Karl lideró al grupo fuera de la mazmorra y de inmediato deseó haberse puesto tapones en los oídos.
Ahora había docenas de monstruos rodeando la tribu Orcish, la cual había encerrado la entrada de la mazmorra. Fue bueno que hubieran aparcado la carreta bastante lejos, ya que aún estaba intacta, pero los demás intentaban forzar su entrada y el jefe Triturador Mundial no iba a permitirles hacer eso.
Por lo menos no antes de que su equipo volviera a salir, y quizá no antes de que todo su clan hubiera entrado.
El jefe Triturador Mundial sonrió a Karl cuando vio salir al equipo.
—¿Valió la pena? —preguntó.
Karl asintió y se movió para susurrarle al orco. —Activará una interfaz del sistema para todos los que completen la mazmorra, pero necesitas al menos uno o dos comandantes poderosos y un sanador para hacerlo realmente.
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