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**La guardería - Parte 2**
Los días transcurrían lentos y pesados dentro de la guardería. SatanF, sentado en el rincón más oscuro, observaba la decadencia del lugar. Los juguetes abandonados y las paredes despintadas le recordaban lo vacío que se sentía. No tenía recuerdos, no tenía un propósito, y lo que alguna vez fue su refugio ahora solo era un eco de su soledad.
El aire tóxico fuera mantenía la atmósfera cargada, y las ventanas sucias apenas dejaban pasar la luz. De vez en cuando, SatanF miraba al exterior, pero todo parecía igual: muerto, inerte.
Hasta que una tarde, algo cambió.
Un sonido, suave pero persistente, provenía de afuera. SatanF se acercó a la ventana y, a través del vidrio sucio, vislumbró una pequeña sombra. Era extraña, una figura pequeña que se movía con gracia, algo poco común en este mundo desolado. La sombra se detuvo frente a la guardería y, con una voz clara y alegre, dijo:
—¡Hola! ¿Hay alguien allí?
SatanF, sorprendido, no respondió al principio. Había pasado tanto tiempo solo que la idea de una compañía, y más aún una tan despreocupada, lo descolocaba. Sin embargo, la pequeña figura siguió hablando, y pronto la guardería se llenó de risas. SatanF, casi sin darse cuenta, comenzó a participar en la conversación.
—¿Por qué estás aquí solo? —preguntó la voz.
—No lo sé —respondió SatanF—. Tal vez no tengo adónde ir.
Hubo un silencio por un momento, y luego la voz, más suave esta vez, dijo:
—Yo tampoco tengo adónde ir. ¿Puedo entrar?
SatanF, guiado por una extraña sensación de familiaridad, abrió la puerta. La pequeña sombra entró, revelándose como una niña. Llevaba una camisa morada y pantalones amarillos. Su largo cabello marrón caía hasta sus pies, y su rostro mostraba una sonrisa radiante.
—Soy M1k4ela —dijo con confianza.
A pesar de lo que había sucedido con Chimber, M1k4ela no se asustó al ver a SatanF. Al contrario, sus ojos brillaron con una mezcla de curiosidad y algo más, una conexión que SatanF no había sentido en mucho tiempo.
Los días siguientes, SatanF y M1k4ela pasaron todo su tiempo juntos. Aunque la niña era joven, su energía y entusiasmo revitalizaban el ambiente de la guardería. Cada día compartían historias y juegos, y M1k4ela se convirtió en la única compañía que SatanF había conocido en años.
Una tarde, mientras jugaban a las escondidas, M1k4ela le confesó algo que SatanF no esperaba.
—Solía jugar a esto con mis papás —dijo, mientras se escondía detrás de un mueble viejo—. Jugábamos en un parque... pero un día dejé de verlos. Creo que ganaron el juego, porque nunca volvieron a encontrarme.
SatanF, aunque desconcertado por la inocencia de la niña, sintió una punzada de tristeza. Sabía, aunque ella no lo comprendía, que sus padres la habían abandonado.
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Las noches en la guardería eran tranquilas. El ruido del viento afuera apenas se oía desde el interior, y el aire enrarecido parecía haberse detenido. M1k4ela dormía tranquila en un rincón, mientras SatanF permanecía despierto, observando la tenue luz que entraba por las ventanas sucias.
Sin embargo, esa noche, algo diferente ocurrió.
Desde el cielo, una sombra enorme apareció entre las nubes. SatanF se levantó lentamente, sintiendo una energía extraña en el ambiente. Se acercó a la ventana y, al mirar hacia arriba, vio una figura aterradora descendiendo lentamente. Era Salmen, la pupila flotante, pero esta vez no tenía la arrogancia con la que lo había conocido. Estaba herido, con una expresión de derrota, como si algo mucho más poderoso lo hubiera sometido.
En ese instante, una figura aún más imponente apareció detrás de Salmen. Una cabeza gigantesca, con cabello marrón y un peculiar copete, emergió de entre las sombras. Un ojo tenía una pupila verde, mientras que el otro mostraba una estática constante, como si fuera parte de una transmisión rota.
Salmen, flotando con dificultad, miró hacia abajo y murmuró con una voz apenas audible:
—Perdón…
La cabeza gigante no mostró emoción, simplemente lo observó desde las alturas, como si estuviera evaluando su existencia. SatanF observó todo desde la ventana, sintiendo una creciente inquietud. Algo estaba a punto de cambiar, pero aún no comprendía qué.
Y así, en medio de ese tenso silencio, el capítulo terminó, dejando un eco de misterio en el aire.
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¡Ahí está! Terminamos "La guardería parte 2"