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VIGGO

Viggo, hijo de Hephaestus (Diosa de la Forja en Orario) y Kain (Antiguo Vástago del Equilibrio), nació como un semi dios. Sin embargo, con una derrota y la incapacidad de esforzarse por un objetivo en la vida, es enviado a entrenar con un furioso maestro. Acompaña a Viggo en su camino para convertirse en dios. "No te disculpes, se mejor" Este fanfic nace como un Spin-Off del fanfic Original "Suerte y Perseverancia" también escrito por mí y en emisión actualmente. Aclaraciones: Me han acusado de sádico con mis lectores, pero desmentiré ese tipo de observaciones. Lo que pasa es que no le doy todas las cosas en bandeja de plata a mis protagonistas; cada cosa se gana. Por otro lado, a veces solo pasa que las situaciones no salen como uno quiere. Sin embargo, ahí es donde radica la magia de un protagonista, en saber moverse dentro de los parámetros y buscar soluciones con las herramientas que ya posee. Créanme, jamás joderé a mis protagonistas si no es para hacerlos mejores y más poderosos. PD: LA IMAGEN ES SOLO REFERENCIAL.

AOoBeligerante · Komik
Peringkat tidak cukup
332 Chs

Orario y el balance 2.290

Al llegar al piso diez el paisaje cambio a una región árida, amplia y cubierta de niebla con árboles blancos como si fuera un bosque fantasma. Al mismo tiempo, aparecieron orcos, gigantes de tres metros de altura con cabeza de cerdo que ocupaban los troncos de los árboles blancos como si fueran garrotes.

Ana y Sakura se seguían haciendo cargo de todo, casi en su totalidad Sakura con su arco y flecha. Ana solo ayudaba cuando los orcos venían en grupos de cinco más.

Por otro lado, Asfi miraba a Viggo con más desagrado a cada momento mientras avanzaban, encontrándolo inútil y oportunista. Solo fingía ser alguien importante detrás de esa armadura brillante, pero no tenía ningún valor.

—¿Po-por qué no haces nada?— preguntó Asfi en un estado molesto

Viggo le dio una breve mirada y después continúo avanzando —porque todavía no es mi momento— dijo con voz gruesa y calmada —siempre lo hacemos así. Las chicas se ocupan de los primeros pisos y yo me hago cargo del piso quince en adelante. Ya cuando llegamos al piso veinticinco nos vemos obligados a realizar un trabajo en conjunto ¿Por qué lo dices?—

—No sé porque no te creo—

Viggo la miró de soslayo y soltó un suspiro. Después miró a Sakura que iba por delante de él con Ana a su lado. Sakura estaba poniendo una flecha en su arco e iba a tensar la cuerda. Viggo le dio unos golpecitos en el hombro, ella miró hacia atrás y él le dijo —déjamelo a mí, nuestra clienta no está convencida de mi palabra—

Sakura soltó la cuerda y mantuvo la flecha en su mano derecha y el arco en su izquierda. Ana al lado izquierdo de Sakura, se hizo a un lado. Viggo avanzó por delante, Sakura y Ana se colocaron a los lados de Asfi y entre las tres lo quedaron mirando. Viggo era tan grande que tuvieron que separarse para poder mirar por los lados. Por delante de Viggo se veía que venía un grupo de cuatro orcos, todos de tres metros de altura, cuerpos voluminosos y cabeza de cerdo.

Viggo hizo aparecer una espada del caos en su mano derecha. La cadenada atada a su antebrazo, mango corto para el uso de una mano, guardamanos con la forma del cráneo de un demonio con los dientes sobre la parte superior de la hoja. A su vez, la hoja de sesenta centímetros tenía grabados rúnicos sobre la parte plana de los lados, con los bordes dentados y la punta ligeramente curvada hacia arriba. Viggo canalizo fuerza del alma y la espada se revistió de un fuego poderoso y asfixiante. Sakura, Ana y Asfi tuvieron que alejarse de Viggo para no ser quemadas. Al mismo tiempo, Viggo continúo avanzando, lanzó la espada al aire, la cadena atada al pomo se alargó, después de alcanzar diez metros, Viggo sostuvo la cadena y tiro de ella para que imitara el efecto de un látigo, golpeara en el centro de los orcos y estallara en llamas. El impacto genero una gran polvareda que disipo la niebla y vaporizo a los orcos. Después de que se disipo la polvareda solo quedaban las piedras purpuras de los monstruos. Viggo se acercó, recogió las cuatro piedras con la mano izquierda y camino de vuelta.

