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El último que apague

...(24 de diciembre de 2592)...

Había pasado un mes más de preparación en la academia para los ex miembros de Noble.

Aunque su experiencia previa les había ayudado bastante, nada los había preparado para la rápida transición entre las simulaciones en la Eternity, y el entrenamiento de supervivencia invernal. Cada uno de ellos había conocido a nuevas personas, conexiones cuanto menos cordiales con muchos reclutas. Pero su real temple sólo iban a conocerlo ahora.

Doherty, como su tutora de grado, se los había advertido; al menos 30 de cada 100 no lo lograrían. Era costumbre que, hace siglos, muchos murieran en este etapa, o así les había sido mostrado en las presentaciones de inmersión. A pesar de que asegurarles que aquello ya no era permisible (a propósito), nada hizo para disminuir la expectativa del fracaso en ninguno de sus estudiantes.

En ese momento, Emile y Carter, ahora solamente con el uniforme de conscriptos encima, sin casco ni VSIR, accesorios o implantes activos, ya estaban pasando su primera madrugada. Se habían refugiado en un iglú improvisado por ellos mismos, erigido en la cara de un acantilado azotado por la tormenta polar. Otros dos reclutas, conocidos de ellos en el entrenamiento, les acompañaban, formando de ese modo un escuadrón:

- Miren, en algún momento tendremos que salir y conseguir algo para comer... - dijo uno de ellos.

Aquel era un nativo de Homeline, cuyo linaje familiar sirviendo en los Cuerpos se remontaba a más de 150 años. Era típico pensar que, debido a su procedencia, él y otros serían más privilegiados que los demás pero, aunque esto no era cierto, ciertos "homeliners" tendían a actuar como si lo fuese:

- ¿No puedes esperarte unos días, Mathias? - le dijo el otro - ¿Nos vas a hacer congelar el culo sólo porque te dio hambre?

Este, en cambio, era un ser corpulento proveniente de Concord, una línea temporal descubierta hace un par de décadas solamente. A diferencia de sus pares, el grueso pelaje azul grisáceo cubriendo la mayoría de su cuerpo le daba una ventaja adaptativa en aquel desierto polar.

- Preferiría salir a cazar algo pronto, y no cuando esté al borde de la inanición, estrellita...

- No te atrevas... a llamarme así de nuevo... - señaló el ser.

- Llamarte cómo, ¿estrellita?

El alienígena se levantó furioso, su rostro incluso más rojo que el bermellón característico de su piel, pero Carter se levantó e intervino:

- Ya basta, señoritas, tendrán tiempo de pelearse en el simulador...si salimos de esta...

- Debemos esperar a que el viento baje - dijo Emile, afilando su cuchillo - Y entonces podremos ir de compras...

El granadero había estado hasta ese momento perdido en sus pensamientos, recordando lo que Recon-14 había logrado hasta ahora. Doherty había sido clara, nadie más podía saber de sus misiones recientes, ni siquiera sus más allegados. Es verdad que, hasta que sus vidas cambiaron para siempre, aquel equipo Noble sólo estuvo junto un par de meses, pero había forjado en fuego su hermandad en armas. Hoy en día ya nada era igual, no solamente por Jorge y su familia, ni la mayor cercanía entre Cat y Jun, sino que incluso él mismo había hallado vínculos y actividades nuevos que le habían hecho crecer, pero también distanciarse.

- Coincido con Caminante - dijo Carter - debemos esperar. En unos días podremos reabastecernos, y continuaremos por la misma ruta hasta hallar uno de los transportadores e irnos a casa...

- Se nos informó que habría 5, y tres de esos ya se fueron. Si no alcanzamos a llegar, reprobaremos - dijo Mathias - No me pienso permitir eso...

- Eres libre de irte si quieres - le respondió Emile - Poco me importa...si no fuera por Carter, te echaría a patadas yo mismo...

- Como si el protegido de Mikaela Doherty me pudiera...

Fue entonces que algo los tomó desprevenidos, una notificación a sus comunicadores, hasta ahora desactivados remotamente:

- ATENCIÓN CADETES - dijo la voz - EL EJERCICIO INVERNAL HA SIDO ABREVIADO POR DISPOSICIÓN DE EMERGENCIA DEL ALTO MANDO. 

- ¡¿Pero qué... - exclamó Mathias - Eso no tiene ningún chiste, ughhh, ¡demonios...!

- SE COMPARTIRÁN LA UBICACIÓN DE LOS TRANSPORTADORES DE EVACUACIÓN.

- ¿Qué rayos está pasando...? - cuestionó Emile.

- No importa, prepárense para salir.

- SE ORDENA REAGRUPACIÓN INMEDIATA DE TODAS LAS UNIDADES DEL SERVICIO DE POLICÍA...

Los cadetes tomaron sus cosas, empacaron lo necesario y salieron a toda prisa en medio de la ventisca azotando la nieve y arrastrándola en nubes blancas que tapaban toda visibilidad. En circunstancias básicas, como las que habían estado experimentado, seguir no habría servido de nada, pero el LiDAR portable había vuelto a la vida, arrojando una dirección a seguir de forma automática. Caminante se había encargado de envolver el delicado artilugio en una serie de gasas y paños térmico-cinéticos, normalmente usados en manos y pies, para evitar que se congelase.

