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Capítulo 27: «Ser» – El «Séptimo Impacto» III  

En algún lugar, en algún momento...

 

VLAS WINDSOR

 

Bienvenido, Vlas Windsor.

¿Esa voz? ¿De dónde venía? Me estaban hablando desde algún lugar, pero no podía ver nada, había despertado en un lugar desconocido, un lugar donde una infinita oscuridad abrazaba el ambiente, me sentía pesado, inhumano, demasiado extraño, no pude evitar recordar aquella sensación extraña que me invadió cuando Rhys usó su teletransportación en mi... Aquella sensación de cuando visité el Vacío Temporal.

—¿Dónde estoy? —pregunté, con un escalofrío recorriéndome el cuerpo, el miedo comenzaba a apoderarse de mí y comenzaba a no pensar con claridad.

Donde fuera que me encontrara no me traía nada de tranquilidad o seguridad.

Nadie respondió mi pregunta, tampoco podía identificar a alguien entre toda la penumbra que había frente a mis ojos, cada una de mis palabras se desvanecía en la infinita oscuridad, sin nada que me diera al menos una señal... Ni siquiera la sonrisa de Zenda, la mirada de Rhys, o las caricias de mamá... No había nada.

—Hola, ¿Hay alguien ahí? —llamé de nuevo.

El miedo me comenzaba a ganar cada vez más y más. No presentía que todo esto tuviera un desenlace bueno... Para nada.

 Notando que no recibía respuesta alguna intenté ponerme de pie, sólo podía guiarme por el sonido de mis pasos, no había nada alrededor mío y no sospechaba que la salida estuviera cerca, temblaba cada vez más. ¿Acaso estaba ciego?

Al parecer no tienes idea de donde estás, Vlas Windsor —dijo la voz que había escuchado al principio.

—¿Quién eres? ¿Y dónde te encuentras? —pregunté azotado por los nervios.

«Mierda, ¿Por qué carajos sigo atrapado entre tanta oscuridad?», no quise decirlo en voz alta.

Aquí —respondió, tocándome el hombro.

Apenas hizo ese movimiento, y todo se volvió claridad. Por fin pude ver de nuevo.

 Estaba en el cielo. Era imposible, refregué mis ojos varias veces porque no podía creer lo que estaba apreciando... Caminaba en un reflejo inmenso del cielo, solo veía el color azul y nubes que lo acompañaban, el suelo parecía invisible, o era un espejismo que reflejaba la intensidad de la cima, y era infinito. No tenía otra cosa más que hacer que quedarme anonadado admirando la belleza de ese lugar.

Impresionante, ¿Cierto? —preguntó la voz detrás de mí.

 Me di vuelta lo más rápido que pude, los nervios recorrían mi cuerpo y ya me esperaba lo peor.

Nada de lo que ha sucedido en tu vida ayuda, ¿Verdad? —preguntó el extraño frente a mí.

 Era un hombre joven, alto, quizás más alto que Rhys. Vestía una camiseta manga corta blanca, pantalones del mismo color y botas que hacían juego. Tenía el cabello alborotado, color plata, y ojos celestes, tan brillantes como el mismo cielo en el que me encontraba. Su presencia era tan cálida como sagrada, parecía una divinidad... O quizás lo era... Porque...

—¿Mi vida? ¿Qué sucede con eso? —pregunté confundido.

Si, muchas cosas te sucedieron en el correr de tus dieciséis años, en consecuencia a esto tomaste una postura defensiva, pero quédate tranquilo, no estoy aquí para hacerte daño, puedes dejarte llevar, al menos por el tiempo que estés aquí —respondió el hombre, cruzando sus brazos.

Esbozó una ligera sonrisa que levemente comenzó a darme un poco de tranquilidad, pero todavía no en su totalidad.

—¿Cómo sabes eso? —pregunté más confundido que antes.

No iba a negar que tenía algo de razón, pero dentro de todo, a mis miedos no los dejaba salir, nunca, ni siquiera con Zenda, ni con Rhys... Nadie jamás supo que sucedía conmigo, nunca permití que eso me impidiera seguir adelante.

 Pero él se veía extraño, no tenía un presencia que me hiciera sentir incómodo o inseguro, era armonioso, parecía alguien totalmente despreocupado de todo, y su carisma sobrepasaba las palabras.

 Tardé en darme cuenta la razón por la que estaba en ese lugar, probablemente había sido por mis nervios que no me dejaban pensar con claridad al principio, pero luego de las siguientes palabras que lanzó el hombre, entendí todo.

¿Cómo lo sé? Fácil... Lo sé todo —respondió, y mi mente se aclaró.

