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parte 6

Su boca estaba abierta, su respiración era irregular y la mirada que se dedicó a sí misma fue la de desesperación.

¿Por qué?

―Aún no terminamos.

Una voz que reconoció.

Alzó la cabeza.

Ya no estaba en el baño, estaba en la cama de una habitación diferente a la del maestro, la persona delante a ella estaba de pie, mirándola como si ella fuese la que debía agachar la cabeza.

¿Por qué su cuerpo no se movía?

Estaba cansada.

Kukulkan sintió como todo su cuerpo hormigueaba, como su consciencia iba y venía, pero aun así no podía caer.

¿Por qué no podía caer?

Los ojos de Kukulkan se dirigieron al del hombre quien estaba viéndola esperando una respuesta, esperando que dijera algo.

Como si deseara que ella rogara.

¿Qué es lo que debía rogar?

― ¿No dirás nada?

― ¿Eh?

La pregunta hizo que Kukulkan se mirara. Su cuerpo desnudo y cubierto de sudor, a diferencia de siempre que había estado en la cama de su maestro ella no fue quien estaba en la parte de arriba.

Fue quien se encontró atrapada en la parte inferior.

―Si no dices nada solo me iré.

No.

Kukulkan no lo deseaba, la calidez momentánea y el impacto en su cuerpo se sintió bien para que aquella persona se fuera, no deseaba que aquello llegara a su fin.

No quería que nada de esto pasara al olvido, se sintió bien, como si su cuerpo le gritara que detuviera al hombre que estaba viéndola desde arriba.

No quería que esto terminara.

―Yo...

Kukulkan entró en razón.

¿No estaba aceptando el deseo de otra persona por encima del afecto del maestro?

No podía rebajarse así, no podía dejarlo sin más y-

―Bien, me voy.

― ¡No! ―los ojos de Kukulkan se abrieron cuando tomó la manga de la camisa del hombre quien había dado un paso hacia atrás para alejarse de ella.

La respiración de Kukulkan fue más irregular, más intranquila, más fuera de sí.

La desesperación llegó a Kukulkan, la mujer no dijo nada ante la negación de querer que aquella persona se fuera, porque para ella, Emiya era lo que estaba buscando para completarse, para sentir por primera vez el final de lo que pensó que estaba logrando con su maestro.

Ella solo quería sentirlo una vez.

Un tirón del brazo de vash hizo que los ojos de Kukulkan se abrieron cuando el hombre se alejó y se acercó a la puerta de la habitación para salir.

―Supongo que ya hemos terminado.

"No"

La palabra no salió de la boca de Kukulkan, intentó ponerse de pie, pero no logró hacerlo, su cuerpo no respondió, cuando estaba al borde de la cama simplemente se lanzó al suelo y se acercó con los brazos a la figura que le daba la espalda.

Extendió su mano para tomar el pantalón del hombre quien dio un paso a la salida.

No logró agarrarlo.

La mirada de Kukulkan se fijó únicamente en la salida de la habitación, el como la puerta frente a ella mostró nada más que un resplandor ante el pasillo y la diferencia de la habitación con las luces apenas iluminando.

Si salía ahora cualquier podría verla, en ese estado patético.

La pisada con el sonido del zapato de vestir golpear el suelo del pasillo hizo que Kukulkan se moviera una vez más sin pensar.

No le importó ser vista por cualquiera, solo quería sentirse bien, completa.

Solo quiso sentir placer real por una vez.

El suelo del pasillo cuando se arrastró afuera colapsó. Kukulkan gritó cuando ella cayó a la nada y...

...

Kukulkan respiró hondo cuando despertó.

Se sentó en la cama y vio el reloj que marcaba las doce y cuarto de la noche.

Su cabello arreglado usualmente estaba caído, solo estaba vistiendo la ropa interior después de haber estado con el maestro, por lo que sintió su cuerpo enfriarse casi al instante en que se levantó de las sábanas.

