Durante unos pocos segundos, Heidi sintió que el tiempo se detenía. El viento frío del Imperio al que aún no estaba acostumbrada, soplaba a través del jardín donde se encontraban. Ella seguía mirando al Señor mientras él le devolvía la mirada.
Estaba segura de no haberlo oído mal, especialmente cuando el Señor había hablado claramente, por lo que sus oídos lo habían escuchado sin ningún problema. Ella buscó en sus ojos y en su cara algo de humor, pero era difícil distinguir alguna emoción. No porque tuviera una expresión impasible. Él tenía usualmente la misma expresión calmada y serena, con una sonrisa en su atractiva cara. A veces se preguntaba si este es quién era realmente o si era una fachada que había construido para los demás. Su sonrisa parecía sincera, pero no significaba que no hubiera visto la sonrisa engañosa que había desaparecido con la misma rapidez que había aparecido en sus labios previamente.
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