—No tienes por qué renunciar a nada —replicó Tangning con los ojos súbitamente rojos.
Huo Jingjing seguía siendo la misma. Por amor, sería capaz de hacer cualquier cosa sin límites y de entregarlo todo.
—Pero no quiero exponerlo a esos dedos acusadores. Ya ha soportado demasiado dolor y calumnias.
Después de que Fang Yu terminó su llamada, se detuvo junto a la puerta y escuchó los sollozos dolorosos de Huo Jingjing. A Huo Jingjing no le gustaba llorar. Después de todo, ella había soportado diez años de tortura. Pero cuando se trataba de él y de su reputación, había perdido completamente el control de sus emociones...
Mientras sostenía con fuerza su teléfono, Fang Yu regresó a la habitación y se paró frente a Huo Jingjing. Tangning entendió que Fang Yu tenía algo que decir, así que a sabiendas se levantó y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.
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