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ESSOS
Braavos
━━━━━━━━━━━━━ 『 292 d.C 』
Ser Willem I
—Mi nombre es Daemon, el quinto de mi rama familiar. Soy hijo de Aemon el Comerciante... pero también último miembro vivo de la Casa Blackfyre— Damon... no, Daemon Blackfyre había declarado con seriedad.
La tensión se podía sentir en la habitación, y fue suficiente tal revelación para que la Princesa... no, la Reina Daenerys se desmayará de la impresión, afortunada o desafortunadamente, Daemon la atrapó antes de que pudiera hacerse daño, incluso soltando Blackfyre cómo nada más que una baratija sin importancia.
Y vio claramente mientras la sostenía en sus brazos como una sonrisa triste se formaba en su rostro, la levantó con la fuerza que sabía que tenía y la acostó en el sofá de la habitación con cuidado para que no se cayera.
Pudo observar cómo movía los mechones de su cabello, y le acariciaba este con suavidad.
—Lo siento, Ser. No era la manera en la que quería revelar mi identidad... y siendo sincero, tampoco era algo que quisiera revelar— Comentó Daemon con suavidad.
—Hemos vivido una mentira todo este tiempo, engañado tanto a mi como a la Princesa— Respondió Willem con frialdad. —¿Por qué?—
—¿Engañar? No, no lo he hecho— Negó Daemon con suavidad. —Todo lo que has visto de mi, es todo lo que soy— Respondió el Blackfyre con honestidad, y lo miró. —La razón por la cual no lo dijimos, es que preferimos nuestra vida de comercio y paz... así lo decidió mi padre y así lo preferí yo. Es por esa razón la cual nos ocultamos, incluso nuestro nombre— Daemon suspiró. —Puede que le cueste creerlo, Ser Willem. Pero me importa un carajo la eterna batalla de los Targaryen y los Blackfyre—
—Si te importa tan poco, cómo dices. ¿Por qué traer la espada... ahora?— Cuestionó Ser Willem con seriedad.
Daemon se tomó unos segundos, y suspiró mirando la espada en el suelo, se acercó lentamente para tomarla con su mano derecha y al reincorporarse, caminó lentamente hacía Ser Willem y extendió su mano para entregársela.
—Se la iba a entregar a Viserys en su debido tiempo...— Respondió Daemon con tranquilidad.
—¿De verdad? Una espada de Acero Valyrio vale una fortuna y dudo que alguien se desprenda de una tan fácilmente, el Viejo León ofrece mucho oro por una de ellas— Contestó Ser Willem con los ojos entrecerrados.
—Podría conseguir otra fácilmente... hay lugares y personas que las tienen a su disposición— Dijo Daemon con un encogimiento de hombros. —Si hubiera decidido portar Blackfyre, eso solo pondría un objetivo en mi espalda. Algo que... cómo te he dicho, Ser... prefería evitar— Miró la espada en un breve silencio. —Blackfyre significa mucho más para alguien como Daenerys que para mi, sinceramente—
—¿Y las entregas ahora? ¿La lanzaras a los ciervos y a los leones?—
—Por supuesto que no— Negó Daemon con seriedad. —Apreció mucho a Dany, y lo último que quisiera sería entregarla a Robert Baratheon. No, decidí revelarle mi verdadera procedencia debido a... que ya no tengo a nadie más, Ser—
Daemon se quedó en silencio, y una contemplación se vio en sus ojos y una sonrisa resignada apareció en su rostro. —Durante todos estos años... lo único que tenía en mente era, quizás, navegar y descubrir misterios en los confines del mundo. A la espera de algún final incierto... contratarte para mi manejo de la espada, no solo te beneficiaba, sino también a mi padre y a mi para tomar su creciente imperio comercial con el pasar de los años. Realmente no quería guerra... no estaba interesado, me importaba poco si había gente que creía que tenía derecho sobre el Trono de Hierro... no, no me interesa... solo quería una vida de aventuras y emoción, quizá una digna historia que se escuche a través del tiempo... pero ahora...—
—Pero ahora...— Murmuró Ser Willem.
—Ahora no deseo nada más que venganza... y si tengo que abrazar un lado mío que no quería... pues que así sea. Por qué Robert el Usurpador se acaba de hacer un enemigo que no le trae nada más que Fuego y Sangre a través del acero a su reino— Declaró Daemon con frialdad.
—¿Y Daenerys? ¿Cuales son tus planes para ella?— Preguntó Ser Willem, tenía su mano sobre la empuñadura de Blackfyre.
No le importaban sus heridas o si llegaba a morir, mataría a Daemon si representará una amenaza al último vestigio de la Reina Rhaella Targaryen.
—Protegerla... tal y como quería mi padre— Respondió Daemon con sinceridad. —Mi padre conoció a la Reina Rhaella, y se prometió cuidar de su hija... aunque creo que era más por el hecho de que se parecía a su hermana desaparecida, Aemma, que por tu reina— Fue sincero en sus palabras pero declaró. —Este mundo es peligroso, Ser. Y más para alguien con sangre de dragón. Dany ahora debe decidir si quiere volverse las guerreras que hubieron en su familia... o en aquellas que tuvieron un trágico destino—
El silencio se hizo presente en la habitación mientras digería las palabras dichas por Daemon Blackfyre, y sabía que gran parte de ellas tenía razón, Daenerys ahora debía ser fuerte y una guerrera capaz de protegerse, volverse más fuerte para que los asesinos enviados por Baratheon no pudieran matarla a ella también.
