No te vayas

Aunque fuera un sueño, ya era demasiado tarde...

—Porque no quería dejarte sola, me habría preocupado por ti toda la noche —dijo con tanta ternura como su mano que estaba en mi cintura se movió a mi mejilla, y las acunó en sus palmas. Podía sentir que ella estaba preocupada, pero ¿por qué? ¿Qué tenía que ver él ahora, qué pasaría si le dijera, que todo era por culpa de su amante solamente!

No dije una palabra, no tenía nada que decir, toda esta ternura, este cuidado, esta preocupación, ¿qué significaba? ¿Era culpa? ¿Era simpatía? No quería saberlo, pero tampoco quería tomarlo como afecto.

—Sigues cansada, trata de dormir de nuevo, Mari —dijo apartando su mano de mis mejillas, y tomé un suspiro de alivio, pero al momento siguiente, sus manos tocaron mi cabello, mientras comenzaba lentamente a pasar una mano por él, acariciándome de vez en cuando como lo hacía mi madre cuando era joven.

Se sintió mucho mejor, tan relajante, mis ojos se volvieron pesados de nuevo.