Liam se encontró con la intensa mirada azul de Einar, su corazón latiendo fuertemente en el pecho. Podía ver la feroz protección en los ojos del hombre, la profundidad de su cuidado por Amelie. Era un recordatorio contundente de cuánto significaba ella para las personas a su alrededor, cuánto había pasado, y cuánto aún tenía que soportar.
Pero nada de eso sería culpa de Liam ya. Él tenía que asegurarse de que su oponente lo supiera.
—Sí, señor Ingvarsson —Liam respondió, levantándose y igualando su altura con la del hombre, su voz firme pero baja—. Se ha expresado perfectamente claro. Y comprendo la gravedad de lo que está diciendo. Haré todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que Amelie nunca resulte herida por causa mía. Ni por nadie más.
Einar se enderezó, su expresión se suavizó ligeramente, aunque la tensión en su postura aún permanecía.
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