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Capítulo 2: La chica Misteriosa

En cuanto la había encontrado no sabía muy bien con o que hacer en estás situaciones. Su madre siempre decía que si llegara a pasar algo que fuera muy grave podría en usar el botiquín que le había sido dado para él.

Gracias a dios que nunca hubo algo en la que debía usarlo con él mismo, pero tampoco esperó que lo usaría con una chica. Una de la cuál no sabía nombre y de que escuela provenía.

Nunca esperó esta clase de situaciones. Esto solo pasaría en historias de ficción, aunque su realidad no estaba muy lejos de aquella palabra "ficción" con lo muy avanzado que era está era.

Ya había tenido el tiempo suficiente para revisarla en cuanto la vio completamente inconsciente en el callejón. No había sido consiente de que había dejado su celular en su apartamento para llamar a la ambulancia.

Cuando menos se percató, la había llevado cargando hasta su apartamento. El sentido de lo que es correcto se había inyectado en sus venas, esparciéndose como virus.

Uso todo los medios que sabía para tratar al menos heridas superficiales y nada graves que involucraran sistemas del cuerpo.

Cuando la dejó en su cama miró la cortada que le habían hecho, exactamente en la parte de su espalda. La herida estaba muy recta, básicamente como usar una regla y una cuchilla para cortar cartón corrugado. Además, la punta de su cabello fue cortada limpiamente. Incluso este pelo de color violeta —apenas había identificado el color de su cabello por la luz— se tiñe de rojo por la sangre que sale de la herida.

En ese momento, Boruto ni siquiera piensa que eso era sangre humana. Quería creer que en verdad no lo era.

Un minuto antes y un minuto después, la enorme diferencia en la realidad pone al Uzumaki confundirse. Esta cosa roja... ¿Es salsa de tomate? ¿Acaso la chica estaba en un estado de pobreza tan lamentable como para sentir tanta hambrienta que uso sus últimas fuerzas para exprimir algún tomate que se encontró?

Esta situación le había parecido divertida, muy divertida. Boruto realmente quería reír al saber que solo era algo inofensivo. Pero no puede.

¿Cómo podría?

Está situación era como la veía. Había Sido víctima de un intento de asesinato, y ahora él era el único que podía hacer algo para que no pereciera, y en su propia cama.

La había tratado como sabía que podía y en unos 24 minutos largos había conseguido poder tratar la herida para que no se abriera. No quería perder ese valioso tiempo que había conseguido, por lo que fue corriendo a una farmacia más cercana para pedir más cosas necesarias para estos casos.

Parte de las cosas que exigió fueron costosas y su dinero no alcanzaba, por lo que les dió su número de teléfono para reclamarles el dinero para más adelante. No tenía más opción que llamar a su madre y pedirle el dinero prestado. Ya buscaría una excusa buena para que se lo diera.

Uzumaki no tardó en salir de allí hasta verse como una bala por la calle. Aún así, comenzó preguntarse del porque no había pedido la ayuda de esa gente.

¿Podría confiar en los externos que estaban fuera de su apartamento?

¿Alguno de ellos podría ser el atacante de la chica?

No tenía ni idea de cuál pregunta responder o si realmente la tenía. Lo único que sabía es que, él era la única persona que ella podía en confiarle para salvarla, aunque ella no lo supiera.

En ese momento los segundos se volvieron minutos. Los minutos se volvieron en horas. El tiempo voló como el aire, y todo lo que había en el suelo de su apartamento eran más que analgésicos, vendas, algodones, anestésicos, etc.

Tenía miedo de todo lo que costeaba lo que estaba en su mismo suelo, pero ya eso se preocuparía después.

Al finalizar se tomó una gran bocanada de aire desde el suelo. Estaba sentado en el suelo, mirando a la chica que seguía sin dar signos de despertar en su cama. La miraba en busca de alguna señal que le dijera que abriera los ojos.

Era la primera vez que trabajaba bajo una espantosa presión que le comía por dentro, pero para ser la primera vez, se sentía muy orgulloso de si mismo. Uzumaki Boruto se las arregló para mantener con vida a otro ser vivo, aunque uno que no conocía.