Asfi no apartaba la mirada de la espada que llevaba Viggo en la mano derecha. Si la armadura era increíble, la espada no era inferior. Viggo le tendió su mano izquierda, Asfi estiro sus manos y Viggo soltó las piedras purpura. Asfi las recibió y las miró.

—¿Ahora estás convencida de mi fuerza?— preguntó Viggo

—Sí— dijo Asfi en voz baja

Viggo le dio la espalda y continúo avanzando mientras Sakura lo alcanzaba. Ana y Asfi avanzaron por detrás de ellos mirando el camino y viendo como Sakura abatía a la gran mayoría de los monstruos con sus flechas. Sin embargo, paso algo que sorprendió a Asfi. Ella entendía a simple vista que la espada de Viggo era algo especial así que podía dejar pasar el hecho que la había hecho aparecer de la nada. Sin embargo, cuando a Sakura se le acabaron sus flechas y Viggo levantó su mano derecha e hizo hacer aparecer un manojo de flechas. Fue imposible pasarlo por alto. Eran flechas comunes y corrientes, cuando Sakura las disparó no fueron diferentes de las anteriores flechas. Así que tomo dos suposiciones: número uno, Viggo podía crear objetos con algún poder o número dos, Viggo tenía algún objeto que podía almacenar cosas.

—No deberías mirar al hombre de otra mujer— dijo Ana con un tono de voz suave y seductor —te podrían arrancar los ojos—

Asfia agacho la cabeza de inmediato y Ana soltó una risita. Asfi miró a Ana y pudo ver en su mirada que ella se divertía a costa suya.

—¿Curiosa?— preguntó Ana

—No me gusta tu marido— respondió Asfi de mal humor

—Vaya, nadie hablo de si te gustaba o no mi marido— dijo Ana con un tono de voz juguetón

Asfi se puso furiosamente roja y Ana continúo riéndose de ella.

—Ok, eso fue divertido— dijo Ana —pero hablando en serio, me refería a cómo Vigo hace aparecer las flechas. Eso llamo tu atención ¿No?— Asfi asintió y Ana continuo —es una pena, pero todavía no te puedo decir, no eres de confianza—

—Si— dijo Asfi agachando su rostro mientras sus ojos se llenaban de lágrimas —si te vas a seguir burlando de mí, preferiría que me dejaras morir aquí—

—Lo digo en serio, aun no eres de confianza— dijo Ana con voz suave y seductora. Asfi la miró a los ojos y pudo ver que ella no estaba riendo, ella estaba siendo sincera —los secretos de Viggo no son simples, él se los confía a sus amigos y a su familia, pero sobre todo a las personas confiables. Dime ¿Eres dueña de tu propia vida, de tu destino? De lo contrario, no eres confiable—

—Yo, no soy, dueña de mi vida, el señor Hermes— dijo Asfi en voz baja

—Bueno, por eso mismo no te puedo confiar este secreto—

—¿Por qué me estuviste enseñando al principio?— preguntó Asfi

—Eres una aventurera que viene al calabozo sin saber nada. Eres débil y podrías morir en cualquier momento. Viggo te considera valiosa, por eso me pidió que te ayudara—

—Yo, él me quiere para él—

—Uno no necesariamente necesita desear a alguien de manera carnal para ayudarlo. El futuro de Viggo es más complicado de lo que tú puedes imaginar y él se está moviendo con tal de facilitarlo para todos. Si algún día te vuelves confiable, puede que él te lo cuente. De lo contrario esta será una reunión de una sola vez. En todo caso, no me molesta ayudarte. Pienso que sería una pena que murieras en el calabozo solo por el capricho de un dios—

—El señor Hermes no es así—

—Si tú lo dices—

Viggo y su grupo continúo descendiendo mientras Ana le seguía enseñando cosas a Asfia medida que se enfrentaban a los monstruos hasta que llegaron al piso diecisiete, un lugar desértico, amplio, con paredes y techo de roca. No había monstruos y el único ruido era el que provocaba la brisa arrastrando la tierra árida.

Viggo se detuvo a la mitad del piso, desde está distancia ya era visible la pared de cristal que regeneraba al monstruo rex Goliat. Viggo comprobó la existencia del Goliat dentro del cristal, de su anillo sacó su arco negro y dos flechas. Él se fue a sentar a una roca y el resto lo siguió. Viggo dejo a un lado el arco y tomo las flechas para quitarle la punta metálica.

Al mismo tiempo, Asfi lo miraba con curiosidad. Para empezar, no sabía porque se habían detenido ni porque Viggo les quitaba las puntas a las flechas.

