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En las Cloacas.

編集者: Adrastea Works

Con su último progreso, Víctor tenía más confianza a la hora de enfrentarse al amargo desafío de Wolf. Tras una dura competición, Víctor y Wolf eran los dos últimos contrincantes que quedaban. En su opinión, Wolf perdió su oportunidad al final porque perdió demasiado tiempo criticando el trabajo de otros músicos en lugar de invertir más energía en estudiar música él mismo.

—Eso creo, Wolf. De hecho, estoy bastante satisfecho con mi nueva obra. ¿Querrías darme alguna sugerencia al respecto? —Víctor había registrado su Nuevo recital de clavecín en la asociación. Wolf no tenía ninguna oportunidad de plagiarlo.

Wolf creyó que Víctor aún seguía muy frustrado con su obra. Ahora su confianza estaba por encima de sus expectativas. El rostro de Wolf se volvió opaco y murmuró:

—La verdad es que no, Victor. Prefiero mantener mi curiosidad. Ya la veremos en tres meses.

Encogiendo los hombros, Víctor sonrió:

—De acuerdo. Esperaba con ganas tu opinión.

Wolf ansiaba deshacerse del tema, y vio a Lucien en pie con sus ropas de lino viejas y baratas. Alzando el mentón, preguntó con desprecio:

—¿Desde cuándo te asocias con gente de los barrios bajos?

Ese comportamiento le viene desde hace mucho tiempo, cuando la familia de Wolf todavía se alzaba entre los nobles. Desde su bisabuelo en adelante, perdieron el título, pero eso no le impide a Wolf referirse a sí mismo como un noble. Miraba por encima del hombro a músicos como Víctor, provenientes de familias normales, sin mencionar a gente pobre como Lucien. Su arrogancia se mezclaba con el odio que sentía hacia Víctor, de modo que en sus ojos Lucien era comparable a un ratón asqueroso saltando a su mesa del comedor.

Lucien estaba algo enfadado, pero ya estaba acostumbrado a esta clase de desprecio. Mientras hubiera estatus social y riqueza en el mundo, la gente se dividiría en distintos niveles. Los superiores y los inferiores, los decentes y los sucios… La única forma de que una persona cambiase esa situación era ansiar el poder y la riqueza. Pero en cuanto alguien lo conseguía, con frecuencia se unían al grupo y se convertía en uno más de los que miran por encima del hombro a la gente de a pie.

—Vigila tus palabras, Wolf —frunciendo el ceño, Víctor le advirtió seriamente—. Lucien es mi nuevo estudiante de música. Es… un joven con mucho talento. Honestamente, Víctor alardeaba de la habilidad de Lucien. Aún no estaba seguro de sus dotes para la música.

—¿Hablas en serio Víctor? ¿De verdad? —Wolf empezó a reírse con tal fuerza que casi pierde el equilibro—. ¿Tan nervioso estás por tu actuación que has perdido el juicio?

A falta de algo de confianza, Víctor intentó contraatacar:

—Aalto es la Ciudad del Salmo, la Cuidad de la Música, todos tienen la oportunidad de aprender música. Muchos bardos excepcionales son de orígenes humildes. El talento musical es un regalo de Dios, y Dios no solo bendice a los ricos y los nobles.

Wolf meneó la cabeza mientras reía:

—¡Venga ya, Victor! Tú y yo sabemos que un talento puede despertar con facilidad la Bendición en su sangre. Llamamos a gente como la Princesa Natasha y Lord Verdi talentos, pero tu estudiante…¡Se realista! Si consigue convertirse en un músico excepcional en el futuro, me disculparé públicamente ante ti y tu estudiante en Crítica Musical, y nunca volveré a celebrar mi propio concierto.

Wolf hizo la apuesta en un arrebato, pero también fue muy cauto. Añadió la palabra "excepcional" a propósito por la dificultad de alcanzar un consenso en lo que hace a un artista realmente excepcional.

