Lana ocasionalmente le echaba miradas furtivas a Liam mientras comían. Él estaba tranquilo y muy concentrado en comer su comida, como si estuviera hambriento desde hacía días.
—¿No te dieron comidas adecuadas durante el velorio? —murmuró Lana.
—Sí, pero la comida allí no sabía bien en absoluto, nada comparable con la que tú cocinaste. Tu mamá tenía razón. Definitivamente cocinas demasiado bien. Todo está tan delicioso que desearía poder comer todas mis comidas preparadas por ti —elogió Liam y Lana se sonrojó inconscientemente.
—Por cierto, ¿vas a castigarme tan severamente que incluso tenemos que documentarlo? —preguntó Lana a continuación.
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