Ellos mismos habían sido lo suficientemente listos como para llevar las mantas de sus camillas, y ahora estaban envueltos en ellas, retardando la hipotermia. Si esto fuese una misión cualquiera en un entorno así, se esperaba tener un equipamiento mínimo, pero aquí ese no era el punto.

- Aún estamos a 946 metros - exclamó Carter - No demoren el paso si quieren aprobar de verdad...

- Oye, atleta - dijo Mathias - no todos somos creados en laboratorio, espérame.

- Deja de quejarte y camina - le replicó Emile - ¿No querías hacer esto en primer lugar? Muévete.

Tras lo que pareció una eternidad en medio del viento inacabable y el blanco monótono, finalmente pudieron divisar los transportes pesados a lo lejos. Según el display holográfico que se les mostró antes de la inserción, los transportadores con líneas rojas eran los que debían alcanzar. 

De los casi diez mil cadetes, repartidos entre diez escenarios de supervivencia aleatoria distintos, solamente entre 500 y 700 en cada campo serían aprobados como aptos para continuar, y menos de mil en total serían honrados como aquellos que mejor aplicaron los Tres Valores. Estos eran pilares fundamentales para cualquier agente de los Cuerpos de Paz al actuar en otros paralelos, sobre todo aquellos siendo explorados, e incluso más en caso de tener que defender a la población civil de amenazas tanto aparentes como ocultas; factor sorpresa, sutileza y trabajo en equipo.

- No vamos a estar en el cuadro de honor, eso es seguro - dijo Emile.

- Habla por ti, hombre calavera - replicó Mathias - Me aseguraré de que lleguemos juntos y felices...

- No se trata de aparentar - dijo Caminante - Nuestro desempeño no ha sido el mejor.

- Oh, si, seguro vas a culparme de nuevo.

- Lo hago. Por ti casi morimos. Tres veces.

- Fueron cinco - dijo Emile.

Los cadetes restantes estaban llegando presurosamente a los transportadores, atravesando la nieve solos, pero más frecuentemente en grupos que se habían ido formando de forma espontánea.

Por desgracia, ese solamente era el inicio de los problemas.

En los LiDAR de los diferentes grupos que lo habían conseguido llevar consigo, múltiples señales comenzaron a aparecer, tres, cinco, diez, decenas, hasta que las pantallas fueron abrumadas por cientos de señales rojas a su alrededor. De la nieve emergieron, como si de explosiones de minas se tratasen, cientos de criaturas cubiertas en armaduras selladas. Sus cuerpos eran como de polilla, aunque achatado y grueso, con dos ojos compuestos alargados, cuatro antenas rodeando su cara, piernas digitígradas, brazos segmentados, y un enorme pico de seis partes saliendo de su tórax.

Los alienígenas abrieron fuego, y decenas de cadetes comenzaron a caer al no poder reaccionar a tiempo, sin más armas que las que pudieron construir o improvisar durante las tres semanas anteriores. Caminante no esperó, en cambio, y mandó a volar a un par de ellos con una embestida, su gruesa piel soportando el calor de los láseres que llegaron a continuación antes de caer malherido. Carter y Emile actuaron rápido, logrando tomar las armas de los caídos para devolver el fuego.

Pronto tuvieron que correr, reaccionando antes de que otros atacantes pudiesen acertarles. En la confusión, un par de tiros más resonaron a lo lejos, y allí estaba, otro pequeño grupo de sobrevivientes. Estos intentaban defenderse de un cerco de láseres tras lo que parecía un campo de fuerza.

- ¡Ey, ustedes, vengan acá! - gritó alguien desde allí

- ¡Tenemos que salir de aquí! - le dijo otro cadete que estaba con él.

- ¡Debemos ayudarnos, ¿recuerdas?! De eso se trata... - respondió, e hizo ademán a los de afuera - ¡Muévanse, entren rápido!

Aquel que generaba la barrera era un joven de ojos turquesa y oblicuos párpados, portando lo que parecía un palo con pedazos de piedra pomez en la punta. Los spartan se apresuraron hacia él y entraron. Una vez seguro, Carter miró atrás, y se sorprendió al no encontrar a Mathias por ninguna parte.

Y fue justo en ese momento que oyeron el zumbido de un motor.

Emile fue el primero en mirar de donde venía el ruido, susurrando una maldición antes de ver uno de los transportadores escapar a toda máquina de allí. Ante la conmoción, más enemigos se enfocaron en esa misma dirección, intentando evitar que el vehículo escapase y llenándolo de quemaduras láser. Pronto, nuevos proyectiles, bólidos de luz azul incandescente, reventaron los motores traseros, un ala, y el ave giró descontrolada, estrellándose a lo lejos.

Caminante, quien cojeaba de dolor, fue el primero en cubrirse, de mala gana, en aquel apurado repliegue final hacia el transporte restante.

- ¡Es nuestra salida, retrocedamos ya! - gritó Emile.

- ¡No puedo distraerme, tengo que mantener esto en pie o moriremos!

Los seres los estaban rodeando, pero no se acercaban, sino que abrumaban el campo de fuerza con sus rayos láser, decenas de ellos, haciendo que aquel cadete con el poder sangrara por los ojos debido al estrés creciente, a estar perdiendo fuerza.

- Váyanse...

- Pero...

- ¡Largo!

Caminante, aun tomándose un brazo por la fea quemadura en uno de sus hombros, suspiró con resignación:

- Abriré el camino - dijo a todos - Asegúrense de volver a casa. Estaremos esperando. - mintió.

