Capítulo 2: Descubriendo lo Desconocido

El eco de las balas resonaba en la selva, pero no era el único sonido que llenaba el aire. Rugidos guturales y el crujir de ramas parecían provenir de todas direcciones. Los soldados, acostumbrados a enfrentarse a carteles y amenazas humanas, ahora enfrentaban lo impensable: una criatura que desafiaba toda lógica.

"¡Retirada!" gritó el comandante, su voz firme a pesar del miedo evidente en sus ojos. El grupo se reorganizó rápidamente, avanzando en formación hacia el vehículo blindado que los esperaba en un claro cercano. La criatura, un monstruo de escamas y garras, avanzó unos pasos antes de detenerse, como si delimitara su territorio.

Dentro del vehículo, el comandante tomó el radio y se comunicó con la base más cercana. "Aquí el Escuadrón Alfa, hemos encontrado resistencia hostil en la zona sur de Veracruz. Envíen refuerzos y alerten al alto mando. Repito, alerten al alto mando."

En Los Pinos, la reunión del gabinete se había prolongado más de lo esperado. Las discusiones giraban en torno a las mismas preguntas sin respuesta: ¿Cómo había sucedido esto? ¿Dónde estaban? ¿Qué debían hacer a continuación?

La comunicación del Escuadrón Alfa llegó justo cuando Peña Nieto intentaba dar un discurso alentador. El general Marroquín atendió el mensaje con rapidez, y su expresión se endureció al escuchar el informe.

"Señor presidente", dijo, interrumpiendo. "Tenemos un incidente en Veracruz. Un grupo de soldados encontró una criatura hostil. Es grande, resistente a nuestras armas y aparentemente territorial. Ya están en retirada."

La sala quedó en silencio. Las palabras "criatura hostil" resonaron como un eco. Nadie las cuestionó, porque todos entendían que este mundo no seguiría las reglas del anterior.

Peña Nieto se levantó, dirigiendo una mirada seria al general. "Quiero un informe completo y una evaluación de los riesgos. No podemos permitir que el pánico se propague. Por ahora, esta información debe mantenerse confidencial."

"Sí, señor."

Mientras tanto, en Veracruz, el joven Diego López observaba el cielo desde el tejado de su casa. Estudiante de ingeniería y apasionado por la astronomía, había pasado las últimas horas documentando el cambio en las constelaciones. El cielo nocturno ya no mostraba las estrellas que conocía. En su lugar, patrones nuevos brillaban con intensidad, y una luna secundaria, más pequeña y rojiza, colgaba en el horizonte.

"Esto no es solo un cambio de lugar", murmuró para sí mismo, tomando notas en su libreta. "Es como si estuviéramos en un sistema completamente diferente."

De repente, un estruendo rompió la tranquilidad. Diego giró la cabeza hacia la selva cercana, donde un destello fugaz iluminó las copas de los árboles. Sin pensarlo, bajó corriendo de su tejado y tomó su bicicleta. Algo le decía que debía investigar.

En el salón presidencial, Ana Laura Espinosa analizaba un mapa junto a Peña Nieto y Marroquín. La selva que ahora rodeaba México había sido cartografiada por drones en las últimas horas, revelando una vasta extensión de territorio desconocido. En el centro del mapa, una región destacaba: un enorme lago rodeado de montañas y ruinas antiguas que parecían irradiar energía.

"Si queremos entender este lugar, necesitamos explorar estas ruinas", comentó Ana Laura, señalando el mapa. "Podrían contener información sobre dónde estamos... o incluso por qué estamos aquí."

Peña Nieto asintió, consciente de que cualquier decisión conllevaba riesgos. "General, prepare una expedición. Necesitamos respuestas."

El sol comenzaba a salir cuando la expedición partió hacia las ruinas. Estaba formada por un grupo de soldados liderados por el comandante del Escuadrón Alfa, un equipo científico encabezado por Diego Morales, y varios especialistas civiles, incluido Diego López, quien había insistido en unirse tras presentar sus hallazgos sobre las constelaciones.

Mientras el convoy avanzaba por la selva, los miembros del equipo no podían evitar sentir un extraño temor reverencial. Era como si el mismo entorno los vigilara. Y aunque las criaturas hostiles no habían vuelto a aparecer, la tensión era palpable.

Cuando finalmente llegaron a las ruinas, el panorama era sobrecogedor: estructuras colosales, hechas de piedra negra y cubiertas de inscripciones desconocidas, se alzaban entre la maleza. En el centro, una torre solitaria apuntaba al cielo, como si intentara alcanzar las lunas que ahora dominaban las noches.

"Esto... esto no es humano", susurró Diego López, maravillado.

"No sabemos qué es", respondió Ana Laura, bajando de uno de los vehículos. "Pero lo averiguaremos."

***

El descubrimiento de las ruinas marca el inicio de la exploración de este nuevo mundo y revela los secretos que podrían definir el destino de México.