El aire que transmitía esa chica era extraño y misterioso. No olvidaba mencionarse también en la extraña vestimenta que tenía puesta..., ahora que lo mencionaba; solo había tenía una simple túnica negra por arriba y debajo de ella llevaba un kimono blanco como de una princesa, teniendo de un cuello alto, adornado con líneas negras en los bordes y moradas, así como 8 tomoes que corren por el centro y mangas del kimono.

Suponía que era alguna especie de chica muy delicada a la cultura de su familia o algo parecido.

Ya se lo quería preguntar cuando ya haya despertado, pero por ahora quería dejarle todo el tiempo del mundo para descansar tranquilamente. Aunque, una parte le estaba incomodando al pensar en el atacante de la chica.

¿La estará buscando?

Era lo más probable y de lo cual tenía que estar atento. La probabilidad de que fuera apareciendo en su mismo apartamento eran de muy altas, pero tenía fe de que eso no ocurriera.

El sueño no pudo con él, y por lo tanto fue cayendo hasta el suelo. No creía que tomar una siesta ahora sería malo. Ya eran casi las 9 de la noche, así que, dejarse llevar por el sueño era un premio más que suficiente para lo que acababa de hacer.

—Que largo día...

Con esas últimas palabras que murmuró en si mismo cerró completamente sus ojos hasta dejarse llevar por el sueño profundo.

***

Los rayos del sol empezaron a invadir todo el apartamento, alumbrando hasta el más pequeño rinconcito del lugar.

La luz que traspasaba la ventana llegó a toparse contra su cara. No tenía ni idea de qué hora podría ser, pero le molestaba solo el simple hecho de levantarlo a la fuerza por la mañana.

Nunca le había molestado los rayos del sol por las mañanas, ni le alcanzaban cuando estaba durmiendo. Uzumaki sentía que ese pensamiento estaba fuera de discusión en cuanto recordó que había estado dormido en el suelo, mientras que en la cama estaba siendo ocupada por una chica. Una extraña pero inesperada visita que no había tenido pensado que tendría.

No, sino más bien sería en haberse tenido que involucrar en un caso de asesinato hacia esta chica.

Si esto fuera una especie de trama de alguna novela ligera, podría fácilmente salir ileso de esto, pero a las siguientes horas ya sería el objetivo del responsable que hizo esto, y al mismo tiempo estaría en frente de su puerta, esperando para actuar.

Aún con todo lo que pasó de tiempo tenía sus dudas de si debería de llamar a la policía hasta este punto. ¿No sería lo más correcto? ¿Avisar sobre este caso? ¿Pedir protección?

La cabeza le empezaba a dar vueltas como loco al levantarse del suelo hasta estar sentado.

Su mirada se encontró hacia la chica para seguir viendo su condición, sin embargo, su cuerpo y corazón dieron un brinco de la sorpresa, quedando hasta petrificados y fríos sin poder moverse por unos cuantos segundos.

La hora que esperaba al final fue inesperada que fuera sucediendo cuando despertara. Y con la vista al frente hacia su cama, la chica que la estaba ocupando y que había estado atendiendo desde ayer estaba despierta y con la mirada fija hacia él.

La mirada de ambos se habían cruzado detenidamente. Por parte de Uzumaki era de comprender que era lo que pasaba por la cabeza de ella al estarlo viendo.

¿Creerá que la habrá secuestrado?

¿Tendrá la idea equivocada en su situación actual?

Lo que menos quería era que ella lo tomara como un asaltante, secuestrador o en el peor caso... un pervertido. Su mirada inexpresiva no ayudaba, dificultando mucho en saber que es lo que pensaba a través de la mirada y de sus ojos, los cuales estaban de un color violeta al igual que su cabello.

—¿Hey? ¿Hola?... ¿Hola?

La chica miró como Boruto picaba su oído despreocupadamente, mientras la seguía mirando. Trató de esbozar una sonrisa lo mejor que podía, pero no le salia.