No importaba que fuera mujer, su mano en matrimonio era una jugosa oferta para unirse a ella en alguna guerra contra el Usurpador. Este último nunca estaría satisfechos hasta que cada uno de los que lleven el nombre Targaryen estuvieran muertos y, si era posible, sus cabezas adornando el Salón del Trono de Hierro.
—¿Me protegerás?— La voz de Daenerys nos sacó de nuestra batalla de miradas, y la volteamos a verla.
Ella se puso de pie y caminó hacía la cama lentamente.
—¿Me protegerás de mis enemigos? ¿De los Asesinos del Usurpador?— Daenerys se detuvo en medio de ambos, y extendió su mano para tomar la espada Valyria, dude un momento pero no podía negar la clara orden en sus ojos. —¿Tal y como quería tu padre, Daemon?— Cuestionó Daenerys dándose la vuelta para encargarlo directamente.
—Sí, lo haría. No por tu nombre o el de tu casa... nada de eso me interesa, me importas tu— Aseguró Daemon con seriedad.
—¿Y no quieres el Trono que mi nombre puede traerte?—
—¿El Trono de Hierro?— Cuestionó Daemon con una ceja levantada. —No lo quiero, me importa un carajo el Trono o Westeros. Ese lugar abandonado por los Dioses puede pudrirse en su miseria por lo que me importa, Dany— Dijo con seriedad. —¿Quieres un Trono donde gobernar? Haré uno nuevo para ti. ¿Quieres Dragonstone? Lo conquistare para ti. ¿Quieres la puerta roja? Construiré un castillo con grandes puertas rojas a las que llamar hogar— La pasión era algo que vibraba en la voz de Daemon en cada palabra que salía de su boca. —Lo único que deseo más que nada en este mundo, es tu seguridad pero también lo es la venganza... por mi padre, por tu hermano... y es tu decisión qué pasará ahora, Dany. Por que una vez que tu decisión esté hecha... sea conmigo o sin mí, seguiré mi camino—
La habitación se quedó en silencio una vez más, y parecían horas donde ellos no hacían nada más que mirarse a los ojos en una profunda comprensión que no entendía yo.
Lo que Daemon estaba proponiendo era una camino lleno de peligro, sangre y venganza pero también puedo decir que una nueva era de construcción de un posible mejor futuro. Y no podía evitar sentirme tenso y triste en mi corazón a la idea de no volver nunca más a mi hogar o restablecer a los Targaryen en el Trono de Hierro.
Pero también era consciente que ninguno de los dos niños, ambos criados en Essos, tenían algún apego emocional al cual regresar. Quizá Dragonstone pero solo por que los orígenes de los Targaryen Modernos venían de allí desde Aenar el Exiliado y toda su descendencia a través de sus hijos, Gaemon y Daenys.
Y podía decir fácilmente que Daemon y Daenerys no sentían nada más que deseos de venganza hacía Westeros por las acciones del Usurpador... y en vez de una conquista podía llevar a los Reinos a una Era de la Disputa, si lograban su objetivo.
Antes que cualquiera pudiera decir algo, la puerta fue abierta abruptamente y por ella ingresó Aelyx.
—¡Mi señor! ¡Se ha visto un grupo de mercenarios en las inmediaciones y se acercan hacia la finca!— Informó entre respiraciones agitadas.
Apreté mis puños, y intentar moverme pero mis heridas podrían abrirse en cualquier momento. Daemon asintió a Aelyx y miró a Daenerys esperando que dijera algo, una orden quizá.
—¿Me protegerás?— Un susurro se escuchó de la princesa, quizá hasta una súplica silenciosa.
—Con mi vida— Respondió Daemon con suavidad.
—Entonces...— Daenerys desenfundo Blackfyre, y la tomó de la hoja con cuidado para darle la espada por el mango a Daemon. —Lucha con nuestra espada, protege a los seres queridos que nos quedan y no nos falles, Daemon— Pidió la Princesa con seriedad.
En el rostro de Daemon apareció una sonrisa, y asintió para tomar la espada con suavidad para no hacerle daño a las manos de la princesa. —No más fallas... el rugido de los dragones volverá a resonar en el mundo entero— Aseguró Daemon, y se dio la vuelta para salir caminando sosteniendo a Blackfyre por el mango pero la hoja no apuntaba hacia el suelo, no, lo hacía arriba.
No podía estar seguro pero... algo en sus palabras me dijo que nada de lo dicho fue mentira y el mundo volvería a escuchar a los dragones.
Y su objetivo era cómo siempre... traer; Fuego y Sangre a sus enemigos.
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¿Qué les pareció?.
Un capítulo mucho más corto que los anteriores pero es debido a la falta de tiempo y el cansancio estas últimas semanas desde mi última actualización.
En algunos puntos pase a escribir en primera a tercera persona, y lo lamento por esos fallos y intentaré corregirlo más adelante.
Intentaré traer más actualizaciones más seguido pero hay días que se me complican mucho, por cosas externas a la escritura. Pero bueno.
Espero que les haya gustado.
Gracias por el espacio <3< strong>