Ese mirada, esa voz, esa apariencia, esa presencia. Era todo tan obvio, ni siquiera podía aceptar haber tardado tanto.

 Tanto tiempo había hablado de esto con Rhys, y esperado este momento con una intranquilidad inmensa para poder conocer al fin mi destino, y la razón de todos los sucesos en mi vida, el motivo por el cual debía perder a Zenda, el todo... Estaba frente a él... Estaba frente a «Dios».

—«Dios» —dije anonadado, no sabía que más decir, mis palabras se habían acabado para describir lo que estaba viviendo, tal y como me lo había dicho Rhys, la presencia de este ser era tal, que un ser humano jamás podría entender lo que significaba estar frente a él... Y yo no era la excepción.

Vaya, he escuchado ese nombre muchas veces —declaró, soltando una risa.

—¿Cómo? ¿Pero eres «Dios», cierto? —Su respuesta no fue del todo certera.

Mencionó su nombre como si fuera algo erróneo, o en todo caso no muy adecuado para sí mismo.

Quizás sí, quizás no... ¿Quién sabe? —respondió, moviendo la cabeza de un lado al otro.

—¿Qué? —La confusión ya comenzaba a sobrepasarme. No podía comprenderlo.

Puedo ser «Dios» o «El creador», claro que puedo, pero a la vez que puedo ser la creación también puedo ser la destrucción, la verdad o la mentira, la vida o la muerte, el odio o el amor... Soy eso, Vlas Windsor... Soy el principio y el final, el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el universo y el vacío... Soy todo y a la vez soy nada... Y estás frente a mí en este momento, el momento exacto para decidir tu destino.

Luego de todo lo que había dicho estaba aún más confundido, obviamente «Dios» fue un nombre puesto por los humanos a lo que creíamos ser nuestro creador, una deidad suprema que todo lo podía y todo lo sabía, pero obviamente llamarlo así era equivocado, ya que no había una forma de llamarlo, si fue quien lo creó todo, también creo los idiomas, nombres y atributos, no hay una forma de identificarlo con un nombre, por eso tiene tantas definiciones, «Dios» lo es todo y también es nada, ni los propios humanos entendíamos esos conceptos, ¿Cómo podríamos ser tan egocéntricos y querer dotar de humanidad a un ser tan inalcanzable? ¿O siquiera darle sentido a su existencia?

—¿Entonces? ¿Cómo debo de llamarte?

¿Cómo quieres llamarme?

—Creo que tengo una buena forma de llamarte... ¿Puedo llamarte «Ser»?

 Yo no quería ser el egocéntrico principal al intentar nombrar a «Dios» de una manera distinta a la de toda la humanidad. Solamente quería comprender un poco lo que me estaba sucediendo. «Ser», o «Dios», no importaba mucho después de todo, porque no le iba a encontrar respuestas a la verdadera razón de la existencia de este ser... Por eso, más allá de querer darle un nombre, solamente lo describí... Era un ser, no importaba que tipo de ser, solo importaba lo que era... Por eso lo llamé «Ser»

Puedes llamarme como quieras, después de todo, esta es tu propia interpretación —respondió, tomando rápidamente mi atención.

¿Mi propia «interpretación»?

—¿A qué se refiere con eso? —pregunte confundido.

Tú no sabes quién o qué es «Dios» o «Ser», o como quieras que me quieras llamar, de hecho nadie puede saberlo, nadie puede comprender la cantidad de conocimiento que hay detrás de sus suposiciones, no tengo forma física, ni voz, ni mente, ni personalidad, no tengo un alma que me dote de esas características como a ustedes, no soy nada —respondió dando algunos pasos y comenzando a caminar por el infinito lugar en el cual nos encontrábamos. Comencé a seguirlo—. Tome tu propia idea de lo que crees que soy, hay muchas maneras de las que puedo tomar presencia, pero al centrarnos en ti más que en mí, tomé esta versión, lo que tú crees que puedo representar entre los humanos, lo que estás viendo ahora es solo la forma que tomé para que me identificaras, si no lo hacía no habrías podido siquiera escucharme, ya que yo no existo —agregó, continuando su camino.

 «Yo no existo». Esa frase me hizo eco en la cabeza, no pude pasarla desapercibida.

—¿No existes? —pregunté con curiosidad.

Ustedes creen que soy el creador de todo lo que llaman universo, pero no formo parte del universo, soy externo a este, no soy parte de tu realidad, esa realidad en la que debería existir... Sólo vivo dentro de una realidad alterna, como esta, una realidad imaginaria que únicamente se proyecta en momentos específicos, como ahora mismo, en tu propia mente, no te puedo dar con exactitud mi verdadera condición, ya que te estaría dando las respuestas para muchas preguntas que te harás en el futuro, y que si las conoces ahora perderían todo sentido... Creo que me entiendes, Vlas —explicó.

