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6. Secuestrando al problema

John fue a toda prisa a por el más herido, que era Houston—Espero esto funcione, además creo que sigue consciente. Mierda, hay que intentarlo—Acercó su mano al notable hoyo que presentaba Houston. Al colocarla, los tejidos empezaron a regenerarse—que alivio—suspiró John. Se sorprendió al darse cuenta que su ropa también se arregló, descubriendo así una nueva cosa, aparte de la otra cosa que dijo Aiden: Primero, que John podía regenerarse infinitamente, y segunda, que la ropa también se regeneraba.

Rato después, Houston pudo decir unas palabras.

—Creí que iba a morir... yo estaba asustado, pensé que no me veía guapo. ¿De qué me sirve morir si no moriré viéndome sexy?

 

—Nunca te has visto sexy, Houston. Ni si quiera pasable—respondió John

 

—Tú no tienes piedad, ¿verdad? —Preguntó Houston soltando una pequeña risa; John hizo lo mismo.

William cargó los cuerpos heridos de Juxs y Casey, los puso en el suelo. John llegó para poder regenerar sus heridas. Mientras lo hacían, William también trajo a Max, aunque este sí pudo venir caminando con una sonrisa, al parecer no se lastimó tanto. —¿Y mi nalgón? —preguntó Max.

Houston anunciaría un mensaje—¡¡Atención, chicos!! Sé que algunos de ustedes estarán algo molestos conmigo y otros no. Pero acabamos de presenciar que Aedus existe, Aiden es la  prueba viviente de eso. Por el momento tomen un descanso, porque en veinte minutos iremos a algún hotel a platicar sobre todo esto, tal vez les invite de comer o algo así—Nadie prestó atención a Houston ya que ya se encontraban platicando.

John finalizó su labor de curar a todos.

¡Todos tendrían unos minutos para convivir!

Empezando por Houston, que tomó del brazo a Max y lo llevó a la parte de atrás. —¿Me harás el amor, bebé? —preguntó Max con un ligero tono de burla

 

—¿De verdad? ¿Ya vas a empezar? Eres muy molesto y aparte inútil

 

—¿Qué te puedo decir? Quizá soy alguien especial, ¿de esto querías hablar? —rió—hubiese preferido hacer el amor

 

—¡Deja de decir cosas tan estúpidas!, no venía a eso, venía a preguntarte que... ¿¡Cómo carajos se te pasa por la mente traer a un completo extraño a la cabaña donde me juntaría con criminales!? —su cara demostraba enojo—¿eres idiota o qué?

 

—¿Me vasha dar un bechito, mi vida?

 

—¡¡¡¡No!!! Ojalá no hubieras nacido, siempre me traes problemas, siempre. No recuerdo ningún buen momento contigo—Houston suspiró—Sólo trata de no causar problemas, ¿sí?

 

—Sí, Houston, lo entiendo, ¿me estás terminando?... pero ¡yo te amo! —hizo una mueca rara, trataba de verse lindo, pero le salió muy extraño

 

—¡Agh! —Houston se fue de allí; se dio por vencido.

 

Max eran tan gay y Houston tan no gay (por así decirlo).

Mientras tanto, William andaba molestando al curandero—¡Qué hermoso día para estar vivo! —William miró de reojo a John, quien solo estaba sentado en un tronco—¿tú no piensas lo mismo, Johnsito?

 

—No me llames así, por favor—contestó de mala forma, con una evidente molestia

 

—¿Por qué? —preguntó William algo triste

 

—No lo sé. Y por favor deja de hablarme, ni si quiera nos conocemos bien... vete, por favor

 

—¡Eso es verdad! Pero en algún momento nos tendremos que hablar ya que somos un equipo

 

—Déjame—insistió John 

—Mmh, ¿Qué te gusta hacer en tus tiempos libres? A mí, en lo personal, me gusta tratar de hacer feliz a la gente—no se dio por vencido

 

—¿A mí? —preguntó—A mí me gusta matar a las personas que les gusta hacer feliz a la gente

 

—Wow ¿¡De verdad!?—Sorprendentemente... se sorprendió

 

—No

 

—¡Pensé que sí! Ya me había dado miedito

 

—Qué bueno, ya vete

 

—Ño, no me iré hasta que me digas que te gusta hacer, algo así como un pasatiempo o hobbie

 

—Intenta adivinar

 

—¿Te gusta leer? ¿Dibujar? —Supuso con duda William

 

—Sí

 

—Me la pones difícil... Espera, ¿¡de verdad te gusta hacer eso!?

