La perspectiva de Harrison
Cuando el banquete se acercaba a su fin, los invitados comenzaron a dispersarse. Me puse el abrigo y caminé lejos del salón de banquetes, siguiendo a Rick hacia un coche Mercedes blanco.
—¿Está ella en el coche? —pregunté.
—Sí, Alfa.
Rick inclinó la cabeza respetuosamente y me abrió la puerta del coche.
Una mujer desaliñada con las manos atadas detrás de su espalda fue arrojada al asiento trasero del coche. Su boca estaba firmemente sellada con cinta adhesiva y, desde el momento en que se abrió la puerta del coche, había estado haciendo sonidos ahogados, ya sea por miedo o súplica, no podía distinguir.
Miré hacia abajo a Vivian Leech, quien estaba atada y amordazada, y le di a Rick una orden impasible.
—Quítale la cinta de la boca.
—Sí, Alfa.
Como era de esperar, una vez que Vivian recuperó un poco de libertad, comenzó a suplicarme de nuevo, usando ese mismo tono afectado que irritaba mis nervios.
—Shh...
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