—Vaya, tenía razón cuando pensé en que éramos demasiado arrogantes como para intentar darle razones o sentido a que tu existas... Es complejo.

Ustedes siempre intentan encontrarle razones a todo... Es interesante, no voy a decir que eso sea malo, la curiosidad entrega avance, no hay que ceder ante la complacencia, y eso es algo que tú sabes, Vlas, ¿Conoces lo que significa la ambición, cierto?

—Algo por el estilo, no voy a negar que es algo que viene de familia... Creo que ya sabes lo que sucedió con Rhys y con mi padre por eso mismo.

Claro que lo sé... Ya te dije que lo sé todo... Poseedores del Scire más que nada —respondió, entre risas.

—Ni que lo digas... Por cierto, ¿Dónde estamos? He notado que la apariencia del lugar cambio de repente —pregunté señalando alrededor mío.

Algunos momentos antes, todo lo que parecía ser un cielo infinito comenzó a convertirse en el espacio... Estrellas, constelaciones, planetas, era hipnótico.

Esto es el Vacío Temporal, el lugar donde van a parar casi todas las almas luego de la muerte —respondió haciendo alusión a aquella vaga idea que me dio Rhys sobre el Vacío Temporal.

Al parecer no me había equivocado cuando al momento de aparecer en el lugar reviví esa sensación, ya había estado aquí antes.

—«Es la ausencia de tiempo en el alma humana», ¿Cierto? —pregunté parafraseando lo que Rhys me había dicho aquella vez.

Tiene muchas definiciones, pero quizás esa sea la más acertada, porque la vida de los seres humanos está condicionada por el tiempo, es una carrera a contrarreloj, y cuando este se acaba, ya no se vive más, sólo queda la muerte... En el Vacío Temporal.

—Rhys me dijo que no todas las almas van a parar al Vacío Temporal.

Tiene razón, eso se lo dije yo... Pero la explicación que él te dio fue la que él aprendió a través de sus descubrimientos gracias al Scire, ¿Cierto?

—Supongo que si... ¿Tiene algo que ver con que tu alma se consuma?

Algo por el estilo... La explicación de Rhys Windsor no está del todo errada, él es muy perspicaz, y entiende un poco más a los seres humanos, eso es gracias a sus Rexyss, pero dejando de lado razones obvias, creo que decir que la razón por la cual no todas las almas van a parar al Vacío Temporal es por el límite de la realidad es mucho más acertada.

—Espera, ¿El límite de la realidad? ¿Qué es eso?

Ya te dije que para existir debes de formar parte de una realidad, pero la mente forma parte fundamental entre el límite de realidades, sobrepasar una realidad no es algo normal, pero para nada es excepcional, ya ves que tú lo has hecho... El problema está en cuando no es algo que yo decida, tú sabes, controlo lo externo a tu realidad, por lo tanto debo hacerme cargo de cualquier falla en esta, y cuando un alma sobrepasa la realidad, hay que limitarlo de alguna manera, porque sin importar el motivo por el cual lo logró, si ese motivo se sale de control... La realidad se convierte sólo en un juguete.

—Claro, tú los eliminas de la existencia... O sea que eres algo así como una ley también, una ley para mantener a raya el ego humano.

Ya te dije que soy muchas cosas, Vlas, pero eres muy perspicaz tú también, la actitud de Rhys Windsor cuando vino aquí es más comprensible ahora... Tú sabes, el poder de controlar la realidad es delicado, por eso estás aquí ahora, eres el elegido del Scire, puedo tomar partido en esto e impedirte ser un poseedor, así como puedo solamente hacer que esto jamás haya sucedido, pero el destino te ha traído hasta aquí, y no seré yo quien evite que decidas por este.

—¿Acaso eso es una ironía? ¿Cómo es posible que yo pueda decidir mi destino cuando estoy en este momento atrapado en un encrucijada por culpa de este mismo? Es hasta cruel.

Puede ser... ¿Pero tú conoces tu destino?

—No.

Ves, ahí está el detalle... No puedes decidir algo de lo cual no tienes conocimiento, Vlas Windsor... Si estás atrapado significa que no eres libre, por lo tanto, si no eres libre, tienes un destino... Veremos donde te lleva, elijas lo que elijas.

—¿Cómo elegiré mi libertad si antes de esta está mi destino?

