—No, necesitamos encontrar una manera de derribar a ese tipo... —Serena miró la silueta flotante; parecía bastante ansiosa—. ¡Aragón, te ordeno que te des prisa y pienses en una manera!
—Yo... —Aragón estaba estupefacto, su expresión era la peor—. «Capitana Serena, tiene un concepto de mí demasiado elevado y me pide que encuentre una solución ahora. ¿Qué tipo de solución puedo encontrar? ¿Cómo puedo volar hasta allí y derribar a ese tipo? No soy un Archimago...»
De hecho, Serena en el fondo ya lo sabía. No había ninguna solución útil en este momento. Ese combate era entre dos potencias legendarias. Aparte de ese tipo temerario, ¿quién más se atrevía a interferir en la lucha? Sin embargo, el problema era que esa persona temeraria le había salvado la vida antes. Serena no podía verlo morir...
—¡Maldito Archimago!
Serena lo regañó con dureza. No podía encontrar una solución, por mucho que pensara en ella.
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