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Gwyn

Fuera de Anor Londo, a unos pocos miles de kilómetros, un vasto bosque se extendía a lo largo de cientos de kilómetros.

Dentro del gran bosque, oscurecido por la maleza de los enormes árboles que lo habitaban, una pequeña sombra corría a gran velocidad entre los árboles.

La sombra pertenecía era un niño de no más de 6 años, que a pesar de su corta edad mostraba varias heridas y cicatrices alrededor del cuerpo.

Tenía la piel pálida, su pelo era largo y grisáceo, y sus ojos anaranjados le daban una apariencia exótica que era completamente arruinada por su estado cansado y maltratado.

A pesar de que correr a esa velocidad podía hacer que varias de las heridas ya cicatrizadas en su cuerpo volvieran a abrirse, el niño corría ignorando o sin importarle este hecho, y evidentemente no era por placer.

Detrás de él, una criatura parecida a un lagarto, pero del tamaño de un caballo lo perseguía furioso.

"¡Mierda déjame en paz!". -Grito el niño agotado, mientras saltaba hacia un lado, evitando por poco una pequeña bola de fuego que al impactar contra un enrome árbol dejo un gran agujero en su corteza, la cual empezó a arder.

"¡Mierda lagarto, espera a que despierte mi espíritu, pienso volver y vengarme!". -Chillo el niño y seguidamente esquivo otra de las bolas de fuego, pero esta le rozo el brazo dejando una pequeña quemadura en él.

'¡Mierda! ¡Déjame en paz! ¡Cómo iba yo a saber que la puta piedra resultaría ser el huevo de un lagarto gigante!'. -Pensó con ironía.

Acelerando y superando sus límites, el niño apretó los dientes al sentir varias de las heridas en su cuerpo ya cicatrizadas, abrirse.

No muy lejos de él, vio un gran barranco y sin dudarlo se dirigió hacia él.

Desde el barranco se podía escuchar el sonido de una cascada, así que sintiendo como el lagarto estaba cada vez más cerca de él, apretó los dientes y salto.

Mientras saltaba se dio la vuelta para mirar al lagarto y con esfuerzo extendió las dos manos, mostrando los dedos medios de cada uno.

"¡Te juro que me vengara lagarto!". -Grito el niño, y seguidamente empezó a caer hacia su supuesta salvación.

Cayendo por el barranco, el niño miro hacia delante sin miedo en los ojos. Si había algo que no temía, era la muerte, pues ya la había afrontado una vez. Entonces porque temerla.

El niño era Gwyn, anteriormente llamado Alex y el cual había hecho una propuesta con el misterioso ser.

Viendo el agua del fondo cada vez más cerca, apretó los dientes y cerro los ojos preparándose para el impacto, pero contrariamente a lo que esperaba, el dolor insoportable o incluso la muerte no llego.

Al abrir los ojos, se encontró flotando a unos pocos metros de su supuesta salvación. Un pequeño riachuelo de no más de 1 metro de profundidad, sin duda una muerte segura y dolorosa.

Levantando la cabeza, se encontró con la penetrante mirada de unos ojos azules, pertenecientes a un hombre de cabello negro y corto.

"Mhh Hola Artorias". -Saludo Gwyn con una sonrisa amistosa e ignorando el hecho de que hace unos segundos casi muere.

"Tú... Un día de estos tu padre me va a matar. Le he prometido que te mantendría vivo, pero me lo pones ralamente difícil". -Suspiro el hombre mientras lentamente aterrizaban en el suelo.

"No te preocupes, no creo que a mi padre le importe que muera más allá de la vergüenza de perder a su primogénito". -Respondió Gwyn mientras se limpiaba la sangre con un pequeño trapo.

"Tú... Realmente piensas eso de tu padre". -Pregunto Artorias dejando escapar un suspiro triste.

"Lo que piense o no piense de mi padre da igual, de todas formas, que haces aquí. Debe ser algo importante para venir a verme después de dejarme tirado en este bosque. ¿Cuánto han sido? ¿Cuatro meses..? ¿Quizás cinco? Perdí la cuenta después del tercero".

"..."

Dejando escapar otro suspiro, Artorias que había suspirado más veces ese día que en todo lo que llevaba de vida, agarró a Gwyn por el hombro y con una facilidad asombrosa salto sobre una enorme espada que levitaba a escasos centímetros del suelo.

Inmediatamente, la espada empezó a volar a una velocidad asombrosa, dejando en pocos minutos el bosque a sus espaldas.

"En unos días cumplirás seis años". -Explico Artorias mientras volaban en la espada. La fuerza espiritual de Artorias protegía a Gwyn del fuerte impacto contra el viento.

"¿Seis ya..? Como pasa el tiempo cuando tu vida es una tortura...". -Suspiro Gwyn con arrepentimiento, pero rápidamente empezó a reírse, causando que Artorias lo mirara extrañamente.

"Está bien, por fin tendré mi ceremonia de despertar... ¿Sabes? He hecho una promesa de venganza. Y pienso cumplirla". -Dijo Gwyn.

Negando con la cabeza ante las tonterías de Gwyn, Artorias aceleró, no queriendo pasar más tiempo del necesario con el pequeño Principie Loco.

.....

"Mhhh... Meses sin poder disfrutar del agua caliente, te hacen realmente saber apreciarla...". -Gimió Gwyn, adentrándose en una gran bañera con agua caliente.

Después de disfrutar del placer del agua caliente durante un rato, se levantó y se secó con una pequeña toalla. Poniéndose la ropa, o mejor dicho, las túnicas bordadas en oro, se acercó al espejo.

"No está mal". -Asintió satisfecho mirándose en el espejo. Aunque no se consideraba un adonis a sí mismo, se sentía satisfecho con su apariencia.

[Imagen]

Saliendo del baño, miro a las varias criadas que lo esperaban inmóviles, las cuales tenían la tarea de asearlo, y a la cual Gwyn se negó. Porque aunque no le molestaría que varias criadas lo lavaran, no estaba acostumbrado a dejar que otras personas hicieran el trabajo por él.

Al verlo, todas hicieron rápidamente una reverencia.

"Está bien. Traedme vendas". -Ordeno Gwyn, a lo que rápidamente una de ellas salió por la puerta, y ni un minutos después regreso con un gran montón de vendas.

Agradeciendo a la criada y negándose a la repetida ayuda para ponerse las vendas, Gwyn las despidió de su habitación, y empezó a ponerse las vendas.

Aunque había varias formas de hacer desaparecer sus heridas y cicatrices, tales como plantas medicinales o incluso maestros espirituales centrados en la curación, él se negaba a dejar que las heridas de su esfuerzo desaparecieran.

Aunque la mayoría lo consideraría un tonto, a él no le molestaban unas cuantas cicatrices, siempre y cuando no le resultaran perjudiciales.

"Mhh". -Terminando de envolverse gran parte de los brazos y las piernas con vendas, Gwyn se levantó de su cama.

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