Su rostro no cambia en absoluto, dando solo la misma impresión de alguien sospechoso e intranquila hacia ella. En cambio, para sus ojos ella permanecía tranquila, pero notaba esa incomodidad en sus hombros al encogerlos.

—«¿Por qué debo quedarme en torno a solo mirarla como si estuviéramos en una cita a ciegas?» —Boruto se pregunta.

Ahora mismo, Uzumaki debía prepararse para ir a la escuela para asistir a la escuela y saber de sus resultados del examen práctico que tuvo ayer, pero él no quiere dejar a esta misteriosa chica en su habitación.

Y lo peor es que a esta chica de cabello violeta parecía que le gustaba este cuarto por como pasó de mirarlo a ver a su alrededor mucho más segura. De seguro querer acomodarse en la cama, hasta parecía que quería rodar por el piso.

—¿Dónde... estoy?

Los lindos y secos labios de la chica habían pronunciado lentamente esas dos primeras palabras.

Boruto inadvertidamente se arrastró un poco atrás al oír la forma en que la chica se dirigía a él. Le incómodo un poco en como lo hacía, así que tomo guardia.

Por un momento, Boruto pensó en la forma en que ella hablaba. El acento era diferente al que usualmente se hablaba aquí. El tono de su habla era tan raro que podía pensar que era alguien del extranjero. Pensó en la posibilidad que, debía de ser una estudiante que había sido de intercambio en alguna escuela.

Mantuvo su estado congelado, mientras miraba como la chica de cabellos violetas parecía estar expresando su propia insatisfacción, pero no parecía molesta. Ya había esperado lo suficiente por una respuesta de su parte.

—Bueno... Estamos en mi apartamento. Ya sabes..., estoy en uno de los muchos donde se pueden quedar los estudiantes 'ttebasa.

—¿Apartamento? —miró de un lado a otro, toda la habitación nuevamente—. Acaso, ¿tú eres un estudiante?

—Por supuesto, aunque... ¿No crees que es muy obvio? Digo, después de todo el 80% de ciudad académica son estudiantes. —dijo Boruto.

Por más que decía pareciera que ella no le alcanzaba las palabras. Al menos estaba aliviado que ella pudiera entender lo que él decía, sino las cosas se habrían complicado mucho más.

Es más, la conversación empezaba dar una buena señal de cooperación. Al no detectar ningún signo de desconfianza en la chica intuía que podían hablar un poco más relajados que de costumbre.

—Mira... Con respecto a cómo estabas... te encontré en el callejón de aquí al lado cuando dejaba la basura y te traje para sanar tus heridas —paró un momento viendo el rostro tranquilo de la chica, como si sus palabras fueran tan comunes de oír—. Ya sabes, te habían cortado por la espalda 'ttebasa.

—¿Estaba en peligro?

—¿Qué pasa con esa pregunta? —dijo pensativamente.

Definitivamente le asustaba cada vez más esta chica. Las opciones de que quien fuera ella se iban integrando en un listado; ahora tenía la sospecha de que ella pertenecía a alguna clase de grupo de personas expertas en el arte del asesinato.

¿Qué pasaría si eso fuera así?

¿Ahora estaría en la lista de esas personas si supieran que él tiene a una de sus miembros?

¿Debería de comenzar a escribir su testamento?

No parecía que estuviera asustada o al menos inquieta, pero si estaba mirándolo cuidadosamente para ver a través de él, al chico llamado Uzumaki Boruto, la persona que la había salvado de la muerte.

—«Honestamente, esperaba alguna clase de reacción más endeudable.» —la miró con el ceño fruncido.

La chica reaccionó en cuanto miró al suelo, encontrándose con la túnica negra que tenía puesta. Actuó como debía ser una persona del señor femenino; la agarró —aunque estuviera aún con manchas de sangre— y la usó para cubrirse un poco.

Uzumaki pensaba que era bastante tarde como para haber hecho esa reacción de doncella, pero apreciaba tal actitud. Le aliviaba saber que la chica tenía emociones.

Hubo un pequeño intervalo de tiempo en que ambos volvieron a quedarse callados; Boruto con la mirada para abajo de vez en cuando, y la chica para otro lado con la cabeza baja.