Una gota de sudor cayó por su frente, su pelo estaba húmedo en las raíces, el frío que estaba sintiendo era por el repentino frío que golpeó su cuerpo debido al acondicionador de aire que estaba en la habitación.

¿Pero por qué estaba húmeda a este punto?, no solo fue su cuerpo en la piel dónde sintió que estaba mojada.

Su entrepierna estaba mucho más húmeda sintió como su ropa interior estaba mojada de igual forma justo en aquella parte.

Bajo sus pies descalzos y piso el suelo frío, se sintió mareada mientras que daba pasos hacia el baño, al llegar puso ambas manos en los costados del lavabo y se miró en el espejo.

No estaba haciendo aquel rostro que vio en su sueño.

Un sueño.

Kukulkan se rio al momento de pensar en que algo como eso se podría considerar un sueño, al final más parecía una pesadilla de lo vivida que había sido. Todo su cuerpo estaba temblando ante lo que había sentido. Aquella pesadilla había sido tan real que incluso podía jurar que su cuerpo estaba intentando alejarse de la sensación que tomó control de ella en aquel momento.

Kukulkan se lavó el rostro unos instantes con el agua antes de volver a caminar hacia la habitación, habían pasado otros siete minutos en el reloj.

Quedaba tiempo para ir a ver lo que la diosa Kama le había comentado con anterioridad.

...

No se había vestido.

Kukulkan agradeció que era de noche. Solo había tomado una de las sábanas de la habitación y se la había puesto encima.

Sentía que necesitaba darse un baño antes de si quiera pensar en vestirse. Incluso ahora, que podía simplemente volver a su mejor momento con mana.

No sintió que debiera hacerlo.

Agradecía no haberse topado con otro servant, en parte por el área en donde estaba la reina Morgana que no había muchos presentes, pero de camino hasta ese corredor creyó que en algún instante alguien la vería.

No supo cuando estuvo de pie frente a la puerta, tampoco durante cuanto tiempo se había quedado en blanco viendo aquella escena una vez más. Como aquella mujer que consideró noble estaba en aquel estado lamentable una vez más, no solo a voluntad, si no que pareciendo disfrutarlo hasta el último instante.

¿Ella podría llegar a ese estado?

Los ojos de Kukulkan estaban centrados en como Vash entraba y salía con fuerza de la mujer quien estaba abrazando al hombre por el cuello esperando aliviar lo que sea que estuviera sintiendo.

¿De verdad ella podía llegar a esto con el maestro?

No.

La respuesta llegó casi de inmediato en la cabeza de Kukulkan cuando veía como incluso una vez más levantaba a la reina como si fuese nada. Si bien Ritsuka había entrenado por un buen tiempo aún no podría llegar a esto, y mucho más importante que la fuerza física.

Era el hecho que no estaría al nivel de imponencia que aquel tirador de tez blanca que estaba jugando con el cuerpo de Morgana como quería.

¿Podría sentir lo mismo y terminar por una vez si se lo pedía al hombre?

La idea que anteriormente había sido rechazada de inmediato en su cabeza ahora quedó en una incógnita que deseaba contestar. La forma en la que el hombre estaba moviéndose...

Kukulkan deseó estar en el lugar de Morgana.

Con la mirada perdida y su cuerpo sin reaccionar como ella deseaba, Kukulkan llevó una mano a su entrepierna y mientras que Vash estaba sometiendo una y otra vez a la mujer en la cama.

Ella se imaginó siendo la que estaba siendo sometida.

Comenzó a mover los dedos con el mismo ritmo el cual veía a Vash entrar y salir de la reina. Fue allí que por primera vez comenzó a buscar el placer por la carne antes de la mente. La idea de ella estando ahí parada, siendo utilizada de la misma forma en que lo estaba siendo Morgana.

Ella deseaba su lugar.

