Al escuchar a Rafa decir estas palabras, Cati se rio pensando que bromeaba, hasta que notó la expresión seria en su rostro.
—¿Hablas en serio? —preguntó Cati, intentando razonar—. Entiendo que la evidencia visible es lo más fuerte, pero ¿cómo puedes saber que fue el Señor Alejandro quien dejó los cadáveres ahí? Incluso si lo hizo, no es un hombre descuidado. Es inteligente, y una persona inteligente no dejaría evidencias —lo defendió.
Aunque tenía preguntas que quería hacerle al Señor, confiaba en el hombre del que se había enamorado. Creía en él.
—Tienes razón, Cati, pero el Señor Silas…—comenzó Rafa, pero Cati lo interrumpió.
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