—Mauve —la sonriente cara de Mill apareció en el campo de visión de Mauve.
—Mill —exclamó Mauve—. ¿Qué haces aquí?
—Bueno, el Señor tuvo que salir más temprano de lo normal y me pidió que viniera a buscarte.
Mauve frunció el ceño ante la respuesta de Mill al darse cuenta de que estaba sola en la cama. Apenas podía recordar que él se hubiera unido a ella. Se preguntó qué sería tan importante como para que no pudiera esperar a que ella despertara.
—¿Cómo ha sido tu descanso? —Mill preguntó, mirando a Mauve.
Mauve cerró los ojos brevemente y los abrió antes de responder a la pregunta de Mill. —Ha estado bien, gracias —dijo con una sonrisa educada mientras se movía con cuidado a una posición sentada—. ¿Y el tuyo, Mill? La pregunta apenas salió de sus labios cuando un bostezo se escapó.
—Estuvo bien. ¿Estás lista para levantarte de la cama ahora o te gustaría descansar un poco más? Siempre puedo venir a buscarte más tarde.
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