No paso mucho antes que al mismo ritmo en que movía sus dedos, fue que por primera vez desde que había tenido memoria llegó al final de lo que su cuerpo clamó.

Un orgasmo que se había rehusado a salir tomó luz haciendo que caiga de rodillas frente a la puerta. El liquido de su entrepierna salió sin control ante la primera vez después de tanto tiempo conteniéndose, Kukulkan se mordió el labio y apoyó su cabeza contra la puerta sin dejar de mirar.

Ella deseaba más.

―Puedes tener más si lo deseas.

Los ojos de Kukulkan se abrieron en horror cuando escuchó una voz a su lado.

Se giró y vio a Kama quien le saludó con una sonrisa, agitando la mano a modo de saludo Kama dio otro paso cerca de Kukulkan antes de ver como la mujer estaba desesperada por querer abandonar el lugar.

―Si te mueves se darán cuenta, sabía que vendrías, preparé una barrera para evitar que te descubrieran al igual que la última vez.

Kukulkan se detuvo y miró a Kama a los ojos. Era obvio que no parecía mentir.

―Ellos...

― ¿Por qué crees que me acerqué?, yo también pasé por aquí aquella vez, no puedo creer que te quedaste tan embelesada mientras que otros lo hacían.

Kukulkan no respondió, solo agachó la cabeza ante la aceptación de tal evento, pero la duda seguía.

―Entonces Vash...

―Oh, hablé con él, sabes, es difícil colarse en su visión, era obvio que te notaría, no fuiste muy sutil que digamos.

―Él lo sabía...

―Querida, cualquiera puede ver tú frustración ―Kama se agachó a la altura de Kukulkan, la mirada de la mujer seguía en el suelo―. Vamos, mírame, ¿no sabes que antes estaba con el maestro?

―Lo lastimaste...

Kukulkan no dijo nada más, ella sabía como Ritsuka había caído en el sentido de perdida cuando la persona que creyó que estaba interesada en él simplemente se alejó sin más.

―Soy una diosa que simboliza el amor, era obvio que buscaría primero comprobar al maestro antes que, a otros, ¿no se supone que quien nos comanda debe ser el más digno? ―Kukulkan no siguió lo que Kama estaba diciendo, la mujer de pelo blanco se dio cuenta de ello y suspiró ante ese resultado―. Bien, ¿quieres sentirte bien por el maestro o deseas sentirte bien por tú persona?

― ¿Por mí persona?

Kama asintió.

―Creo que hablaste con Vash sobre esto, no intercambiamos muchas conversaciones, pero mencionó que una diosa novata le preguntó sobre un buen dios para los humanos, y solo conozco a una novata entre nosotros.

Kukulkan tragó ante el título despectivo. "Diosa novata" era claramente una forma de referirse a ella de manera más que directa.

― ¿Es eso lo que soy a los ojos de ustedes? ―Kukulkan se desanimó. Ella había intentado seguir el ritmo de los demás Dioses, cuando llegó al punto en que ascendió a lo que su espíritu podía ofrecer en Chaldea creyó que ya lo comprendía todo.

Más solo fue una mentira que se puso a sí misma ante su propia ignorancia, era por esa razón que retrocedió y volvió a su ropa de cuando había sido recién convocada.

―Preguntaste por un Dios para los humanos, entonces deberías haberte preparado para un ser un Dios egoísta.

Kukulkan abrió la boca ante esa declaración.

Fue semejante a las burlas que solía recibir de vash por querer un ser un Dios para el hombre.

― ¿Por qué el egoísmo? ―Kukulkan se estaba molestando, siempre fueron esas palabras, pero nunca le dieron una respuesta―. ¿Qué tiene que ver uno mismo con ser un Dios para otros?

Quiso gritar, pero contuvo las ganas. Kukulkan apretó los puños con molestia, ella sabía, que en términos de fuerza no se quedaba atrás con nadie, era fuerte, muy fuerte, podría volar a vash con solo su poder desatado, ¿pero por qué al final se sintió más inútil que un mero humano?