Los dos spartan se miraron, y luego asintieron, indicando con un ademán a los otros cadetes, junto a aquel chico superhumano, que los siguieran. Carter levantó un puño a la altura de su cabeza, lentamente, para que se prepararan, al tiempo que el extraterrestre rojo tomaba dos rifles tomados del enemigo, poniéndose en frente. El líder de facto del grupo bajó la mano hacia delante de forma abrupta, y todos comenzaron a correr fuera del campo, detrás de su compañero más corpulento.

Este dio un rugido de guerra, disparando con desenfreno contra las criaturas. Las lanzaba por el aire como una ariete, las azotaba con sus propias armas, rompiéndolas en sus cuerpos, quebrándolos, golpeándolos, tomando sus explosivos y lanzándolos contra ellos mismos. Un par de detonaciones siguieron, mientras Caminante tomaba otro rifle, siendo herido y quemado en más partes del cuerpo.

Los demás intentaron dar fuego de apoyo, pero no hubo suficiente tiempo. Emile y Carter, a retaguardia, desplegaron toda su destreza eliminando a muchos de ellos, saltándoles encima, quebrando sus picos, dando tiros a quemarropa, pero bastaba tan solo para abrir el último boquete desde el que los demás pudieron adelantarse.

Los cadetes, aunque provenían de otras fuerzas, o eran guerreros ya antes de entrar a la Academia, eran en este caso personas normales, que no habrían tenido posibilidad de lograrlo por sí solos ante semejante cerco. En tanto se aproximaban al transporte, los rugidos de dolor de Caminante aún podían escucharse en el viento, y varios haces láser se dirigieron hacia ellos. Finalmente subieron a la rampa lateral, entraron a la cabina del transporte, y Emile solo pudo mirar atrás brevemente, antes de cerrar la compuerta tras de sí.

Uno de los cadetes corrió a la cabina de mando, apartando el cadáver calcinado del anterior piloto, tomando los controles, y comenzando a poner los comandos, prontamente ascendiendo el vehículo hacia los aires de forma suave. Detonaciones se oyeron fuera de la cabina, haciendo temblar el fuselaje y tumbando a uno de sus compañeros. Tan pronto como este se volvió a levantar, pudo ver que en el parabrisas reforzado solamente se veía al Tiempo Viviente fluyendo tras el parabrisas. Este golpeó la pared, frustrado:

- Los demás...

El de ojos turquesa puso una mano en su hombro:

- No podíamos hacer nada... 

Carter se había quedado pensativo, aun sin salir de su asombro por tan repentino ataque:

- Algo no estaba bien...

- No me digas - dijo otro cadete - el plan de seguro no era matarnos a todos...

- Eso es obvio - le respondió - Lo que no entiendo es por qué actuarían de esa forma.

- ¿De qué hablas? - le preguntó Emile - ¿Qué tiene de especial? Fue una emboscada en masa.

- Exacto. Los andiar son aliados de la Corporación...¿por qué intentaban matarnos?

- Es verdad - dijo el piloto, e ironizó - ¿Acaso ya no nos permiten usar esa área? Nadie me notificó.

- ¿Nos traicionaron dices? - dijo el super.

- Puede ser - dijo Carter - pero aun así...no es propio de ellos desperdiciar infantería así.

- Querían aniquilarnos, y asegurarse de ello - dijo una tercera cadete - Yo conocí a varios andiar antes, son guerreros, pero estos...

- Dinos... - insistió Carter.

- Parecían bestias desenfrenadas, sin miedo alguno...Solo conozco de otra raza que actúa así, en mi universo. No tienen un nombre, pero nosotros los conocemos como Borg, una mente colmena.

- Entiendo, lo tomaré en cuenta. Informaremos en la Eternity lo que pasó aquí. - replicó él

Emile entonces le dijo a la cadete:

- Hay que decirle de tus sospechas a Jun, él quizá sepa algo más.

- Espero que el coronel pueda ayudar. - replicó ella.

- De todas formas... - añadió el piloto - gracias a ustedes todos pudimos escapar.

- No, no todos - dijo Emile, cerrando el puño - Quien sea que este detrás de esto, lo haré pagar por matar a Caminante, y a los otros. No lo pienso dejar así.

La cabina se quedaría en silencio, incómodamente, por unos largos minutos, todos agachando cabeza al dejar entrar finalmente en sus mentes no solo a Caminante, sino también a muchos otros cadetes, muchos amigos, que se quedaron atrás, masacrados sobre la faz de aquella luna helada. 

Pronto el vehículo entero comenzó a vibrar sutilmente:

- Llegamos. Prepárense para el descenso, bahía de aterrizaje...

El piloto no pudo terminar la frase, pues un sacudón hizo a todos golpearse fuerte contra las paredes, techo y piso del transporte mientras el vidrio estallaba. El cuerpo del cadete explotó de la cintura para arriba, dejando partes mutiladas, órganos achicharrados, manchas de sangre quemada. Los demás cadetes observaron con horror al tiempo que se agachaban, aferrándose a lo que pudieron o abrochando los arneses de sus asientos.

El transportador comenzó a girar en el aire, y fuera podía escucharse la explosión de los amortiguadores inerciales, prediciendo un horripilante impacto. En segundos, el fuselaje se accidentó de lleno contra alguna superficie y rodó fuera de control, doblándose y prendiéndose en llamas. La fuerza cinética mató al instante a tres de los cadetes restantes, incluyendo a la exmiembro de la Federación, quedando colgados, aplastados por la repentina fuerza G.

