Inversión

—¿Cómo puede ser esto?

Jiang Yue logró esbozar una sonrisa ligeramente antinatural. Su voz suave temblaba mientras decía —Abuela, ¿estás bromeando? ¡Todos mis vestidos han sido hechos a mano por ti!

Si Jiang Yue no hubiera dicho esto, la Matriarca Gu no se habría enfadado tanto. Esta era la primera vez que había hecho un vestido para Nian Nian. Este era un símbolo de su aprecio por Nian Nian, pero había sido arruinado por la nieta a la que había visto crecer.

—Jiang Yue, ¿el vestido que llevas puesto ahora te queda bien? —preguntó fríamente la Matriarca Gu—. La cintura del vestido está a punto de rasgarse de lo ajustado. El vestido ya se ha deformado por la tensión, y ha perdido su belleza…

—¡Abuela! —Jiang Yue miró a la Matriarca Gu con incredulidad. No esperaba que la Matriarca Gu dijera palabras tan feas en público. Si otras personas escucharan sus palabras, viviría en el ridículo por el resto de su vida.