Sabiendo que no podía hacer nada al respecto, Abel se resignó al mal tiempo y procedió a tomar el último cuadernillo en el cajón, tal y como había estado comprobando con anterioridad cuanto más en el fondo estaba el cuadernillo mas nuevo era, aunque la lógica de guardar las cosas en un cajón solía ser diferentes para la gran mayoría de personas, no obstante este no parecía ser el caso de este guía con vocación artística.
Tras tomar el cuadernillo, Abel lo abrió mecánicamente, ciertamente ya había estando haciendo lo mismo con los otros 9 cuadernillos que había en el cajón, por lo cual ya se comenzaron a notar que los movimiento eran algo robóticos debido a la monotonía, pese a ello las historias de los protagonistas siguen siendo interesantes e ojear, por lo que Abel no estaba aburrio.
Al abrir el cuadernillo, lo primero que vislumbro Abel fue la historia de otro personaje, al parecer era una anciana sentada en el banco de una plaza mientras alimentaba con migajas de pan a unos patos que desesperadamente picoteaban el suelo en busca de sus recompensas por su belleza. Con curiosidad acerca de cómo se desarrollaría la historia de esta anciana, Abel dio la vuelta a la primera página y comenzó a curiosear en las series de dibujos como había estado haciendo tantas veces.
Las hojas fueron pasando y para desgracia del joven finalmente había llegado a la penúltima historia, había sido bastante divertido, pero por desgracia todo lo bueno dura poco y finalmente Abel se encontró con el momento en que dentro de poco debía asumir la lucha contra los problemas de la realidad nuevamente. Sin embargo, todavía había unas dos últimas historias que disfrutar, por lo que alegrándose con el vaso medio lleno, Abel con una leve sonrisa en el rostro procedió a dar vuelta la página para disfrutar la siguiente gran historia de este artista.
Pero nomas la página se dio vuelta, la minúscula sonrisa del viudo se transformó en un sonrisa triste bastante desilusionada con lo que se estaba encontrando, ya que la siguiente carilla estaba completamente en blanco.
—Que rapido termino…—Murmuro Abel alzando la cabeza para ver la vela aún encendida parpadeando arriba del escritorio—Bueno aun falta ver que dibujo en esa agenda negra, tal vez sea algo divertido.
No obstante, cuando el hombre se dispuso a cerrar el cuaderno para guardarlo nuevamente en su sitio se detuvo de inmediato, porque si bien su visión estaba bastante cansada gracias a que la vela no iluminaba precisamente de la mejor manera este sótano oscuro y su mente estaba algo dormida por la monotonía de la tarea repetitiva, aun Abel pudo sentir con sus manos una anormalidad en este último cuaderno.
Invadido por su curiosidad, Abel procedió a abrir el cuaderno nuevamente y se dirigió a la hoja número 40 y la dio vuelta de inmediato para encontrarse nuevamente que la siguiente hoja estaba vacía. Por el momento todo era igual que antes, pero Abel con sus manos rozó el espiral, similar a un resorte, que funcionaba para mantener unidas las 50 hojas de cada cuaderno y de inmediato Abel pudo ver la anormalidad, ciertamente había trocitos de papel en el interior del espiral, lo cual era un claro indicador de que alguien había arrancado algunas páginas del cuaderno, los mismos no eran muy visibles bajo la luz de la velas, pero si uno rozaba su mano contra el espiral aun los podía sentir si tenía fortuna de cruzarse con unos de estos trocitos de papel.
Dándose cuenta de esto, Abel procedió a contar las historias y efectivamente descubrió que solo habia visto 8 de las 10 historias que supuestamente contenía este libro, no obstante, aun faltaban dos historia más y las mismas no cabrían nunca en las pocas carillas faltantes por lo que el artistas debió haber arrancado una cuantas hojas. Inmerso en sus pensamientos, Abel se dio cuenta de que únicamente había 41 páginas en el cuaderno por lo que le fueron arrancadas 9 hojas y fue dejada atrás la última hoja.
Sin entender por qué alguien tan obsesivo como este artista tomaria tal decisión, Abel procedió a investigar más en detalle la hoja 41 dejada atrás por el artista, ciertamente la primera carilla estaba vacía y no tenía nada de especial además de haberle provocado a Abel la falsa ilusión de haber llegado al final de los dibujos.
No obstante al dar vuelta la hoja número 41 para ver si el reverso de esta hoja escondía algo, el joven se quedó completamente inmovilizado viendo la perturbadora imagen que tenía al frente de él, puesto que en la última carilla de este cuadernillo se encontraba el final de una serie, es decir el final de la historia de uno de los protagonistas de estas macabras aventuras, pero para el terror absoluto del viudo el rostro de la persona durmiendo pacíficamente en esta última hoja era alguien que conocía muy bien: puesto que era ni más ni menos que su propio rostro!