No es como si fuera tan fácil derrotar a alguien que peleo uno vs uno contra behemot

―Piensa en ello ―Kama inclinó su cabeza hacia un lado―, mírate ahora, patética dudando de lo que realmente, ¿quieres decir que el deseo de un humano es mayor al de un Dios?, ¿al de tú propio ser?, solo te escudas con la idea de contemplar a los humanos por encima de tú persona, y ahí está tú más grande error.

Kama no dijo más, miró atentamente a Kukulkan quien se quedó viendo a la diosa a los ojos esperando la respuesta. De verdad que quería comprender su error, y siendo que todos los dioses presentes la criticaban por lo mismo entonces solo daba un resultado.

Ella era la única que estaba pensando de forma errónea.

― ¿Qué es? ―Kukulkan alzó las manos y tomó por los hombros a Kama quien no cambió su expresión.

―... ―una mano subió de Kama, pasó de la mejilla de Kukulkan tocándola suavemente hasta bajar por el pecho de la mujer, delineando el cuerpo de Kukulkan con los dedos, eso hasta tocar el vientre de esta.

Un ardor se formó en la parte baja del cuerpo de Kukulkan. La boca de la mujer se abrió junto con una mirada perdida que se dio a la nada.

No quería algo como eso, pero al mismo tiempo en que su cuerpo iba a mil, su mente se fue nublando. Kama acercó su cabeza su rostro al lado de la oreja de Kukulkan para susurrar.

―Cuando dejes de rehuir de tú naturaleza es que podrás entender mis palabras ―el leve brillo en la parte del vientre Kukulkan llegó a su fin―, es una marca, durará unos días, si logras soportar lo que conlleva entonces yo misma le diré a Vash que eres diferente a los demás dioses, pero viendo tú mirada perdida...

Kama hizo una pausa viendo la boca de Kukulkan abierta y como la mujer estaba con las manos temblantes tocándose el vientre en donde la marca había quedado.

―Supongo que es inútil esperar un resultado distinto.

...

Kama vio cuando se retiró como Kukulkan se había puesto de pie y comenzado a caminar en silencio, sujetándose su cuerpo e intentando estar compuesta mientras que volvía a su habitación.

Al llegar al final del pasillo se quedó quieta al ver a la persona que le dio la información, que mostró todo lo que debía mostrarle y quien decidió que sería "divertido" jugar aquel juego.

―No lo soportará.

Kama no dijo mucho más que eso, solo miró de reojo aquellos ojos brillantes. Incluso ella siendo quien era, tragó al ver la sonrisa inocente marcada en aquel rostro.

―Bien, tenía curiosidad si se podía moldear a un Dios sin conocimientos base, parece que es más fácil de lo que preví, incluso le otorgué un bonito sueño para que atendiera hoy~

No hubo algo así como malicia o molestia en aquella voz suave, solo un ligero tono de interés que hizo que Kama diera de vuelta sus pasos y reanudara con salir de aquel lugar.

Indirectamente aquella persona que la siguió unos segundos tarareando alegremente fue la responsable de varias cosas en Chaldea desde su llegada.

―No hagas esa expresión como si fueses culpable~ ―la misma persona miró a Kama en el rostro para responder cómo si estuviese leyendo los pensamientos del a propia diosa―. Ella hace todo esto a propia voluntad, ¿no?, no tienes porqué sentir culpa cuando solo le muestras el camino a alguien, al final, es decisión de ese alguien si lo sigue o no~

Kama podía jurar que a cada palabra que aquella persona soltaba solo traía las situaciones a peor.

Una de ellas fue el rechazo del maestro hacia Mash haciendo que la joven se sintiera mal, el segundo momento fue ella acercándose al maestro a su petición, al principio no tuvo problemas por ser una acción minúscula, pero su cuerpo reaccionó ante otra persona, y afortunadamente llegó a la próxima petición que fue algo que cumplió sin problemas, el rechazo posterior de ella hacia el maestro fue algo calculado y bien puntuado, la negación de vuelta de Mash por palabras de quien la influenció ahora de vuelta.

