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Primeros Colores II

De la tierra comenzó a formarse agujeros como piletas, unos mas grandes que otros, esparcidos en distintos lugares, y desde la parte central de cada uno comenzó a brotar agua cristalina.

Nuwa estaba tan emocionada, se sentía como si todo fuera nuevo para ella, la primera vez que hacía algo como esto, obviamente no era el caso, pero amaba tanto crear cosas así, porque sabía que luego podría disfrutarlas como si fueran un juguete nuevo para un pequeño que espera el gran día de su cumpleaños.

Estaba tan afanada en su profunda alegría, viendo como cada fuente se transformaba en una especie de manantial, que curiosamente por un momento olvidó todo el dolor que alguna vez sentia con tanta intensidad que no le dejaba respirar. Su gran amor, Fixi. Lo extrañaba tanto que sólo pensar en su nombre era como desgarrar una herida de su cuerpo. Sentía un vacío tan doloroso que probablemente esa fue una de las razones por la que se fue de la tierra y llegó a un mundo vacío, no tan vacío. Nada de eso estaba sintiendo en este momento, era como si todo se borrara, dejando un espacio que estaba siendo llenado con colores.

Con entusiasmo quería crear más cosas, pero cuando se iba a poner en marcha se sintió tan cansada que no tuvo más remedio que sentarse y disfrutar lo que había hecho, no era menor, el agua era un recurso esencial para la existencia de la vida, y eso exigió demasiada energía de Nuwa. Aunque se moría de ganas por continuar, sabía que exigir demasiado podía arrebatarle todo su poder, o dejarla al borde de la muerte. No era necesario correr tantos riesgos si esta vez había tiempo de sobra, ya no habían guerras que luchar, ni humanidad que defender.

El agua se veía tan refrescante que después probar la temperatura con sus pies, se vio tentada a sumergirse y nadar. Como estaba sola, y no sabía por cuánto tiempo lo estaría, no tuvo que preocuparse de que alguien viera su cuerpo desnudo. Se atrevió a sacarse su vestido real, y se adentró en uno de los pozos. El contacto del agua con su piel fue placentero para ella, el calor era extremo y el agua era realmente fresco que ponía su piel de gallina hasta colocar sus pechos más firmes de lo que ya eran, y el agua era tan transparente que podía ver su cuerpo relajarse bajo el agua.

Después de un buen rato, se encontró flotando de espaldas con los ojos cerrados y sus pechos saliendo de la superficie, mirando hacia el sol, cuando sintió una sombra sobre ella, como si tapara toda la luz del sol.