—Muéstrame las piedras que fueron recolectando— dijo Viggo mirándola a los ojos

—¿Las piedras de monstruos?— preguntó Asfi de vuelta

—Sí, esas mismas— respondió Viggo, Asfi camino, tomo la bolsa con las piedras y la abrió para después mostrársela a Viggo. Este último tomo las piedras más grandes similares a la punta de una flecha y dijo —con eso es suficiente—

Asfi retrocedió y vio a Viggo colocar las piedras en la punta de las flechas. Él cerró su mano y dejó el dedo meñique estirado. Después Viggo dirigió el meñique a la piedra en la punta de una flecha, pero se detuvo al ver que su dedo era demasiado grande gracias al guantelete. Viggo se quitó el guantelete, pero se dio cuenta que aun así sus dedos seguían siendo muy grandes. Tomo una profunda respiración y canalizo mana a la punta de la uña que ocupo para escribir una runa en la piedra. La primera piedra purpura en la punta de la flecha tomo un brillo celestial mientras que la segunda piedra tomo un brillo ígneo.

—Yo te sostengo la flecha— dijo Sakura con su arco en la mano izquierda. Ella avanzó, Viggo le tendió la flecha con la runa de Sowelu "S" y ella la recibió. Viggo tomo la flecha con la runa de Isa "I" y camino cargando el arco en su mano izquierda. Todos lo siguieron, pero Asfi tenía más y más curiosidad por lo que iba a hacer hasta que de repente escucho una quebrazón de cristales. Ella miró hacia el fondo del piso y vio un enorme muro de cristales desmoronarse. Al instante siguiente una enorme mano atravesó los cristales y fue claramente visible a la distancia. Después apareció otro brazo, una pierna hasta que finalmente el cuerpo completo se liberó de la muralla de cristales.

—¿Un gigante?— preguntó Asfi muerta de miedo, ella recordó algo y miró a Ana, quien estaba a su derecha —¿Es un monstruo rex?—

—Sí, un monstruo rex— respondió Ana con una amplia sonrisa

—Están locos— grito Asfi, se dio la vuelta y trato de arrancar en la otra dirección. Sin embargo, Ana la tomo por el cuello y evito que ella pudiera escapar —¿Por qué me detienes?—

—¿No tienes curiosidad?— preguntó Ana con una mirada astuta, ella apuntó hacia Viggo quien tomo la flecha con la piedra que emitía un brillo celestial.

Asfi se quedó mirando, después calculo la distancia entre Viggo y el Goliat y pensó que estaba loco. Eran más de quinientos metros. Sin embargo, Viggo tensó la cuerda y a los pocos segundos la soltó. La flecha voló formando un hermoso arco con una estela de color celestial y golpeo en todo el rostro al Goliat. Dicha criatura rugió de dolor y se llevó las manos a la cara. Al mismo tiempo, Viggo tendió su mano y Sakura puso la flecha con el brillo ígneo en la punta. Él coloco la flecha en el arco, tenso la cuerda una vez más y después de unos segundos, soltó la cuerda y la flecha voló formando un hermoso arco ígneo. El Goliat aparto las manos de su rostro solo para que la otra flecha lo golpeara en el lado ya congelado. Se produjo un fuerte estruendo y al instante siguiente la cabeza del Goliat exploto en mil pedazos. La enorme criatura cayó de frente y se desplomo contra el suelo. A los pocos segundos comenzó a desvanecerse en una nube de polvo brillante hasta que solo quedó una enorme piedra purpura.

Asfi no lo quería creer ¿Qué había pasado? ¿Qué fue tan poderoso para que una criatura de esas envergaduras fuera abatida con tanta facilidad?

—Viggo— dijo Asfi caminando con dirección a Viggo sin poder contener su curiosidad. Ella se detuvo a su lado y lo miró a los ojos. Él era enorme, era incomodo mirarlo hacia arriba, pero nada de eso le preocupo —¿Qué fue eso?— preguntó

—Se llama reacción térmica— respondió Viggo dándole una breve mirada —pasa cuando uno expone un objeto a temperaturas extremas. El objeto no puede soportar los fuertes cambios y explota—

—Es, es increíble ¿Cómo se hace?—

—Dime ¿Eres digna de que te confíe este secreto?—

Asfi se quedó congelada sin saber que responder. Ella agacho la cabeza y lo pensó durante unos segundos. Después levantó su rostro y miró a Viggo con el ceño fruncido —me volveré lo suficientemente confiable y tendrás que decirme todos tus secretos—

Viggo soltó una risita, estiro su mano y le desordeno el cabello de manera juguetona.