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Capítulo 6: La contratación de talentos, nuevo juego

El sol se filtraba a través de las grandes ventanas de la nueva oficina de **Glitch Games Inc.**, iluminando las mesas perfectamente alineadas, cada una equipada con **ordenadores de última generación**. Las sillas ergonómicas y el espacio entre los escritorios —al menos un metro entre cada uno— ofrecían una sensación de lujo que era rara en el mundo de las oficinas comunes, donde tres o más ordenadores solían compartir la misma mesa.

**Claudio** entró en la oficina por primera vez, y su asombro era evidente. En su mente, comparaba la opulencia de este lugar con las oficinas improvisadas donde había estado alguna vez, lugares donde el espacio era escaso y los ordenadores apenas funcionaban. Ahora, se sentaba frente a una estación impecable, con el mejor equipo que jamás había visto, y todo para él.

Robert, desde la puerta de su despacho, lo observaba con una sonrisa de satisfacción. **"Eso es buen trabajo,"** pensó, al ver a Claudio acomodarse frente al ordenador y empezar a jugar, tal como se le había pedido.

El día apenas comenzaba, y Robert estaba satisfecho de ver cómo su plan empezaba a tomar forma. Claudio, atrapado en su mundo de videojuegos, no haría nada productivo, lo que significaba que más dinero se gastaría sin generar beneficios. Todo parecía estar bajo control. Sin embargo, el siguiente desafío para Robert serían las entrevistas para los nuevos empleados.

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Adrián, por su parte, estaba nervioso. Llevaba trabajando unos meses en una pequeña empresa de videojuegos, pero su puesto era insignificante. Apenas hacía tareas básicas y poco importantes, y los rumores de despidos inminentes lo asustaban. La industria de los videojuegos era impredecible, y él sabía que su falta de experiencia lo ponía en una situación delicada. Por eso, cuando vio la oferta de trabajo en **Glitch Games Inc.**, no dudó en postularse. Aunque su currículum no era impresionante, decidió intentarlo.

Al llegar a la oficina, lo primero que notó fue el lujo del lugar. Ordenadores de última generación, mesas amplias, sillas cómodas... Era todo lo contrario a lo que estaba acostumbrado. Mientras esperaba su turno para la entrevista, veía a los otros candidatos, todos bien vestidos y con expresiones serias. Se sintió fuera de lugar con sus pantalones cortos y su estilo casual, pero no podía hacer nada más que esperar.

Uno tras otro, los candidatos salían de la sala de entrevistas con expresiones tristes, claramente rechazados. Adrián se puso aún más nervioso al ver el nivel de los competidores, pensando que no tendría ninguna oportunidad en un lugar como ese.

Finalmente, su turno llegó. Al entrar en la sala, lo primero que notó fue la calidez en la sonrisa de Robert. Era una recepción completamente distinta a lo que esperaba. Robert lo miraba como si acabara de encontrar un tesoro, y Adrián no entendía por qué.

"Otro talento," pensó Robert para sí mismo, "alguien que parece hecho a medida para mi plan." La vestimenta informal de Adrián y su evidente falta de confianza eran exactamente lo que Robert estaba buscando.

"¿Te apetece algo de beber?" preguntó Robert con un tono casi paternal, mientras le ofrecía una botella de agua. Adrián, sorprendido por el trato amable, aceptó tímidamente, incapaz de ocultar su nerviosismo.

"Escucha, no te preocupes por nada", dijo Robert, con una sonrisa tranquilizadora. "Estamos buscando gente como tú. No importa que no tengas mucha experiencia. Lo importante es la actitud."

Adrián estaba sorprendido por lo que oía. No esperaba una entrevista así, y mucho menos un trato tan relajado. Se sentía descolocado. "No... no cobro mucho," confesó, casi como una disculpa.

La respuesta de Robert fue inmediata. "No te preocupes por eso. Te ofrezco **3,000 euros al mes**. Empiezas hoy mismo. Tómate tu tiempo para leer el contrato. Te transfiero el salario porque estamos a principios de mes."

Adrián no podía creer lo que estaba escuchando. **3,000 euros al mes**. Era más de lo que jamás había soñado ganar en su corta carrera. Aunque estaba aturdido, firmó el contrato casi automáticamente, sin pensarlo demasiado.

Mientras Adrián salía de la sala, aún procesando lo que acababa de suceder, Robert lo observaba con satisfacción. Todo marchaba según lo planeado. Cada nuevo empleado que contrataba parecía empujarlo más cerca de su objetivo: gastar tanto dinero como fuera posible sin generar beneficios.

