Aria había alertado al pueblo sobre la figura oscura que vio en el Valle, pero muchos no creyeron en su relato. A pesar de los años de paz, algunos aún recordaban los días de terror, pero no querían aceptarlo. Sin embargo, los cielos comenzaron a oscurecerse a medida que una extraña neblina cubría la región, llenando el aire de un frío inusual.
En una cabaña a las afueras del pueblo, Last estaba afinando su espada, como lo hacía desde que se había retirado de los combates. Destro, su yokai, se manifestaba débilmente, como una sombra flotante que apenas hablaba en esos días. Sin embargo, esa noche fue diferente. Last sintió un escalofrío mientras un susurro profundo y firme rompía el silencio.
Destro: "Se acerca algo... algo mucho más antiguo que la secta. Los demonios que ellos invocaron están despertando."
Last dejó caer su espada al suelo, sorprendido por la claridad con la que Destro había hablado. Hasta entonces, su yokai solo había expresado pensamientos breves, pero ahora su voz parecía cargada de urgencia y poder.
Last: "¿Demonios? ¿De qué estás hablando, Destro? Creí que habíamos terminado con todo esto."
Destro: "La secta no era el final, solo eran los peones. Hicieron pactos con entidades que estaban dormidas. Ahora vienen a reclamar lo que les pertenece."
Antes de que Last pudiera responder, una ráfaga de viento golpeó la puerta de la cabaña. Kira apareció, jadeando, con su yokai de viento a su lado.
Kira: "Last, ¿lo sentiste? Algo está sucediendo. Las corrientes del viento han cambiado, y los árboles del bosque están susurrando. No es natural."
Mientras hablaban, una figura apareció en la entrada. Era Kael, acompañado por su yokai de luz, Lumen. Su expresión reflejaba la misma preocupación.
Kael: "No es solo el viento. La luz del sol se está debilitando. Algo grande está ocurriendo, y no podemos enfrentarlo solos."
Esto es solo el inicio de lo que les espera ....