Lo que en su momento parecía algo estable, con relaciones solidas y una buena disposición entre cada uno ahora no fue más que un hogar fracturado.

Y nadie podía notar que solo una persona estaba empezando a dirigir Chaldea a su caída.

―Gracias por tú ayuda, incluso si no es él aún puede servir para medir ciertos parámetros extra, oh, por supuesto ya puedes volver, sería bueno como si nada de esto pasara, ¿no es así?

No era usual sentirse intimidada, mucho menos alterada en que algo podría llegar a pasarle, no cuando ahora era un espíritu heroico, incluso siendo un Dios, algo se sintió apagado a la hora de responderle a aquella cosa que estaba tarareando alegremente mientras que se alejaba.

―Sí... no recuerdo nada...

Un ligero aplauso fue dado mientras que la persona que iba tarareando se perdía en los pasillos.

Kama pensó en ello y era mejor no darle mucha luz a lo que pasaría aproximación.

Después de todo la diversión de unos era la maldición de otros.

...

Dos días.

La marca en el vientre de Kukulkan no parecía visible para otros, al menos así lo comprobó siendo que Ritsuka o nadie más se dio cuenta de ello.

Solo era ella quien podía ver aquella extraña marca dejada por la diosa del amor. Fue hasta que amaneció en el primer día que sintió a lo que se refería la diosa Kama con respecto a mostrar lo que realmente era.

Ella no se pudo quedar el resto de la mañana con el maestro.

Su cuerpo avanzó por sí solo, se movió hasta donde estaba la cafetería y pidió algo para comer, más lo último fue únicamente con una excusa.

Su mente solo se estaba centrando en una sola cosa y era en aquel hombre que había visto.

Placer.

El segundo día se había levantado e ido directamente al baño y no salió hasta pasada la hora del almuerzo. Ahora entendió lo que la diosa Kama le había hecho.

Le había impedido que ella misma llegara a un orgasmo sola.

Había rogado, había pedido de todo a Ritsuka para un poco de ayuda con eso, queriendo llegar al punto en el que ambos estaban lo suficientemente unidos, pero no fue como Kukulkan deseó.

― ¡¿Por qué no es suficiente?! ―Kukulkan estaba en el baño abrazándose viendo en el reflejo del agua caer.

Su apariencia podía recordarla.

Era la misma de aquel sueño, no, más que un sueño fue una premonición de como serían las cosas.

―Solo un poco más... ―Kukulkan intentó cortar los pensamientos, de como había una sola cosa que deseaba y era en esta noche, la tercera noche con la marca, había hecho todo lo posible para prepararse, lo que pudo para moverse con respecto a Ritsuka y poder sentir que la estaban complaciendo.

Pero no fue suficiente.

Al final no pudo lograr, incluso cuando su maestro le pidió que fuera más despacio, cuando este ya estaba flácido y habiendo perdido la erección.

Kukulkan esperó que esto fuera suficiente.

―No lo es...

Kukulkan alzó la cabeza y miró la ducha tirar el agua. Como ella había terminado ahora en el suelo del baño intentando darse placer que nunca llegó al final, como no podía terminar por más que lo intentara.

Solo podía soñar con la sensación de aquella vez que sintió su cuerpo siendo llevado al límite y fue nada más que cuando estuvo cerca de él.

Kukulkan puso las manos en el suelo y las usó de palanca para levantarse. Con la mirada perdida y la cabeza tambaleante caminó hasta las toallas.

Usualmente una marca no le haría nada, una maldición se iría con el paso del tiempo, pero no podía comprender porqué aquella marca en su vientre seguía persistiendo con tanta fuerza.

Como si hubiera sido marcada por la esencia misma de la diosa del amor.

