—¡Su Majestad! —ella lo estaba sacudiendo para despertarlo, pero tendría que dejarla por un tiempo. O quizás mucho más tiempo, dependiendo del estado en el que encontrara a Skender.
Roxana había pedido ayuda y llevaron su cuerpo a sus cámaras. Ella permaneció con él, como había prometido. Ahora, él podía sentirse menos preocupado y concentrarse en Skender.
Le llevó un tiempo encontrar a Skender. El hombre había ido a un lugar oscuro, tal y como temía. El lugar que incluso él, el destructor, evitaba por el dolor.
Skender iba y venía entre ser ahogado, encadenado, torturado y enterrar a sus padres y a Ramona. Se había convertido en un ciclo vicioso de recuerdos dolorosos.
Dios, odiaba ese grito. El dolor de cuando estaba entumecido. No podía sentirlo ahora mismo porque Skender era el que llevaba esas emociones. El desconsuelo. Porque sin Skender, el destructor no tenía un corazón que pudiera doler.
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