Capítulo 1 – ¡Renací!... ¿Para ver una película?

¿Por qué no estoy muerto?

Sí, lo sé, suena deprimente. Pero seamos sinceros, cualquiera pensaría lo mismo si su último recuerdo fuera el de un tipo con un cuchillo corriendo hacia ti como si estuviera en una mala película de terror. Y luego, claro, el dolor agudo perforando tu vientre. Un final de lo más trágico... o al menos, eso creía.

Pero aquí estoy, confundido, como si me hubiera despertado de una siesta en una clase de matemáticas. Preguntas pasan por mi mente: ¿Qué demonios pasó? ¿Por qué no estoy en un hospital? ¿Atraparon al loco que se coló en el hotel? ¿Alguien le dio de comer a mi dulce, lindo y muy amable gato? Porque, sinceramente, si dejo a ese felino hambriento, puede que me asesine más rápido que el tipo del cuchillo. Y, lo más desconcertante de todo: ¿Por qué diablos no siento ningún dolor?

Repasemos. Estaba regresando al hotel tras un evento de caridad para un grupo de orfanatos, destinado a recaudar fondos. Nada fuera de lo común, solo otro día de ser un buen samaritano, aunque un poco más glamuroso. Al llegar a la puerta de mi habitación, de la nada, un hombre de mediana edad, visiblemente ebrio y, posiblemente, con más drogas en el cuerpo que un laboratorio farmacéutico, aparece en el pasillo con un cuchillo en la mano, gritando:

"¡Te lo advertí! ¡Deberías haberme escuchado!"

¿Perdón? No tenía ni idea de quién era. Mi cerebro intentó buscar algún archivo de memoria donde pudiera haber conocido a este lunático, pero nada. Claramente, me había confundido con otro pobre infeliz.

Sí, bastante triste morir así. Ahora, imagina cómo fue para mí, el objetivo de su histeria, que estaba allí en vivo y en directo, sin opción de cambiar de canal o seguir leyendo.

Intenté calmarlo, como buen actor que soy, usando mi mejor tono pacificador.

Claramente, no funcionó.

Morí. O al menos eso creí... Pero aquí estoy. ¿Por qué no me dejan descansar en paz? Suspiro con resignación. No es como si hubiera pedido una secuela de mi vida.

Para los que aún no me conocen (¡gracias por nada, fama!), soy Nadir Smith, un artista con una larga trayectoria en el mundo del entretenimiento. Un placer conocerte , aunque esperaba hacer este tipo de presentación en un escenario y no desde un callejón oscuro.

Sí, porque hablando de eso, estaba en uno, tirado en el suelo, mirando el cielo. Lentamente, me incorporé y eché un vistazo alrededor. Todo estaba oscuro, apenas podía ver algo con la tenue luz de las farolas. Sentía mi ropa húmeda, lo cual, como imaginarás, nunca es buena señal.

Llovió , pensé en un intento de darle lógica a la situación. Pero cuando enfoqué la vista y palpé mi camiseta, me di cuenta de que no era lluvia. Ni agua. Ni sudor.

Era sangre.

Sí, la cosa se está poniendo interesante, ¿verdad? Lo más raro de toda esta situación, que ya de por sí era más extraña que un guion de bajo presupuesto era que la sangre se concentraba justo en el lugar donde sentía el dolor antes de... bueno lo que sea que me haya pasado.

Ah, ¿qué demonios están pasando? Me dije, tratando de unir las piezas de este rompecabezas extraño. Fui acuchillado, eso es un hecho, pero ¿Cómo llegué aquí? ¿Acaso me dejaron tirado en este callejón en lugar de llevarme al hospital? ¿Qué soy, un actor desechable en un episodio de una serie de crimen?

Nada de esto tiene sentido. Yo, Nadir Smith, un actor reconocido, una figura pública. ¿Me dejaron tirado para morir? No tengo enemigos, al menos no que recuerde. Tal vez alguien se sintió ofendido porque no firmé un autógrafo, pero esto es un poco extremo, ¿no?

Mientras divagaba en mis pensamientos y recordaba mi querida mansión (y ese gato adorable que probablemente ya esté conspirando en mi contra), un dolor agudo atravesó mi cabeza como un rayo, sacudiendo todo dentro de mí. Caí de nuevo al suelo y mientras el dolor disminuía, vi algo. Era como una película, pero fragmentada, caótica, sin lógica aparente. Sin embargo, lo comprendí todo.

Vi la vida de alguien más, sus recuerdos, sus sentimientos. Lo vi, lo sentí y lo entendí.

He renacido.