 

—Ajá

 

—¿Y qué te parecería si algún día tú y yo dibujamos juntos? —Preguntó William con emoción—aunque, dibujo algo feillo

 

—No, no quiero—dijo John con frialdad

 

—¿Po qué? —lo dijo con un tono tierno y triste

 

—Porque no—Contesto John imitando el tono tierno con el que hablaba William

 

—Ash, está bien. Entonces, ¿qué genero de libros te atrae más?

 

—Eso no te incumbe—se mostró débil por un momento, débil en el aspecto a que se puso un poco nervioso

 

—Uh, andas nervioso, ¿será porque intentas ocultarme que te gusta leer romance? Ay, John, que lindo. A mí también me gustan los libros de romance

 

John se veía nervioso, así que desvió la mirada—No, no me gustan esas mierdas. Son para maricas

 

—¡Acabas de desviar la mirada justo ahora! ¡Sí te gustan!

 

—Te acabo de decir que no me gustan

 

—Que sí; sí te gustan

 

—No

 

—¡Sí, yo sé que sí! —dijo William con una enorme y radiante sonrisa

 

—No

 

—¡Sí!

 

—¡No!

 

—¡¡Si!!

 

—¡¡¡No!!!

 

—¡¡¡¡Sí!!!!

 

—¡¡¡¡Qué no, no me gustan los estúpidos libros de romance!!!! Y cállate de una vez, que me incomoda tu presencia desde hace rato. No quiero que en tu maldita vida te acerques a mí, ¡y mucho menos me toques la frente con tus putos labios!... Me das asco, William

 

La cálida y radiante sonrisa de William fue removida por completo de su rostro—Oh... Bueno, perdón, amiguito—se veía muy triste. Ya no dijo nada y se fue. John se quedó sereno, no parecía importarle mucho.

Juxs estaba acostada en el suelo, de igual forma Casey estaba a su lado. Su ropa también estaba como nueva. Juxs estaba sonriendo como nunca lo había hecho, Casey solo lo veía con confusión.

 

—Ja, ja, ja. Hace mucho que no me sentía tan... viva, tan feliz. Espero me corten más seguido, ¡eso fue emocionante! —sus lindos ojos verdes brillaban, derramando una grandiosa felicidad.

Casey se le quedo viendo abobado—Me pareces alguien interesante, Juxs

 

—¿Sí? Pues bájate de tu nube, que soy bien aburrido. Aparte, ¡me lo dice el tipo que casi mata a nuestro líder! —empezó a reír—toda esta situación de Aedus le da algo de placer a mi insignificante vida

 

Ambos, con una extraña sensación de paz, vieron las nubes. Casey estaba feliz, sentía que acababa de conocer a alguien especial para él.

Por otra parte, Houston acababa de regañar a Max por la situación de Aiden. En el camino de regreso, se topó con un triste William—Ey, tú—habló Houston.

 

—No me hables tan feo, ¿o acaso tú tampoco quieres hablarme? —William se desanimó más

 

—Lo siento. Entonces, William, quería preguntarte algo

 

—Por supuesto, ajá, dime, ¿qué pasa?, habla, dime, ¿qué pasa?, dime... —no dejó de decir eso hasta que Houston le respondió

 

—Quería preguntarte qué, ¿cómo carajos conseguiste esas estrellas raras en tu ojo?

 

—Creo que no quieres saber... probablemente pienses que es raro

 

—No creo, tranquilo

 

—Bien, verás... de hecho ya te lo había dicho, pero no sabías que fue gracias a eso que obtuve estos hermosos ojos que me hacen más fuerte y más rápido. Hoy en la mañana me levanté, me bañé, me cepillé los dientes y me puse mi mejor ropa para conocerte. Pero el día anterior me comí un mega burrito extra picante, y pues lo tomé como un reto personal, así que, en menos de 3 minutos... me lo acabé. Y hoy ese burrito hizo efecto... ¿Sabes a lo que me refiero? Dejé un chocolate de como cuarenta centímetros de un increíble color...