Está situación era tan incómoda que Boruto no podía con la tensión.

—Entonces, ¿podrías decirme cuál es tu...

—Sumire...

—...

—Mi nombre... es Sumire...

La primera impresión que tenía sobre dicho nombre era tradicional. Ya había probado con su acento que era extranjera, pero no esperaba que tuviera un nombre de este país. ¿Acaso sus padres eran de diferentes lugares? ¿Quién de ellos era japonés?

—¿Y tú apellido?

Si sabría su apellido es entonces que sabría más de ella, hasta incluso tendría más oportunidad de saber quién era y a qué escuela iba. Sin embargo, no parecía haber intenciones de hablar. Bajo la cabeza, a lo que debía de estar pensando en decirle o no su apellido, aunque era obvio, él era un desconocido.

Tal vez haya apresurado un poco las cosas sin querer. La chica llamada "Sumire" tenía que hacer espacio de tiempo para confiar en él.

—O-Olvídalo, no tienes que responder si no quieres... —inclinó la cabeza hacia abajo en señal de disculpa—. Por ahora estoy bien con solo tu nombre, Sumire-san.

—¿...San...?

—¿No te gusta? ¿Prefieres que no haya algún honorífico? —preguntó.

—No, no es eso... Solo es extraño.

—¿Cómo qué extraño?

—Ese termino que dijiste... es extraño. Yo nunca lo había oído antes... creo... —al simple titubeo de sus palabras, suspiró desanimada.

Entre más hablaba ella, mucho más se le parecía demasiado difícil de entenderla, aún cuando ya había comenzado a hablar con más confianza.

Las complejidades que se trataba esta chica llamada Sumire eran devastadoras para la paciencia de Boruto. No entendía nada de lo que sentía, pensaba o quería ella.

El solo saber que ya se encontraba en unas condiciones regulares era más que suficiente para decir; misión cumplida. Solo faltaban las luces y las señales de neón para verificar que este evento acaba de ser completado en su totalidad.

Si aún seguía con vida luego de haberse quedado dormido, eso daba por hecho que la persona quien la hirió no la encontró. Lo único malo de todo y que seguía siendo un gran problema era esta chica en específico.

—Entonces, ¿me puedes decir por dónde vives o en que escuela estás? —preguntó el Uzumaki.

—¿Disculpa?

—De si me puedes decir dónde queda o en que escuela estás —repitió mirándola con preocupación—. Digo, ellos tienen que saber de tu condición y lo que te pasó 'ttebasa.

—Disculpa... pero no puedo...

—¿Por qué no? ¿Acaso él sabe dónde estás estudiando?

Si las cosas fueran complicarse más, sería en que el atacante de esta chica fuera a saber dónde estudia, y si es así, entonces lo más lógico es que ella sea de una escuela mucho más importante.

Tendría sentido que la atacaran si ella era de una escuela famosa o rica. Eso solo lo llevó a una cosa.

—¿De casualidad, eres de Harunoki?

—Lo siento, no se que es eso. —contestó la chica de pelo violeta.

—No tienes que ocultarlo. No te haré nada. Te lo prometo. Solo quiero confirmarlo.

—Te digo la verdad. Lo sé porque...

—¿Qué sucede? —preguntó.

La chica se agarraba de la túnica negra y al bajar la cabeza suspiró con pesadez, sin mirarlo a la cara.

—La verdad es que... No sé nada... No tengo recuerdos de nada...

Una sorpresa llevaba a otra. Uzumaki estaba en shock en cuanto escucho lo que esa chica confesó delante de él. ¿Estaba diciendo que no recordaba nada? ¿Le había producido amnesia? ¿Una perdida de memoria?

Una pregunta llevaba a la otra, pero no sabía por dónde responderse para sacar algunas teorías.

Si su condición era la de estar con amnesia, entonces todo se complicó a tales grados que le era imposible encargarse. Él podía en ayudarla a localizar donde viva o en que escuela estaba, pero tratar a una chica sin memoria ya era mucho.

—Este... Sumire-san, ¿no recuerdas nada?

