Hubo un total de tres emperadores bestias que se habían colado para lanzar el ataque sorpresa.
Este gigante azul simio era obviamente mucho más inteligente que sus dos compañeros, y desde el principio había planeado escapar, dirigiéndose en secreto a los bordes del campo de batalla. Al ver a Leylin extendiendo su dominio de Lucero del Alba, corrió incluso más rápido sin tener consideración de su vida.
Lástima que pequeños trucos como estos fueran similares a bromas frente a un Lucero del Alba.
—¡Extracción de Sangre! —luz carmesí brilló en los ojos de Leylin, dando al mono gigante la sensación de que se avecinaba una catástrofe. Sin embargo, bajo la represión del dominio del Lucero del Alba, no pudo resistir.
La sangre goteaba de sus poros, tomando forma rápidamente en las manos de Leylin. Con la pérdida de cantidades tan grandes de sangre, el aura del mono se debilitó cada vez más, y sus aullidos de dolor se convirtieron gradualmente en quejidos.
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