Aunque Taiyi había sido madre de Eltanin toda su vida, no podía evitar sentir una inmensa ternura maternal por Felis. Quería pasar sus dedos por su cabello y sentir cómo era. Quería oler a su hijo y entender a qué olía. Sabía que dentro de aquel olor a quemado y humo, seguramente escondía otro.
Felis reunió su valentía para preguntar, pero tenía que hacer primero las preguntas importantes, porque solo tenía una noche con ella. —¿Por qué Eltanin tiene tu magia y yo no? Él ha heredado tu magia, pero yo no. ¿O es que está encerrada dentro de mí? —Taiyi sabía por qué preguntaba Felis. Tenía que manejar su pregunta con cuidado. —Sinceramente... no lo sé —dijo—. Tomó una profunda respiración. —Pero pensé que tú tenías magia. Hay muchas —bajó la cabeza—. Se preguntaba si debería incluso hablar de sus fechorías. —Hay muchas historias sobre cómo usas tu magia oscura. —En ese momento se refería a cómo había intentado controlar la bestia de Eltanin.
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