El calor que se extendía por su cuerpo no era algo que podía detener en algún momento, o si quiera podía concentrar su mente en otra cosa que no fuese el lívido creciente dentro de ella. Kukulkan llevó ambas a manos en su entrepierna e intentó cubrirse como pudo para detener la idea de volver a caer en el juego de complacerse de manera inútil.

Debía buscarlo.

...

Kukulkan se vistió correctamente, incluso si su mente estaba ida a un lugar extraño, conservó la delicadeza de prepararse a diferencia de la última vez.

Tuvo que agradecer aquello por toparse con otros sirvientes camino al ala donde estaba el dormitorio de Vash. Ni siquiera la mujer sabía porque se iba en aquella dirección siendo que a palabras de Jeanne archer era poco probable que estuviera en aquel lugar.

Antes de notarlo Kukulkan estuvo de vuelta de pie ante aquella puerta que negó en abrir por tanto tiempo.

Sintió como si no hubiera un camino de vuelta si es que ingresaba en aquella habitación.

Extendió la mano, pero no llamó a la puerta.

Los pasos a su lado hicieron que se girara para ver a un hombre alto, tez blanca y una mirada curiosa de esos ojos verdes claros ante la vista de quien estaba parada frente a la puerta de su habitación.

― ¿Necesitas algo?

Las piernas de Kukulkan temblaron ante la mera voz y el aproximamiento del hombre, podía jurar que su cuerpo reaccionó, que la marca en su vientre quemó y su mente desapareció.

El deseó llamó cuando todo se esfumó.

―Yo... ―Kukulkan no quería decirlo, sabía lo que pasaría si entraba, si pedía hablar.

― ¿Es algo importante? ―Kukulkan alzó la cabeza que hasta hace un instante estuvo gacha y miró al hombre a los ojos. No hubo la misma apatía de antes, no hubo la misma sensación de incomodidad o de desprecio que expuso aquellas veces.

Era como si el hombre estuviera desconcertado de su llegada repentina.

―...

Sin respuesta.

Kukulkan no dijo nada. Más solo observó al hombre introducir la llama de acceso de la habitación y dar un paso adentro antes de señalar el interior.

―Si es algo que no puedes hablar ante otros puede entrar, te escucharé.

Vash estaba siendo amable. No es que Kukulkan fuese ajena a ver aquel gesto del sirviente, no cuando solía ayudar a los demás y daba ánimos a otros.

Pero para ella si fue algo ajeno el sentirse que estaba siendo amable con su persona.

El umbral de la puerta estaba ante ella. Kukulkan lo vio, la mano extendida del hombre hacia ella invitándola a pasar, la forma en la que estaba actuando era obviamente para darle la bienvenida y dejarla pasar.

Los pies de Kukulkan no se movieron al principio. La duda seguía ahí cuando veía el cambio de luz entre el pasillo y la habitación del hombre.

―Entonces... ―Vash dio un pasó más adentro y miró la mano que tenía extendida antes de suspirar―. Supongo que eso es todo.

Aquella frase golpeó a Kukulkan e hizo que se moviera.

La mano de Kukulkan se movió y tomó la mano del hombre que había estado extendida. Ahora Vash alzó una ceja y vio como la mujer parecía hiperventilada.

No comprendía la situación actual ni la forma en la que la mujer estaba temblando como un cordero recién nacido.

Kukulkan dio un paso al frente cuando su cuerpo quemó. Un pie pasó el umbral y luego el otro para que antes de darse cuenta estuviera dentro de la habitación de Vash.

El corazón de la mujer casi dio un paro cuando la puerta tras ella se cerró al no detectar nadie más afuera.

Kukulkan miró de reojo la puerta cerrada y lo supo desde ese momento.

Que ya no había vuelta atrás.

...

Vash la guió hasta la cama Kukulkan. No tenía nada en la habitación para que pudieran conversar de tú a tú, fue por eso que la guió y dejó que se sentase mientras que él permanecía parado.