Al despertar, Emile apenas podía ver nada en medio del fuego y el humo, agarrado de cabeza por su arnés; le latían las sienes, sintiendo que su garganta ardía. Sangre tapaba uno de sus ojos, sentía que su cuello estaba caliente, pero al intentar moverlo, una agonía tremenda le hizo emitir un grito ahogado. Sintió la cortadura del metal, y subiendo una mano, procedió a sujetarlo, zafándolo junto consigo, pues al haber atravesado una parte tan delicada, no podía quitarla sin arriesgar una hemorragia mortal.

Se aflojó el arnés, logrando girar torpemente en el aire para descender despacio sobre sus pies mientras agarraba las correas. Comenzó a caminar, mirando adelante y atrás, percatándose que en medio de la cabina de pasajeros había un boquete enorme, arrancado por el impacto, que dejaba la luz entrar, destruyendo la monotonía de la luz roja de emergencia. Apenas sí pudo distinguir con su visión nebulosa el falso cielo de la Eternity, quebrado y titilante, antes de escuchar pasos firmes en el fuselaje:

- Mal...dición...

El spartan se ocultó tras unos asientos caídos medio intactos, portando el cuerpo sin mandíbula de otro cadete más. Los miró de reojo, aquellos que acababan de entrar. Para variar, algo que no conocía se presentaba frente a él, pero esta vez estaba seguro de no haberlo visto en ninguna clase de parahistoria. Seres de apariencia humana iban vestidos en armaduras de cuerpo completo, color café rojizo y detalles en blanco, hablando un idioma que le era inquietantemente familiar. Portaban lo que parecían arcabuces, pero con lucecitas doradas.

Emile lo olió apenas los vio, a pesar de no conocerlos lo intuía, no venían para rescatarlo:

- Εἰσὶν ἐν τῷ ἐχθρικῷ πλοίῳ ἀνατεταγμένοι, πορευόμεθα ἐξετάζειν - dijo uno de ellos, que portaba un tocado rojo.

- Εἰ ἡ κεντρικὴ νύμφη ἔτι ἐservίᾳ... - se quejó otro

- Οὐ δύναταί τις ποιεῖν, Ἠλεκτρακλῆς, οἱ ἰλόται αὐτὴν ἀκαταλληλῶσαν πρὶν ἀποθανεῖν. - le respondió su superior.

- Πόσον ἂν ἔδοιμι ἂν ἐπὶ τὸ ἔρμα ἐν τῷ ἑνί... - dijo un tercero.

- Ἀλλ' ἔτι δεῖ σε κερδίζειν τὸ δικαίωμα τοῦτο... - replicó el del tocado con dureza.

Era como el griego antiguo, del cual había apenas aprendido unas minucias antes de su primera misión junto a la Compañía Alfa, en aquel matadero, hace ya tantos años, aunque con acento. Esperaría con paciencia tras un asiento, mientras caminaban por la cabina arruinada. Los oyó seguir hablando brevemente, hasta que uno de aquel escuadrón se detuvo cerca de donde él estaba oculto, disparando su arma arriba. Un sonido eléctrico precedió al sonido de la carne quemarse y el hueso de un cráneo partirse en pedazos.

Tal parece que había otro cerca de donde estaba, al menos hasta ahora. Esperó que no fuera Carter.

Dos de ellos se fueron acercando cada vez más, hasta que uno llegó casi a su lado, mientras el otro vigilaba la espalda de aquel. Al borde de la muerte como estaba, Emile pensaba usar la improvisada estaca de metal, clavada al lado de su tráquea, de ser necesario, pero su último día no sería hoy. Justo cuando este estaba por apuntar la linterna del arma extraña hacia su rostro, un ruido repentino de golpes secos y lucha del otro lado hicieron a los dos enemigos correr al otro lado de la cabina.

Se oyó algo cayendo al piso, el cuerpo de uno de los hostiles con el cuello roto. Los otros dispararon en la dirección del invisible atacante, pero pronto su líder fue atrapado, su escudo de energía reventado antes de entrar en un punto muerto, el arma de este tirada lejos, por el pasillo.

Era Carter, y al verlo, su compañero aprovechó para tomarla, disparando a los otros, que devolvieron el fuego y le obligaron a cubrirse nuevamente; el jefe del tocado sacó un arma de mano para darle a su captor en el rostro, pero este respondió alzándolo, tomando su muñeca. Los otros se miraron, pero dispararon igual, haciendo que el spartan herido contraatacara con una patada doble a uno, derribándolo, y diera un cachazo hacia otro, que sacó de su cinto una espada. Esta se bloqueó con el arma de Emile, quien lo empujó contra la pared aún en pie, tratando de estrangularlo; el enemigo usó su otra mano y lo tomó de la varilla, haciéndolo paralizar de dolor y debilitando su agarre.

El hostil trató de usar el hierro arrancado para apuñalar a Emile en el abdomen, pero este lo detuvo justo a tiempo mientras que Carter se daba de golpes con el líder enemigo. En unos segundos, se oyeron crujidos de hueso, articulaciones dislocadas, y este cayó con un quejido ahogado. Su soldado lo volvió a mirar, cosa que el granadero aprovechó para romperle una rodilla y arrojarlo contra un asiento pelado, empalándolo por pura casualidad contra el armatoste destrozado.