La chica en seguida meneó la cabeza en negación a su pregunta.

—¿Al menos puedes intentar recordar algo de tu vida? ¿No sabes de dónde provienes?

—Lo siento —se inclinó haciendo una reverencia en señal de disculpa—. No tengo ni idea de quién soy, de dónde vengo o quienes son mis padres. Solo recuerdo mi nombre... Ni siquiera mi apellido.

—«Bueno, ahora tiene sentido de no querer decírmelo.» —se decía mentalmente sin apartar los ojos de la chica.

Mientras más sabía de ella, menos sabía de ella... Algo así era como estaba viendo toda esta situación.

No podía hacer mucho por ella. No estaba en las capacidades necesarias para poder ayudarla. Ya hizo lo que podía en ayudar a extender su vida.

—Bueno, supongo que por ahora es mejor que te cambies —dijo Boruto mientras se paraba del suelo—. Por suerte ayer que te había atendido la herida, me puse a lavar tu ropa que traías puesta, aparte de esa túnica que tienes allí.

—¿Mi ropa?

—Ya sabes, el kimono que traías —contestó cansado mientras se rascaba la cabeza—. Ya debe de estar seca, ya que la dejé afuera en el balcón toda la noche.

—...Entonces...

—Saldremos ahora, así que lo primero es que te cambies —declaró Boruto mientras se daba la vuelta para pensar—. «Bueno, tal vez debería de darle algo de mi ropa por si las dudas.»

No era de los que le daba ropa a personas totalmente desconocidas —aunque lo más lógico para la sociedad y moralidad es que no lo hagas—, pero esto era una emergencia para la chica, así que pensó en que podía en hacer una excepción.

Al volver su atención hacia la chica, se fue tropezando hasta caer de espaldas. Parte de su cerebro perdió los estribos cuando vio con sus ojos a la chica de cabello violeta semi desnuda y con la intención de salir afuera en el balcón.

—¡Pero no te cambies cuando estoy aquí y menos salir afuera así! —recriminó con los ojos cerrados y sin poder evitar la calentura de si rostro.

Esto solo hizo descubrir que, esta chica era una desvergonzada exhibicionista, al igual que muy extraña.

***

Las malos momentos y los días malos, suelen ir por separado, pero ahora Uzumaki acaba de descubrir que pueden tenerse ambas cosas.

Su situación ahora estaba en la de estar en la calle caminando mientras tenía por detrás a una chica que le acaba de salvar la vida ayer. Esta misma persona no tenía ni memoria, ni dinero, ni amigos, ni contactos y ahora descubrió que es una exhibicionista que no le importaba ser vista por un chico de su misma edad.

Su comportamiento fue incómodo para querer desvestirse en frente de él. ¿Es que a caso fue una forma de pagarle por haberla rescatado? No estaba en contra de eso en lo más mínimo, pero también deseaba que al menos la chica tuviera un poco de tacto y dignidad... ¿La habrá perdido tras tener amnesia?

Boruto miraba de vez en cuando por detrás suyo, esperando que ella lo estuviera siguiendo sin falta. Temía que se fuera distrayendo con algo y la fuera perdiendo de vista en solo unos instantes.

La veía con su kimono que se había secado y limpio. Ahora no tenía mancha alguna de sangre —pudo aprenderlo por medio de un vídeo en internet—, además, cosió dónde estaba la cortadura de cuchillo. No lo quería presumir, pero era bueno en cuanto a habilidades de costura. Ya lo había hecho para aprender a sobrevivir en esta ciudad, y más para ahorrar en ropa.

Ahora mismo sus preocupaciones se habían aumentando en cuanto empezó a ser más conciente algunas cosas; una de ellas era de tener a su lado a una chica extranjera con un kimono blanco y extraño, dónde muchas miradas iban dirigidas hacia ellos. También estaba de que ella no apartaba la mirada en él durante todo el trayecto, hasta creía que estaba lista para atacarlo. No es que quería desconfiar de ella, pero pasó por su cabeza para tomar precauciones. Y por último, hoy estaba faltando a clases.