 —¡Ve al grano!

—Perdón, creo que fueron muchos detalles. El chiste fue que cuando hacía popis, al pujar o ejercer presión en mi colita, sentí como que me escurría algo en la cara. Me limpié y bajé la palanca, chequé mi rostro en el espejo y mis ojos sangraban, pero entonces tenía ya estos ojos estrellas. Luego me tomé como cincuenta fotos

 

—¿Entonces pujaste para despertar tus poderes? Es que creo que Aedus habló de algo así

 

—Sipi

 

—Eso es... raro

 

—Te dije que pensarías que es raro—William se volvió a desanimar

 

—No, tranquilo. Gracias por decirme

 

—Bueño, de todas formas tengo otra cosita en la que pensar

 

—¿Qué cosa? —preguntó Houston con curiosidad

 

—No, nada. Tiene que ver con John

 

—Oh, bueno. Te dejo de molestar—Houston se despidió con la mano

 

La conversación terminó allí. Houston se sentó en el suelo y William reflexionaba sentado en una roca.

Max estaba aún detrás de la cabaña medio destruida, se hallaba agachado viendo las hormigas... su colorida mirada se veía apagada—¿Seré un mal hombre? Todos me insultan, me gritan, me denigran, me humillan. Houston no es la excepción... nunca olvidaré aquel día—dijo con miedo.

 

Aquellas hormigas estaban tranquilas, hasta que algo perturbó su paz. Un zapato arrasó con todas ellas en menos de un instante—¿Me extrañaste? Apuesto a que sí—una reconocida voz sonó. Max se espantó.

 

—Tú vienes conmigo—la persona de la reconocible voz tomó a Max del brazo y se lo llevó sin advertencia.

El cantar de las aves había vuelto, todo estaba tranquilo de nuevo. La banda estaba alegre después de un momento tan tenso gracias a Aiden. —¡Chicos! ¿Qué opinan de ir a comer pizza? —preguntó. La mayoría dijo que sí asintiendo la cabeza, todos andaban hambrientos.

De pronto, un inesperado grito sonó desde el cielo. Y, de forma misteriosa, un hombre cayó en medio de todos. Ese hombre era Max.

La banda quedó sorprendida, pensando en el posible regreso de Aiden.

Al lado de Max, que por cierto ya estaba tratando de levantarse, cayó aquel infame hombre. Los pájaros salieron volando debido a unas reconocibles risas. Ya no había duda, Aiden acababa de regresar. —¿Me extrañaron, idiotas? Se nota que sí. Y miren al imbécil que tengo acá—agarró de los cabellos a Max—Si quieren salvarlo deben entrar

La banda se confundió un poco, no entendieron a qué se refería con entrar, ¿entrar a dónde?

De manera inesperada, un portal se abrió en los pies de Aiden y Max, cayendo en este. No sin antes gritar unas palabras—¡¡Los veré adentro, malditos hijos de puta!! —¡Acababan de secuestrar a Max!

—¡Chicos! ¡amor! —gritó Max suplicando que lo salvaran

Quedaron sorprendidos por todo lo que pasó en segundos. Aiden había vuelto, un portal apareció y Max fue secuestrado. La situación no podía ponerse peor.

—¡¡Debemos rescatarlo!! No permitiré que alguien muera mientras yo esté—gritó William con un gran honor y heroísmo

 

—Relájense—interrumpió Houston—Mejor salvamos a Max en un rato, ¿por qué no mejor nos vamos a comer una deliciosa pizza...? —Ya todos habían entrado al portal. —¡Puta madre! Todavía que nos hacen el favor de secuestrar al problema y van a intentar traerlo devuelta—Houston, enojado ya que no quería salvar a Max, entró de igual forma al portal.

¡Una gran pelea y quizás romance nos espera!

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