Una vez derrotados los extraños, los dos spartan se reunieron, con uno de ellos cayendo en brazos del otro:

- Carajo...

- No... - maldijo Carter - Esto no debió pasar...

- Y qué importa. Al menos no sangra tanto como creí...

- Es cierto...tal vez...

El spartan tomó de un compartimento con cierre en su uniforme un spray y algunos pañuelos; tras acostar a Emile comenzó a amarrarlos y presionarlos en la herida supurante. Eperó un par de minutos, y aunque estos casi se empaparon, el efecto deseado tuvo lugar, confirmando lo que había supuesto:

- No es mortal. Te salvaste por poco...

- Rayos, no quiero usar una caja de voz - dijo el herido, tosiendo.

- Pronto vendrán más...

- Lo sé...ven, ayúdame a pararme...

Este ayudó a Emile a levantarse despacio, y ambos terminaron saliendo por un boquete más pequeño en la parte trasera del transportador, casi teniendo que arrastrarse entre fuselaje doblado para lograrlo.

Al salir, vieron una escena horripilante.

Estaban en el extenso distrito de bahía, donde toda la carga necesaria en suministros llegaba para abastecer a la numerosa población de la Eternity. Antes una zona bullente, saturada de barullo y tráfico de naves, ahora estaba arruinado, y oscurecido por el humo, llamas amarillentas envolviendo gran parte del mismo. Nada sobrevolaba el espacio aéreo, y el cielo falso se había desactivado:

- Debemos reunirnos con el equipo - dijo Carter - Andando.

Los spartan tomaron las armas de sus enemigos, y se alejaron del siniestro tan pronto como pudieron. Haciendo el camino, descendieron con cuidado por las plataformas de carga a tren, encontrando a su paso cuerpos calcinados, con marcas de disparos, o mutilados a espada. Al llegar al distrito principal, pudieron ver los vehículos de seguridad interna abandonados y quemados, los remanentes de la batalla que había tomado lugar allí, aliados y enemigos caídos en las calles y dentro de los edificios y almacenes semiderruidos.

No pasó mucho hasta que, doblando una esquina, se hallaron una pira enorme de partes seccionadas, envueltas en las llamas pálidas, taponando la transversal principal:

- Es peor de lo que imaginaba...

Debieron rodear el montículo de carne quemada en silencio, muy pronto llegando a una plaza con un proyector informativo, que mostraba un ícono rojo y pedía al personal que evacuara. Llegaron a un edificio, y apenas se internaron al lobby, fueron sorprendidos por una patrulla de soldados desconocidos, que hasta ese momento habían estado en torno a una fogata, comiendo de cajas de raciones. Estos vestían uniformes marrones placados, de hombreras y petos estrechos. En sus blasones, llevaban lo que Carter identificó como numeración ática, o una muy parecida a aquella.

Estos les apuntaron sin hacer ninguna pregunta, pero antes de apretar el gatillo, uno de ellos recibió un repentino ataque, una varilla delgada atravesó su muslo, y otra más su ojo derecho, haciéndolo emitir un quejido ahogado. Esto fue aprovechado por los spartan para disparar y neutralizar a los otros cinco hostiles. Miraron de dónde había venido el apoyo, y lo encontraron al borde del techado en el almacen de enfrente, una figura directamente sacada de las páginas de la historia, de antes de que los Cuerpos de Paz fueran llamados como tales. 

- ¿Quién es ella? - preguntó Emile.

Esta se desvaneció, y estuvo en un solo blip a nivel del suelo, tras la compuerta. Cruzó la plaza, tras verificar que no hubiesen francotiradores con sus gafas de visión espectrométrica, afinando sus agudos oídos por si se acercaban más enemigos. Ya estando a menos de diez metros, respondió la pregunta de Emile:

- Da lo mismo ahora, cadete - dijo - Síganme, debemos llevarlos al proyector.

Carter hizo un saludo militar, dejando a Emile extrañado.

- Me da gusto que haya sobrevivido...

- Lo mismo digo, ahora salgamos de aquí.

Los spartan la siguieron fuera del lugar, avanzando lentamente entre los escombros, y evadiendo los lugares donde el incendio estaba derritiendo las aleaciones de muros y paredes. Emile aún seguía mareado por la herida en su cuello. Necesitarían ayuda médica, y rápido, por lo que intentaron evadir las patrullas de soldados enemigos donde sea que los vieran. Aquellos buscaban a más sobrevivientes, disparando al menor signo percibido de movimiento en todo cuerpo que encontraban.

Tras caminar por casi media hora en sigilo, y atravesar un almacén saqueado, alcanzaron el límite a estribor del distrito, acercándose por unos escalones de emergencia hacia una instalación inclinada y altísima, que se apoyaba contra la titánica pared interna del fuselaje:

- Oye tú... - dijo Emile - A todo esto...no nos has dicho...por qué nos estás ayudando...

- Emile, ella es...

Carter no pudo terminar, pues la aludida habló:

- Hmm, supongo que los rumores son ciertos...

- ¿De qué ru...

- Comandante General - dijo Carter - Señora...díganos, ¿por qué nos trajo aquí?

- Envié un equipo para reunir a todo Recon-14, pero jamás volvieron, así que vine yo misma.

- ¿Por qué?