Para lo último, nunca pensó el día en que faltara a clases sería a causa de una chica... y más en una situación como esta.

Entre la mayoría de las miradas de que iban dirigidas hacia los dos, algunos solo se iban enfocando a la chica en particular.

No podía culparlos. Todos los que estaban allí eran chicos que solo deseaban poder acercársele. Imposible para él negar que ella era una hermosa chica, teniendo unos rasgos tan delicados y además de que su color de cabello era inusual y demasiado cautivador, tenía el pelo suelto y con un kimono. Ella ahora mismo era un arma mortal para los hombres con su misma presencia.

Si tenía que describirla con una simple palabra sería: Realeza.

Sería la palabra más apropiada para ella en este momento, pero no era suficiente para que ella pueda conquistarle su corazón, eso estaba fuera en cuestión. Además, ella se encontraba muy fuera de su alcance como individuo.

—Por cierto, ¿por qué quisiste en usar tu kimono? —preguntó—. Pude haberte dado algo de mi ropa.

—No quería molestarte con eso. Además, si esto era mío es lógico que deba usarlo, ¿no?

—Supongo que si —admitió—. «Aun si dice eso, nadie caminaría con esas ropas.»

El intercambio de palabras se había vuelto un poco mas estable y con más confianza por parte de la chica. Esto le facilitó a Boruto para poder tener alguna oportunidad de tener una pista de que o donde era ella.

No obstante, lo único que sacaba de sus comentarios eran solo palabras de agradecimiento, opiniones del lugar o preguntar sobre porque vivía en un apartamento como el que tenía. Eso último lo puso mal, así que le prohibió seguir tocando ese tema.

Afortunadamente, esas conversaciones iban a terminar ahora, ya que habían conseguido llegar hasta donde Uzumaki tenía pensado venir.

—Listo, ya llegamos.

—¿Qué es este lugar?

La vista e impresión que tenía la chica era de algo enorme. Un edificio enorme estaba delante suyo, la cuál consistía de 4 pisos.

—Aquí es un centro de ayuda cuando unos niños se pierden. Las madres vienen a recogerlos una vez que les comunican que los tienen aquí 'ttebasa.

—¿Acaso... tienes un hijo? ¿Eres una madre?

—¿Cómo llegaste a esa conclusión? —Boruto le preguntó sin miramientos.

La chica se apenó un poco al ver que se había equivocado, pero no pareció que le haya molestado mucho al Uzumaki.

—En cualquier caso, ve a dentro y puedes decirles sobre tu condición —dijo—. Estoy seguro que podrán en ayudarte a que sepas de que escuela estás.

—¿Y tú dónde me esperarás?

—No, yo me iré. Tengo cosas que hacer. Yo no puedo ayudarte más 'ttebasa.

Boruto notó como la chica parecía un poco decepcionada, tal vez era porque pensó una otra cosa que esperara de él, pero no parecía el caso. Por mucho que quisiera ayudarla, y siendo parte de su naturaleza, él no podía hacer más. Eso tenía que dejarlo en manos de los adultos. Un caso como este no era el más apropiado para él.

—Bueno, entonces me despido aquí —le levanta la mano mientras daba media vuelta hacia atrás—. Cuídate Sumire-san.

Tras irse de allí se dirigió a su apartamento de nuevo, y si tal vez tuviera tiempo podría en ir a la escuela. Es posible que tuviera una falta, pero tenía una buena excusa por haber llegado tarde.

Por supuesto que diría todo, pero Boruto se aseguraría de omitir los detalles de que fue siendo presente de un asesinato.

Decidió que lo mejor de todo sería que fuera a acelerar sus pasos. Ni siquiera se había bañado, por lo que tendría muchas personas que lo podrían llamar apestoso. ¿Estaba bien que no lo hiciera? ¿Debería de solo echarse agua y ya?

Su mente iba intranquila mientras más iba pensando en aquella imaginación rara que tenía de vez en cuando. Aunque, en cuanto se había detenido a pensar en breves esas cosas, también había oído otros pasos que se detuvieron.