Entonces eso significa que esa nunca fue tu libertad... ¿No has pensado eso?

—¿Qué? Pero, Zenda... Ella... Ella no puede no ser mi libertad.

Vlas, es complicado asumir algo de esa magnitud, y más cuando se trata de conceptos tan abstractos, como la libertad o el destino... Porque cada persona es distinta, y eso no es algo que puedas controlar.

 —Entonces, el destino no puede ser la muerte.

Tampoco es tan así, eso sí que sería muy trágico... Es difícil hablar del destino sin irte a lo injusto, porque a veces no tienes la culpa de lo que sucede con tu vida, pero tampoco puedes procurar que siempre se trate sobre algo predestinado... Existe la casualidad, Vlas, existe la suerte, existe el talento, existe la injusticia... Y debes pretender luchar contra todo eso si quieres realmente ser libre... Y de eso no encarga tu destino.

—Pero yo... Entonces, ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué fui el elegido? ¿Qué tengo de especial.

¿Recuerdas que te dije que hay respuestas que si te las dijera ahora perderían sentido más adelante? Bueno, esa es una de ellas... El Scire te eligió Vlas, llegaste hasta aquí por un motivo, creo que desde ahora eres tú quien debe darle sentido a eso.

—¿Todo queda en mis manos?

Siempre estuvo en tus manos.

—Espera... El Scire, ¿Puede ser el universo?

¿Quién sabe? Quizás sí... Quizás no... Aunque preferiría quedarme con esta frase, Vlas: No existe la individualidad, no intentes conseguir las respuestas a todo esto pensando sólo en ti, porque más allá de un ser humano, existe la humanidad, y si conseguirás el poder del universo, no será tan así como tú lo crees... Porque la humanidad no es parte del universo, la humanidad es el universo mismo... Y todo lo que te rodea, también es parte de ti. 

—Soy yo... Espera... ¿O sea que sólo depende de mí? —pregunté notando que él había alzado su dedo índice, parecía comenzar a preparar algo, y no quise perder esa última oportunidad de conseguir una respuesta.

Descúbrelo... Es el momento de que esto termine, Vlas Windsor, debes volver a tu lugar —declaró dándome una mirada.

Vaya, al parecer el momento ya había llegado.

—Tendré que decidirme —dije, sabiendo lo que eso significaba.

Así es... Vlas Windsor, ¿Aceptas el poder otorgado por el Scire a cambio de la vida de aquella persona que más amas? —preguntó, y noté que no sentía la misma angustia que sentí antes de tener esta charla con él.

Sabía todo lo que pasaría cuando volviera, y sabía lo mucho que me destruiría todo lo que siguiera a este suceso, pero entender que no podía ser capaz de evitarlo y que además nada de esto sería mi culpa, me hizo darme cuenta que quizás, muy en el fondo, quería lo mismo que Zenda quería para mí... Ser feliz.

Ella me lo pidió con una sonrisa en el rostro, y también con lágrimas en los ojos, ella lo quería más que nadie, quería verme feliz, quería que yo fuera así de feliz como ella lo fue toda su vida, debía darle ese gusto antes de que no la viera jamás, de tal manera, sólo quería una última cosa antes de que se fuera para siempre.

—Acepto —dije sabiendo que ya no había vuelta atrás, lo había hecho... Nada iba a ser igual—. Pero sólo quiero una última cosa antes de que Zenda se vaya —agregué antes de que llevara a cabo el proceso en su totalidad.

Lo vi bajar su dedo levemente.

Verla sonriendo, ¿Cierto? —preguntó él, con una sonrisa.

—Si, sólo eso —respondí encogiéndome de hombros. Era obvio que él conocería mi deseo.

Eso no romperá con el trato, ni tampoco hará daño, pero debes saber que luego que eso pase, ella ya no vivirá.

—Lo sé, ya lo tengo asumido, pero sólo quiero verla una última vez —respondí cabizbajo. Me estaba destruyendo la garganta esa extraña sensación de querer llorar, pero no podía— Entonces, ¿Podré hacerlo?

Si, podrás —respondió, tocándome el hombro, tal como al inicio—. Esto ya llegó a su fin, Vlas Windsor, y como tú lo dijiste... Ahora todo depende de ti —agregó, señalándome.

—Lo respondiste.

No te iba a dejar con la duda —declaró, guiñándome un ojo—. Suerte, Vlas Windsor... Ya sabes que hacer —añadió, y su dedo descendió.

La cuenta regresiva había terminado.

