—¿Estás aquí? Me faltan preparar dos platos más, estarán listos pronto. Ve a lavarte las manos en la sala principal —dijo, antes de volver a sus deberes en la cocina.
—Hermano mayor, ve a la sala principal. Yo llevaré estos huevos a la cocina —dijo ella, tomando la cesta de las manos de su hermano mayor y dirigiéndose a la cocina, donde puso la cesta casualmente sobre una mesa.
—¿Qué has traído? —preguntó Ya Molian.
—¿Cómo voy a venir aquí y comer gratis, verdad? Solo traje algunos huevos silvestres que recogí de la montaña. Considéralo un buen trato —Lin Caisang se encogió de hombros y explicó, mirando alrededor de la habitación.
Ya Molian se rió y miró la cesta:
—Bastantes.
—No te preocupes, no me he llevado todos los huevos de la montaña. Dejo algunos para que eclosionen; todavía habrá caza en invierno —dijo ella con una ceja levantada.
—Huh.
Ya Molian rió de nuevo.
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