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Robert observaba el balance del sistema, sintiendo que, a pesar de los gastos de los sueldos y los alquileres, el dinero seguía acumulándose. Sabía que necesitaba un nuevo proyecto, algo que consumiera el resto del presupuesto de la manera más eficiente posible sin levantar sospechas. Así que decidió convocar a sus empleados para una reunión, con la idea de crear un juego que pareciera grandioso, pero que, en su mente, estaba destinado a no triunfar.

Sin embargo, Robert sabía bien que el sistema no le permitiría sabotear su propio proyecto ni mencionar abiertamente que el juego debía ser aburrido. Por eso, simplemente les presentó una idea: **un juego de estrategia donde los jugadores construyeran y gestionaran una ciudad, con recursos limitados y que evolucionara con el tiempo**. Los empleados debían encargarse de todos los detalles, asegurándose de que el juego tuviera el mejor arte y música posible. Robert estaba seguro de que, aunque el juego pareciera sólido, su premisa no engancharía lo suficiente para convertirse en un éxito.

Así que los llamo a la sala de conferencias para darles la idea.

"Quiero que hagamos un juego de estrategia y que gastemos lo máximo en **arte, música**, y todo lo necesario para que este juego luzca impecable", dijo Robert, mirando a sus empleados con una sonrisa. "Se trata de un juego de estrategia. Los jugadores construirán y gestionarán su propia ciudad. Los detalles técnicos se los dejo a ustedes. Ah y Adrián te asciendo a Jefe de Planificación, habla con Amanda que te mande lo que falta del sueldo"

Adrián quizo protestar pero no podía hacerlo, pues la decisión del jefe era definitiva.

Los empleados lo escucharon con atención, asintiendo mientras empezaban a generar ideas en sus mentes. Adrián, a pesar de su inexperiencia, trataba de no parecer abrumado por el ascenso inesperado a Jefe de planificación, mientras que Carlos y Claudio comenzaban a debatir los aspectos técnicos del proyecto.

Aunque Robert pensaba que el proyecto sería un fracaso, sus empleados tenían otras ideas en mente. Creían que podrían hacer algo innovador. Carlos, siempre optimista, les recordó que no debían preocuparse por los gastos.

"No hay necesidad de contenerse", dijo con una sonrisa. "Tenemos el presupuesto, así que gastemos en lo mejor para que el juego sea increíble."

Mientras el equipo discutía animadamente sobre las posibles mecánicas, el arte y la música, Robert se reclinó en su silla, observando cómo los detalles del proyecto cobraban vida. Sabía que no podía decir abiertamente que el juego fuera aburrido, pero confiaba en que, por su propia naturaleza, este tipo de juegos de estrategia rara vez se convertían en éxitos rotundos. De alguna manera, eso lo reconfortaba.

A medida que avanzaba la reunión, Adrián, aunque todavía nervioso por su falta de experiencia, comenzó a sentir que el equipo lo apoyaba. Carlos, el veterano confiado, lo tranquilizó una vez más.

"Confía en Robert", le dijo Carlos. "Tiene una visión para el talento, y si te eligió para liderar este proyecto, es porque sabe que puedes hacerlo."

Adrián asintió, aunque aún con dudas, y se dirigió a Claudio, quien estaba sentado al final de la mesa, mucho más presentable que de costumbre. Claudio, que se había duchado y arreglado para la ocasión, respondió al saludo de Adrián con un breve asentimiento, mientras ajustaba sus gafas. Aunque no solía involucrarse mucho en las conversaciones, Claudio estaba listo para hacer su parte en el desarrollo del juego.

Mientras el equipo discutía los detalles del proyecto, Robert, desde su despacho, sonreía. Cada gasto en arte, música y desarrollo era un paso más hacia lo que él creía sería un fracaso, pero que, para sus empleados, era la oportunidad de crear algo especial.

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**Capítulo 6: El Inicio de la Caída (Parte 3)**

Los empleados de **Glitch Games Inc.** estaban reunidos alrededor de la mesa de conferencias, con varias tazas de café y notas esparcidas por todas partes. Habían pasado horas discutiendo la idea del nuevo juego de estrategia que Robert les había planteado, pero ahora era el momento de aterrizar esas ideas en algo concreto. A pesar de la apariencia caótica del equipo, había una energía creativa que los impulsaba a diseñar algo mucho más ambicioso de lo que inicialmente habían pensado.

**Claudio**, siendo el que más tiempo pasaba jugando videojuegos, llevaba la voz cantante en esta etapa de planificación. Aunque su apariencia despreocupada lo hacía parecer desinteresado, su conocimiento profundo de los juegos lo posicionaba como el líder informal en la discusión.