Al principio cuando la vio frente a la puerta de su habitación creyó que la acción era para insultarlo como de costumbre debido a sus constantes burlas. Pero al ver como la mujer temblaba tanto no hizo nada más que esperar por su acción.

Era ya entrada la noche y pocos seguían rondando los corredores, él había llegado hasta las habitaciones solo para darle algo de oden para Jeanne archer. En parte Vash se sentía mal por mimarla un poco más que los demás, pero no es como que ella al igual que él tuviesen descansos para poder disfrutar las pequeñas cosas.

En el lapso que pasó por la habitación de Jeanne notó que Kukulkan seguía de pie delante la puerta, con la mano extendida como si dudara que hacer.

No tuvo más remedio que acercarse y decirle que pase al ver como la mujer de pelo bicolor no mostraba signos de ingresar.

Solo pudo verla temblar y pedirle que se siente para llegar a la situación actual en la que no podía comprender que era lo que pasaba por la cabeza de la diosa.

Actuó demasiado diferente desde aquella vez que se quedó viendo su momento con la reina Morgana Antoinette. Vash podía jurar que la mujer tenía algún tipo de fetiche de ser atrapada por eso es que pedía que fuese en aquella habitación que no cerraba correctamente.

Vash quería descartar ese dato, pero recordando la historia de la mujer con los amantes que tuvo o la vida sexual de la reina fue difícil no pensar que la teoría que planteó sobre ella no era tan alejada de la realidad.

Ahora el verdadero problema era la persona que estaba con la mirada perdida en una esquina de la habitación. vash dejó que pasara por el hecho que le pareció extraño que se quedara tanto tiempo viendo la puerta y dudando sobre si entrar o no.

―Bien ―Vash fue quien tomó la iniciativa al ver como no hubo respuesta alguna de Kukulkan―. ¿Qué querías decirme?

Kukulkan alzó lentamente los ojos para ver a Vash al rostro. La mirada de la mujer pasó a estar perdida a solo centrada en el hombre ante ella.

Los labios de Kukulkan se sintieron secos, pesados para moverse o para poder hacer algo.

Abrió y cerró la boca un par de veces intentando pronunciar las palabras que quería decir.

Pero no podía darlas.

La imagen del maestro venía en su mente conforme más su cuerpo se calentaba. La marca en ella parecía quemar, ardiendo deseando consumir todo lo que estaba en ella sin dejar ninguna reserva de lo que ahora estaba tragando.

Quería mostrar el verdadero deseo de lo que quería.

Kukulkan abrió los ojos.

Ahora lo entendió.

Comprendía las palabras de los otros dioses, del propio Vash quien estaba parado frente a ella.

Ahora podía entender lo que pasaba.

El deseo, la forma en la que un Dios decidía las cosas, todo lo que se refería al deseo propio. Y ahora es que ella estaba sentada viendo el rostro de vash es que pudo entender porque hubo empeño en llamarla siempre como una novata o alguien bajo.

Un Dios no debería rehuir de sus deseos, los caprichos y lo que representaba, la mera idea de hacer algo como eso significaba rehuir de su propio estado como divinidad.

―Los he visto aquella, tú con la reina Morgana ―Kukulkan bajó lentamente la cabeza y cerró los ojos formulando lo que quería.

―Lo sé.

―Estuve viendo lo que le hacías.

―También lo sé.

―...

―...bueno supongo que el pequeño pajarito le gusta observar

la respuesta de Vash hizo que kukulkan se sonrojara bastante.

―Y si... ―Vash vio como Kukulkan levantó el rostro, extendió ambas manos y las puso alrededor de las del hombre, juntando los dedos, la mirada de Kukulkan ahora pasó a una centrada con una sonrisa que parecía libre, como si la mujer se hubiera levantado de algo―. ¿Y si te pidiera que me hicieras lo mismo?

La pregunta fue dada.