Lucien oyó que la Princesa Natasha, también conocida como la Condesa Violet, era la única hija del Gran Duque de Orvarit. Y su título actual era también uno de los prerrequisitos para convertirse en el Gran Duque del Ducado. Tenía un gran talento para la música y una habilidad excelente para tocar el violín, la flauta y el clavecín. Además, la princesa de veinticinco años también era un excepcional Gran Caballero de nivel cinco, a la espera de convertirse en un Caballero Radiante pronto.

Lord Verdi, el sobrino del Gran Duque y también miembro de la familia Violet, acababa de convertirse en un Gran Caballero de nivel cinco, y ejercía actualmente como comandante en jefe de la Guardia de la Ciudad en Aalto.

Victor agitó la cabeza en señal de desagrado:

—Lucien, ignórale. Todo el mundo sabe que Wolf es un completo bastardo. Tu trabajo empieza mañana. Un día libre a la semana. Puedes organizar el día libre con los administradores de la biblioteca. Tengo que ir al odeón.

Lucien asintió y observó al señor Victor abandonar el vestíbulo. Después se dirigió a Elena y le devolvió el contrato:

—Gracias Elena —dijo Lucien.

Había un hoyuelo adorable en la mejilla izquierda de Elena:

—No te preocupes, es mi trabajo. Como dice el señor Víctor, no permitas que el señor Wolf te angustie. Siempre es así… mirando por encima del hombro a la mayoría de miembros de la asociación, salvo a algunos directores con títulos.

—Tengo ganas de ver la mandíbula altanera del señor Wolf dejando un agujero en la alfombra junto a los directores nobles —Lucien se encogió de hombros y sonrió.

Elena soltó una risilla con sus palabras.

Cuando estaba a punto de irse, Elena le detuvo. Su mano derecha cerrada en un puño, y su rostro serio:

—¡Creo en ti, Lucien!¡Puedes ser un músico excepcional!¡El señor Wolf se va a arrepentir de su apuesta!

Sinceramente, Lucien no se tomó la apuesta en serio. Pero alzó el puño al igual que Elena y respondió:

—Desde luego que lo seré.

No había vida nocturna en Aderon. A las nueve de la noche la mayoría de residentes ya estaban dormidos, salvo por algunos borrachos que todavía merodeaban. El resto tenían que prepararse para el duro trabajo de la mañana siguiente.

Lucien le comentó a Joel y Alisa durante la cena que había conseguido un nuevo trabajo, y después volvió a su choza para meditar y prepararse para sus experimentos mágicos.

Cerrando la puerta con delicadeza, Lucien se escabulló de su choza y caminó hasta una de las entradas a las alcantarillas. Aún le llevaría algo de tiempo aprender a construir un pasaje secreto como la bruja.

Tras asegurarse de que nadie observaba, Lucien se adentró en el mundo subterráneo.

El apestoso olor y la pared limosa seguían igual, asquerosos y tristes, pero nada de eso le impedían explorar la magia. Caminando por las tuberías, Lucien mapeaba en su biblioteca espiritual e intentaba encontrar el rincón apropiado para empezar sus experimentos.

También arrancó algo de musgo de la pared y lo guardó en su bolsillo. Era conocido como Musgo Luminoso, y era el reactivo del hechizo de aprendiz Extinción.

Cuanto más se adentraba Lucien, más grotesco se volvía el lugar. Nunca se encontró con un sintecho ahí abajo, como mencionó Corella. El sonido de sus pisadas se intensificaba en las alcantarillas. Incluso podía oír su respiración.

Al fin encontró un lugar ideal: una bifurcación. El camino frontal estaba bloqueado por una roca enorme, mientras que el de la izquierda se perdía en la oscuridad. Lucien podía detectar fácilmente si alguien se aproximara desde esta posición.

Lucien tomó una pizca de azufre de su bolsillo mientras recordaba la estructura del hechizo. Entonces empezó a conjurar un extraño hechizo y el polvo se deslizó entre sus dedos. Su rostro parecía serio y misterioso en la fría luz.

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