- Porque apenas inició el ataque, sabía que debíamos adelantar su misión principal. Pero cuando nadie reportó de vuelta, tuve que modificar un poco ese plan - y mostró su ballesta - como podrán ver.

- ¿Qué necesita? - dijo Emile.

- Primero, hay que saber por qué demonios sucedió esta invasión y cómo lo lograron...

- Pero el alto mando tenía más información, ¿no es así? - inquirió Carter.

- No se pudo confirmar del todo nuestra teoría, pero sí. Saber si esto tiene relación es vital.

- Espero que no sea muy tarde. Esta vez.

El spartan herido comenzó a mirar a la mujer de arriba para abajo. Una joven rubia y esbelta, casi tan alta como ellos mismos. Este comenzó a observar las facciones de su rostro, sus ojos color jade, para tratar de reconocerla. Ella de inmediato se dio cuenta y lo miró de vuelta con curiosidad, disfrazando su apremio.

- También debemos llevarlo a usted a una cápsula médica, así que no se quede mirándome y ponga atención por una vez.

Emile apartó la vista, y esta continuó:

- Segundo, hay que evacuarlos a ustedes y al resto de su equipo a una zona segura para reanudar la misión.

- ¿Sabe dónde están? 

- No, pero cualquier incursión, incluso accidental, se habrá registrado en el Centro de Salto. Hay que llegar hasta allí para responder nuestras dudas

Antes de que ella dijese algo más, él pudo notar la mayor diferencia entre ambos:

- Una...elfa... - susurró Carter - Huh, ya lo he visto todo.

Carter miró a los dos con algo de preocupación, en tanto ella volvía hacia Emile, y contestaba:

- Y me conocen como Iotha, ya que preguntaste. Ahora, si me hicieras el honor...

Esta señaló a la entrada de la instalación. Emile asintió, y los tres se pusieron en marcha, antes de que nadie pudiese verlos. No llegaron demasiado lejos, entre los restos de vehículos y patrulleros muertos en valiente defensa, antes de que:

- Esperen...

La general los detuvo, justo detrás de un terminal de enfriamiento, uno entre los varios levantados en el patio frontal. Si esto era así, posiblemente hubiesen daños internos en el sistema de transferencia de energía en el interior. Debían ser más cuidadosos, sobre todo ahora que sus gafas captaban señales de energía moviéndose hacia ellos. Se preguntaba cómo no los había podido oír. 

Pero nada salió como Carter esperaba, al menos.

Los disparos le siguieron, ráfagas que comenzaron a quebrar el pilón. Tuvieron que seguir de uno en uno, derribando a más enemigos en armadura completa, pero los segundos pasaban, y cada vez más de aquellos soldados en uniforme café se volvían visibles. Estos fueron apareciendo por los flancos, y era cada vez más difícil protegerse tras las cilíndricas barreras improvisadas, siendo rápidamente rodeados cuando otros más aparecieron detrás. Emile apuntó su arma contra uno que se adelantó, quien portaba una capa, pero Iotha puso la mano para que la bajase.

- Esto servirá... - musitó ella.

Ellos no entendieron por qué lo dijo, pero obedecieron, y tuvieron que levantar las manos, tal como ella parecía hacer casi casualmente. El de la capa se acercó, pudiéndose ver con mayor claridad que tenía picos dorados sobre su casco. 

- Ἐπάγγεσθε τούτους τοὺς δύο καὶ. - ordenó.

Con una señal de sus dedos hizo que tres de sus hombres se adelantasen, tomando a sus nuevos prisioneros uno a uno, apretándolos desde atrás con una llave a los brazos. Emile esperó que lo siguiente fuera ponerlos de rodillas, para acabar el trabajo, pero no fue así. Uno que estaba al lado del aparente líder, más bajo y con un uniforme rojizo, le preguntó:

- Διὰ τί, ὦ κύριε;

Este le respondió, como si la respuesta fuese obvia:

- Ἀνόητε, ἴδε - le señaló, apuntando con el dedo a los tres, sin mirarlos - οὗτοί εἰσιν οὓς ζητοῦμεν, καὶ οὗτος ἐν πληγῇ ἐστὶν, ὁ ἄρχων ἡμῶν βούλεται αὐτοὺς ἐν ζῷῳ ἔχειν. 

El otro tragó saliva y asintió:

- Ναί, ὦ κύριε.

El de la capa rio, y dando una palmada fuertemente en el hombro del otro, se dio vuelta y comenzó a alejarse. Los que los tenían cautivos los empujaron, y siguieron a su superior mientras este, alegre, exclamaba:

- Οὗτος ἐστὶν ἡ μεγάλη ἡμέρα ἐμοί. Ἀναβιβάσουσιν ἐμὲ ὅτε παραδώσω τὸν ἡγέτην αὐτῶν ἐν τῇ Ἐκκλησίᾳ.

En efecto, tal parece que los estaban llevando justo a donde ellos querían. Avanzaron por el patio hasta las compuertas, ahora escoltadas por enemigos, ya visibles, portando largas picas de plasma entre manos. Se internaron entre los pasillos, las oficinas y buena parte de lo que alcanzaron a ver estaba totalmente saqueado y destruido, terminales fritos e infraestructura erosionada por los rezagos de lo que parecía haber sido un cruento combate a puerta cerrada. Llegaron al extenso lobby principal, y llegaron hasta uno de los varios elevadores al fondo.

