ella nos encontrara así.

—Papá...— Emily rascaba sus ojos, y quise creer que no había visto nada.

—Emily— traté de no sonar fatigado, pero estaba casi sin voz. Me salí de encima de Suzy y ella se tapó, obviamente yo también hice lo mismo. No fue tan difícil, ya que aún tenía el bóxer puesto.

—¿Estás bien, papá?

—Claro, pequeña— reí nervioso—. ¿No puedes dormir?

—No, ¿Qué hacían?

—Estábamos jugando, amor.

—¿A qué jugaban?— preguntó curiosa.

—A los conejos— soltó Suzy, y la miré.

—Suzy...

—Al conejo bueno y al conejo malo. Ven aquí, amor— Suzy le señaló la cama.

—Mamá, ¿Había necesidad de quitarte eso? — señaló al suelo, y fue cuando caí en cuenta de que la ropa interior de Suzy estaba ahí.

—Me sentía más cómoda sin eso, pero no te preocupes, no es nada— Suzy guardó la calma, pero por dentro yo estaba cagado. Emily es muy inteligente y estoy seguro que no se creyó el cuento.

Emily se acostó entre medio de los dos y se giró hacia mí.

—¿Puedo dormir con ustedes?

—Claro que sí, princesita— me acosté completamente y me giré hacia ella.

—Te amo, papá— me abrazó, y sonreí.

—Y yo a ti, princesa. Deberías decirle eso también a mamá para que no se ponga celosa.

—A ella también la amo, pero no más que a ti — soltó, y Suzy me miró con una sonrisa.

—Deberías arreglar eso que dijiste, nos debes amar a los dos por igual—dije, y Emily rio.

—Está bien, pues los amo por igual.

Suzy apagó la luz de la mesita de noche, y al estar oscuro, nos mantuvimos en silencio por unos instantes.

—Emily— le llamó Suzy.

—¿Qué sucede, mamá?

—¿Te gustaría tener un hermanito, o quizás una hermanita algún día? — yo también quería saber su respuesta.

—No, no me gustaría. Pienso que conmigo es suficiente— si supiera que quizás es tarde para eso, y más luego de lo que hice con Suzy hace un momento—. Papá no permitiría eso, ¿Verdad?— por suerte no estaba la luz encendida, o no sé si hubiera podido disimular la reacción.

—Tú siempre serás mi princesa— acaricié su cabecita.

—¿Tú quieres tener otro bebé, papá?— su pregunta repentina me puso nervioso.

—Pues, algún día me gustaría. Podrías jugar y ser la hermana mayor, ¿No te gusta la idea?

—No me gusta. Puedo jugar con ustedes o con mis amigas en la escuela, no necesito tener un hermano para eso— tiene su punto—. Yo quiero ser la única, ¿Puedo serlo? Prometo ser siempre una buena niña y no dar problemas, pero no quiero tener un hermanito.

—Está bien, princesa, no tendremos a nadie más, solo a ti, ¿De acuerdo?

—Sí, papá. Buenas noches.

—Buenas noches— Suzy se quedó en silencio, y no podía saber si estaba feliz, nerviosa o molesta por lo que dijo Emily. No habló nada más luego de eso. 

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