Comencé a desvanecerme lentamente, apreciando como el paisaje hermoso que había divisado se desvanecía conmigo. Cerré los ojos y me dejé llevar, ya no era algo que me mantendría tranquilo, todo se volvería cuesta arriba desde este momento, y debería comenzar a encontrar eso que quería descubrir, eso que él no quiso decirme... Debía encontrar mi destino.

 

Al volver...

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 1 de Julio - Año 525

 

 Desperté en mi habitación, apenas volví a sentir mi cuerpo abrí mis ojos, y por instinto de nuevo mire a mi lado, ahí se encontraba ella, Zenda estaba sentada viéndome dormir. Eso era, ese sentimiento que sentía atrapado en mi pecho, volvió.

—Zenda... —dije apreciando su sonrisa, y esas brillantes lágrimas que comenzaron a caer por su rostro.

—Cumplimos nuestra promesa, Vlas... Gracias por regalarme todo lo que viví, y esa última sonrisa en tu rostro... Siempre confié en ti, mi amor —respondió, cuando me di cuenta que yo también estaba sonriendo y llorando—. Ya no siento mis piernas, y mi cuerpo se está durmiendo poco a poco, sólo quería saber si lo cumplirías, y tal y como siempre, me hiciste feliz hasta el último momento —agregó, intentando acercar su mano a mí. Pero fallando en el intento.

—Zenda, espera... —dije, atrapando su mano y sosteniéndola en mis brazos, más cerca de mi rostro pudo acariciar mi mejilla, su mano estaba cálida, era la última vez que la sentiría de esa manera—. Gracias a ti, gracias por aguantar hasta el final... Prometo ser feliz, y vivir por mí, prometo no decepcionarte, Zenda... Espérame en la cima del mundo, en cada estrella que mire y me recuerde a ti, no te defraudaré, yo lo lograré, Zenda... Te lo juro que lo lograré —declaré, dejando salir el llanto que guardaba hacía mucho tiempo, no pude evitarlo cuando noté como sus ojos comenzaban a cerrarse.

—Te amo Vlas... A ti y a todos los que formaron parte de mi vida... Por favor, dale esa carta a Kora, y nunca me olvides, te esperaré el tiempo que sea necesario... Te lo prometo.

Cada una de sus palabras extendía mi llanto, presionaba más y más mi pecho, no la quería perder... Pero ya no había marcha atrás... Y me resigné, pero sin dejar de llorar.

—Se la daré, tenlo por seguro, y ten más aún por seguro que jamás te olvidare, haré que todos te recuerden por siempre, tú eres la salvadora de mi mundo... Tú eres y siempre serás el amor de mi vida. —Mi voz entrecortada clamaba una pequeña promesa, y aunque ella estaba en mis brazos perdiéndose entre mis lágrimas que caían en su rostro, seguía con esa una sonrisa imborrable, ¿Cómo iba a olvidarme de algo así?— Duerme bien linda, estaré contigo pronto... Te amo, Zenda Allen... Te amaré toda mi vida. —Dejé salir, mientras apreciaba como sus ojos se cerraban completamente, y su alma dejaba paso a la libertad.

—Adiós, Vlas Windsor... Te estaré esperando.

Esas fueron sus últimas palabras.

Zenda había muerto.

Sostenía su cuerpo sin vida en mis brazos, ella me había dejado, y aunque había prometido ser fuerte, me encontraba devastado, mis lágrimas caían como un diluvio hacia su rostro angelical dormido en un sueño eterno. Lo sabía, lo esperaba, lo había asumido de tal manera que creí que no me afectaría tanto, creí que estaba preparado... Pero no, nunca se está preparado para algo así. No dejaba de llorar recordando los momentos que vivimos juntos, cada una de esas etapas de mi vida de las cuales ella formó parte, siendo esta, la última vez que la vería, a casi diez años de conocerla y permitirle entrar a mi vida.

Significó mucho, mi vida poco a poco se resumió en ella, y todo lo que alguna vez soñé para ser feliz se fue junto con su alma. Por eso, aunque ella fuera tan importante en mi vida, mi primer amor, la mujer de mis sueños y la salvadora de mi vida... Ya se había ido, y con eso daba una conclusión a nuestra relación, porque sí... La historia de mi vida con Zenda, había llegado a su final.

 Me paré y la recosté sobre mi cama, miré a mi palma y vi el sello que me había quitado todo. Que ironía, aquello que te lo da todo, también te lo quita.

Viendo el amanecer desde mi ventana entendí que esa había sido la última vez que escucharía sus palabras, la última vez que Zenda Allen pronunciaría mi nombre, porque ella se había ido junto con las estrellas... Tal y como lo prometió.

—Adiós... Amor de mi vida.

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