Ascendieron calmadamente hasta que la luz parpadeó, saliendo hacia una especie de bahía. Tomaron un funicular magnético, el único que estaba al frente, para adentrarse cada vez más al interior ahora oscuro de aquella estructura.

Tras unos minutos arribaron al área que mejor podían reconocer. Las antesalas y los circuitos de sanitización y preparación, en cada una de las cámaras de proyectores, habían sido despiezadas y saqueadas. Mientras, por algunas oquedades, dejadas por paneles externos desmontados, podía observarse las propias máquinas emitiendo un destello poco intenso, repetitivo, continuo. Las salas de control, en cambio, estaban totalmente destruidas, así que quedaba claro lo que debía estar activándolas:

- Los proyectores...debí suponerlo... - musitó Iotha.

- Oh, así que ya lo captas, mujer - dijo el de la capa.

- Miren nada más, tiene traductor.

- Tomó tiempo, pero pudimos sincronizarnos con sus puentes de tiempo al final. Pero no, no me den todo el mérito por esta hazaña, de no ser por nuestro topo, habría sido...tan sólo un poco más complicado.

- Felicidades. 

- Tus provocaciones me tienen sin cuidado. Contigo en mis manos ya tengo suficiente.

- No te alcanza ni para la previa.

Quien la retenía, al oír eso, la empujó hacia delante, e intentó patearle el espinazo. Esta de un parpadeo esquivó, rodó, y de un solo barrido borroso de su bota, lo hizo caerse al piso. Los otros dos reaccionaron, zarandearon a los spartan, encañonándolos con sus armas cortas cabezas, pero en respuesta estos no se inmutaron. Emile tenía sus dudas, pero si Carter se quedaba quieto sin intentar contraatacar en ese mismo instante, debía ser por una buena razón:

- Te haré hablar, graya... - dijo él - Vas a decirnos todo lo que queremos saber, o si no ellos...

Antes de que este se diera cuenta, Iotha se esfumó en un blip:

"¡¿Qué?!"

Sintió que algo lo atenazaba, y cuando sus subordinardos voltearon, vieron que la elfa lo había tomado por detrás de la cabeza con ambas manos:

- No voy a irme a ningún lado contigo, amigo. - dijo sonriendo.

- Ahora, hagámoslo - susurró Carter.

El oficial enemigo no tuvo tiempo de maldecirse por dentro antes de que las manos de Iotha vibraran, y todo desapareciera. Su cuerpo cayó de rodillas, humeando como una barbacoa, y quedó postrado allí.

- Hah...esto no te gustará... - dijo Emile.

Aprovechando la distracción, Carter lucho brevemente con su captor a los golpes, quitándole su arma, mientras Emile recibía otra herida penetrante en la mandíbula antes de derribar al último. Este miró al que cayó primero, y aunque al inicio parecía ileso de aquella barrida, estaba totalmente estático, tirado, humeando desde las junturas de su armadura. Luego miró a Iotha de vuelta:

- No es algo que debas saber...

- Seguro - musitó él - Diablos, eso no me lo esperaba...

- Síganme, debemos ir a...

Sin previo aviso, algo impactó contra ella a una altísima velocidad, empalando su pecho con un cuerno curvo similar al de un carnero. Una vez tuvieron mejor visual, los spartan se prepararon para enfrentar al nuevo hostil, uno de aquellos guerreros en armadura, pero más grande y musculado que los anteriores. Este respiraba con rapidez, gruñendo como una bestia; Carter y Emile comenzaron a dispararle, pero la munición enemiga no era capaz de atravesar su blindaje:

- ¡Carajo...!

Aquella criatura tiró a la general a un lado como una muñeca, pegó un grito de guerra desolador, y cargó contra ellos. Carter se adelantó para intentar detenerlo, pero cuando quiso taclearlo, todo se volvió negro para ambos. 

- ¡No!

Emile trató de esquivar, pero recibió un azote en el cráneo.

...(3742 Lacedaemonia, 7 Delphinios)...

Una serie de voces despertaron a Emile, transmitidas por el espacio que no podía ver. Miró a su alrededor, y se vio a sí mismo sin ningún tipo de atuendo, flotando en vertical. Varios apéndices que parecían mecanismos de reloj se movían fríamente en torno a él, anexos a un esqueleto en forma de prisma. Uno de ellos se clavó en su corazón sin aviso, e inyectó algo que lo hizo gritar, ahogándose al sentir un shock que le provocó una tremenda jaqueca. Tiritando y suspirando, le pareció una eternidad antes de que otro mecanismo se posara en su abdomen, emitiendo un pulso que lo envolvió, devolviéndole en un instante la compostura.

Solo entonces su vista comenzó a ver de lejos, dándose cuenta de que no se encontraba solo. No solamente había personal vestido en largos abrigos multicapa y overoles con casco recorriendo el lugar, revisando todo incluyéndolo a él, sino también otros aparatos como aquel en que estaba. Dentro lo pudo ver, pero fue incapaz de creer que esto simplemente sería el final. Carter, Cat, Jun, Jorge...Seis, todos estaban igual que él, flotando sin ninguna cosa que los cubriera, como si fueran ranas en una clase de biología antigua:

- ¿Qu...qué...qué es...esto...?

Y como por arte de magia, alguien le respondió:

- Este es el momento cúlmen. Es la hora de descubrir si en verdad son lo que dicen ser.