"Vale, escuchen," dijo Claudio, ajustándose las gafas mientras se inclinaba hacia la mesa. "Si vamos a hacer un juego de estrategia donde los jugadores construyan una ciudad, necesitamos algo que los enganche desde el principio. Piensen en algo épico. No vamos a empezar en la era moderna. Empezamos en la **edad de piedra**, con lo básico: madera, piedra, caza y recolección."

**Carlos** asintió, anotando algunas ideas mientras **Adrián** escuchaba atentamente, tratando de seguir el flujo de la conversación.

"¿Y cómo progresarían desde ahí?" preguntó Carlos. "No queremos que el juego sea solo sobre la construcción de edificios. Necesitamos algo más que gestione el crecimiento de la civilización."

Claudio sonrió. "Exacto. Ahí es donde entra lo interesante: el **árbol de pasivas** y la **investigación**. Los jugadores van desbloqueando tecnologías, primero descubren cómo encender fuego, luego cómo hacer herramientas. Conforme avanzan en el tiempo, pasan por la edad de bronce, la edad del hierro, hasta llegar a las civilizaciones antiguas. Pero el árbol de pasivas no va a ser sencillo, va a ser **enorme**, más grande que lo que hemos visto en toda la vida."

Adrián levantó la mano, intrigado. "¿Cómo sería eso? ¿Qué tan grande estamos hablando?"

Claudio abrió su portátil y comenzó a bosquejar una idea en la pantalla. "Piensa en un **árbol de investigación** que se ramifique en cientos de tecnologías, desde lo más simple hasta lo más avanzado. Cada tecnología desbloquea nuevas mecánicas, nuevos edificios y nuevos desafíos. Pero lo interesante es que no es lineal. Los jugadores tienen que decidir qué ramas desarrollar primero. Pueden centrarse en la **agricultura**, o pueden priorizar la **construcción militar**, o la **economía comercial**."

Carlos miró el bosquejo con entusiasmo. "Eso podría funcionar bien. Los jugadores podrían elegir diferentes caminos según su estilo de juego. Y para cuando lleguen a la era moderna, ya habrán decidido si quieren ser una civilización pacífica o una más orientada a la guerra."

Adrián intervino con otra idea. "Pero no solo es avanzar en el tiempo, ¿verdad? También necesitamos que la ciudad evolucione a nivel estético. Empezaríamos con **chozas** y **aldeas**, pero a medida que los jugadores progresan, tendrían **ciudades medievales**, **revolución industrial**, hasta llegar a **ciudades futuristas**. Podrían llegar incluso al **espacio**, construyendo estaciones espaciales y colonias."

Claudio asintió con aprobación. "Exactamente. Y aquí viene otro punto clave: los recursos. La gestión de **recursos naturales** será vital. Comenzarán con madera y piedra, pero a medida que avancen, necesitarán **hierro**, **petróleo**, y eventualmente, **energía nuclear**. Pero los recursos no son ilimitados, lo que añade una capa de estrategia. Los jugadores tendrán que expandirse, comerciar o pelear por los recursos."

**Carlos**, con el bolígrafo en la mano, hizo una anotación rápida. "¿Y qué tal si incluimos eventos aleatorios? Desastres naturales, hambrunas, guerras civiles... cosas que obliguen a los jugadores a adaptarse constantemente."

Adrián, cada vez más entusiasmado, agregó: "Sí, y cada era podría tener su propio conjunto de eventos. En la **edad media** podrían sufrir ataques de bandidos o plagas, mientras que en la **era moderna** podrían enfrentar problemas como crisis económicas o ataques terroristas."

Mientras la conversación continuaba, la idea de **un juego de estrategia épico** comenzaba a tomar forma. Sería un juego en el que los jugadores no solo construían una ciudad, sino que la veían evolucionar a lo largo de miles de años, desde la **prehistoria** hasta una **era espacial avanzada**. El **árbol de pasivas** sería tan complejo que cada partida podría ser completamente distinta, dependiendo de las decisiones de los jugadores.

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Mientras tanto, en su despacho, **Robert** no estaba prestando mucha atención a lo que sucedía con su equipo. Estaba sentado cómodamente frente a su propio ordenador, completamente absorto en un juego popular de 2005, **"Diablo II"**, disfrutando de su tiempo libre. Para él, ese era el mejor uso de su tiempo: jugar mientras su equipo se encargaba de los detalles. Después de todo, ¿qué tan mal podrían hacerlo?

"Buah el Díablo II, esta chulo, dudo que hagamos un juego mejor que este". Sonrió Robert.

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