La expresión de Lu Rongrong se endureció.
Había olvidado completamente las cámaras de vigilancia en el aula.
Después de todo, nadie se había molestado en revisar las grabaciones desde que las instalaron.
Si el director y el profesor de clase descubrían que ella había provocado la situación, su queja no tendría sentido.
Lu Rongrong agarró el brazo de su madre y gritó:
—¡Mamá, me duele tanto la mano, debe estar rota, me está matando!
La expresión de la Sra. Lu cambió abruptamente y dijo apresuradamente:
—¡Rongrong, vayamos al hospital primero!
Nan Yan vio que Lu Rongrong quería escapar en el último momento, pero no podía dejarla salirse con la suya.
—Lu Rongrong, tu mano se ve perfectamente bien, no está hinchada ni roja. ¿De verdad te duele?
El director y el profesor de clase también miraron la mano que ella sostenía.
No había rastro de hinchazón o deformación, ningún signo visible de lesión.
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