Un vuelco en el corazón dió cuando miró por detrás suyo, encontrándose con aquella chica Sumire parada en frente de él. Estaba igual que siempre, pero no parecía haber rastros de sudor o algo diferente.

¿Qué estaba haciendo allí?

Era posible que se había olvidado de también despedirse de él, pero si fuera así ya lo hubiera hecho cuando Uzumaki se fue.

—¿Pasa algo?

—Lo siento, pero... —se detuvo un rato al mirar hacia abajo, teniendo la vista en sus pies entre voz baja habló—. Yo... me gustaría en seguir contigo.

—¿Eh? ¿De qué hablas?

—Eres la única persona que me salvó, pero no sé de qué... Aún así, no conozco a nadie más que pueda ayudarme más que tú.

—No, ya te dije —se aclaró Boruto mientras iba moviendo las manos en pánico—. Yo ya no puedo ayudarte. Entiende que yo no puedo seguir contigo para cuidarte 'ttebasa.

Ella no hacía más que comportarse como si fuera una niña pequeña que no tenía rumbo fijo, y más en una ciudad que desconocía completamente.

—No importa. Solo puedo confiar en ti... Por alguna extraña razón me es imposible en confiar en alguien más... —dijo entre voz baja, mientras se inclinaba hacia abajo—. Por favor, déjame al menos quedarme un poco más contigo.

Y allí estaba, viendo como una chica que no conocía haciéndole una reverencia de súplica hacia él. No tenía ni idea de cómo manejar esta clase de situación, pero algo que si sabía es que todas las palabras que ella estaba diciendo eran verdad, y ni una pizca de mentira.

No sabía muy bien que o quien es esta chica extraña, pero estaba seguro que esa forma de desconfiar en los demás debe de ser algo que haya pasado antes de encontrarla.

Las ideas no las tenía claras, y no estaba seguro quien fuera ella. A pesar de que no quería meterse más con ella, seguía pidiendo por su ayuda y eso ya era mucha responsabilidad para él, pero también se iba poniendo mal por ella al querer depender de alguien como él. Estaba seguro que si él la continúa rechazando y se largue de aquí, ese sentimiento de culpa lo atormentaría por el resto de su vida.

No quería retar a su conciencia cuando eso llegara a pasar. No tuvo de otra más que solo quedarse callado y dar media vuelta.

La chica lo miró detenidamente con miedo a ver cómo éste se fue alejando de ella, y con las manos en los bolsillos de su pantalón.

Lo pensó un poco y es posible que tenía algo de razón él. Ya había hecho mucho por ella y si seguía así, es posible que sea una carga para él. No era de esa clase de personas que guste de muchas responsabilidades, pero si podía deducir que era un buen chico.

—Oye...

Boruto le llamó, volteando a verla a lo lejos con una expresión de indiferencia, mientras señalaba una tienda que estaba a lo lejos de la otra calle.

—¿Sabes que es eso? —preguntó.

—¿Una tienda?

—No... Bueno, si. Lo que quiero preguntar es si sabes lo que venden. —recalcó con un poco de malestar.

Definitivamente era como si estuviera con una niña pequeña.

—No, no lo sé.

—Ya veo... Supongo que tú perdida de la memoria es más grave. —dijo mientras miraba detenidamente la situación en la que la chica estaba.

Ya había oído los casos de la amnesia, pero nunca lo había visto en persona. Es mucho más terrorífico de lo que imaginaba, y muy triste al ver a la chica.

—Eso se llama helado, ¿quieres uno?

La propuesta estaba en la mesa, ahora solo faltaba que la chica se decidiera en si iba aceptarlo o no. Sea cual sea la decisión suya, Uzumaki Boruto tendría que asumir con las consecuencias por siempre y para siempre de sus días.

Algo en él le decía eso mismo, que fuera lo que sea que iba a decir la chica ya no habría marcha atrás, y sin embargo, no tuvo tiempo de parpadear cuando vio como ella se puso a su lado y parecía curiosa sobre lo que sea que fuera eso que llaman helado.

¿Habrá tomado la decisión correcta sobre esto?

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Continuará...