Por un lado se apersonó otro sujeto, uno que vestía totalmente diferente a los demás, con una bata negra y detalles rojos, parches carmesíes en las hombreras, guantes ceñidos, pantorrilleras rojas y calzado blindado de una sola pieza. Debajo llevaba pantalones acojinados a cuadros y un chaleco con similares protuberancias:

- Centrum...

Quien había llamado ahora la atención del spartan era justamente su compañera, quien sudaba frío, intentando tomar aire, tosiendo. Al oírla, el hombre rio ahogadamente:

- Qué pena. Es tarde para descubrirlo. Pero sí, y es una pena que Homeline y mi mundo se tengan que encontrar de nuevo...de esta manera, ¿no lo creen?

- Maldito...suéltame...y verás como empeora - dijo Emile.

- Soy el doctor Hamell, para servirles. Y sí, lo sé, no son de Homeline, pero no nos importan esos detalles ahora.

- ¿Qué es lo que quieres? - exclamó Jorge - ¡¿Qué hiciste con mi familia?!

El científico entonces fue hacia donde este se hallaba con rapidez, mirándolo desencajado, agazapado:

- ¡Tu familia está muerta, Jorge 052! - le gritó, y se mofó diciendo - Esos brutos sin cerebro les rompieron cada parte del cuerpo. ¡Yo...! - se señaló - yo personalmente le di mis atenciones a tu mujer - se burló, acariciando su cara - y a tu querida hija...

Jorge rugió de rabia, agitándose para tratar de zafarse, pero era inútil:

- Infeliz - se lamentó, y gritó -¡Miserable, desgraciado, estás mintiendo...mientes!

El científico solamente disfrutaba del momento mientras se apartaba de él, y su contenedor bajaba hasta el nivel del suelo, ante la impotencia de sus compañeros. 

- Ah sí, sí, en lo que estaba - dijo, estrechándose las manos - Claro, eso...Supongo que ya saben, aunque no sé si les enseñan algo en esa academia estos días. Mi cultura no es una que crea en supercherías tales como la "suerte", pero creemos en las estadísticas, y las probabilidades.

- No importa cuánto lo intentes. No sacarás nada de esto... 

Eso lo había dicho Jun, quien miraba impasible a su enemigo:

- Claro que lo haré, coronel, y lo haré en cuestión de minutos. Verá, sus estadísticas, y créame que los hemos estado estudiando por un rato...son...anormales. No debe ser por magia, debe haber una explicación razonable...

Se comenzaron a escuchar unas alarmas, y el personal que había estado alrededor comenzó a apartarse, mientras que las ventanas de observación, a una planta de altura, comenzaban a sellarse con paneles de protección. Prontamente entraron, más de aquellos soldados en uniformes de placas, esta vez de color aguamarina, cada uno con un arma de fuego similar a un grueso obús miniatura. Cada uno de estos apuntó a uno de los spartan, incluso al punto donde estuvo Jorge, mientras el científico miraba alrededor y sonreía, continuando su discurso:

- Entonces se me ocurrió una idea. Mis informáticos modificaron estos diagnosticadores locales alrededor de ustedes para desprogramarse a sí mismos durante 0.534 segundos en un momento determinado al azar. En ese momento, también pasará algo más.

- Estás desquiciado.

- Llamas locura a la genialidad, me tomó años de revisar datos llegar a este experimento final. Así que será mejor que esperen en silencio, esto ocurrirá en cualquier momento. Si esa suerte de la que hablan sus archivos de verdad existe y es medible, no importará si logran escapar...

- ¿Y ahora...por qué querrías que escapemos...? - preguntó Carter, cabizbajo...

- No lo quiero. Ese es el punto. Hice los modelos, si algo tan improbable ocurriese ahora, y ustedes salen de aquí, todo este lugar se autodestruirá en una detonación de antimateria. Yo me iré a salvo, y todos desaparecerán.

Al oírlo, aquellos soldados ni siquiera se movieron de su lugar, determinados a cumplir sus órdenes; destrozar a quienes tenían en frente apenas pusiesen un pie en el frío suelo. Los spartan, por su parte, se sintieron entre la espada y la pared. Jun tenía la esperanza de que, de alguna manera, pudiesen figurar una forma de salir de esto, y si no, de morir sin dejarse manipular en cualquiera fuese la conspiración que Centrum estuviese urdiendo. 

- Ustedes saben...

- Así es, coronel, sabemos lo que hallaron en el Tiempo Viviente. No puedo permitir que pase. Es la supervivencia del orden en contra del caos, y ustedes no lo van a cambiar.

- Tus superiores no lo entienden, esto no...

Se escuchó de repente un chasquido, y humo nitrogenado salió de en medio de la habitación, cerca de Hamell, quien se alejó, esperando con enorme expectación lo que pasase a continuación:

- Ah, muy bien, ya comenzó...

Un nuevo cilindro salió del suelo lentamente, emitiendo pitidos y vapores que tapaban la vista. Pronto, una luz verde parpadeó en toda su longitud, de arriba a abajo, haciendo desaparecer su superficie exterior. Los miembros de Noble fueron capaces de ver entonces a quien se encontraba en su interior, un hombre, pálido por el frío criogénico, de perfecta complexión física, rostro de ceño severo, mandíbula firmemente cerrada, y la cabeza rapada:

- Jefe...Maestro...

Quien lo había dicho era Seis, más estúpidamente sorprendido que todos los demás, describiendo una arcada antes de toser secamente, y respirar con dificultad tras el acto.

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