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Guerreros lobo

Otra razón por la que el reino poseía un gran ejército era por lo jóvenes que eran los guerreros cuando empezaban a recibir entrenamiento militar, el príncipe no era la excepción y según la tradición era también el príncipe quien aceptaba, rechazaba o elegía su primer enfrentamiento. Sin embargo elegir la batalla en la que se desea combatir era muy raro, la mayoría aceptaba las órdenes del rey o quizás, aunque muy mal visto, las rechazaba. Era aún más inusual que esta situación se dé cuando el príncipe era muy joven. Y aún más extraño elegir como primer oponente a un grupo de vulgares bandidos.

Por ello la gente de Gongmen se sorprendió al oír que el joven príncipe Shen muy pronto partiría a la frontera del reino para enfrentarse a los famosos bandidos. Intentando explicar este acontecimiento anormal comenzaron a circular rumores en los que se apuntaba a la arrogancia del príncipe como la principal responsable. Así, gradualmente el hecho no les pareció tan anómalo. "Solo un capricho del arrogante príncipe" se murmuraba en los mercados. 

El día que Shen emprendió su viaje, el cielo estaba despejado, las calles comenzaban a llenarse de gente. Nadie parecía recordar que ese día su majestad abandonaría el palacio, era un día demasiado común para que alguien le prestara atención. Además unos simples bandidos, como los veía la gente, no eran un gran reto. Así que nadie notó la salida del príncipe heredero y el grupo de guerreros que lo acompañaba. 

"Ellos también están solos" pensó Shen al cruzar, montado en su caballo, las puertas del palacio. Efectivamente, este grupo de guerreros que habían sido aceptados por el reino como refugiados y tratados como menos que sirvientes y un poco más que esclavos no interactuaba mucho con los ciudadanos de a pie. 

Días antes, Shen reflexionó seria y apresuradamente sobre alguna manera de evitar que este grupo sea enviado al enfrentamiento o al menos aumentar las probabilidades de su victoria. Caminó en círculos por su gran habitación, revisó las leyes de Gongmen y tratados en los que quizá podría encontrar una manera. 

Finalmente, en medio de la noche se topó con unos documentos en los que se mencionaba una antigua tradición que explicaba que un príncipe podía elegir su primer enfrentamiento. Una idea cruzó por su mente, obligó a sus ojos ya cansados a abrirse por completo. Esta tradición olvidada era muy ambigua... —No tiene por qué ser una batalla, tampoco se menciona una edad mínima —dijo, en tono bajo. 

"De obedecer esta tradición el reino definitivamente aumentaría la cantidad de armamento e incluso podría darles tiempo antes de marcharse, tiempo que podría aprovecharse eligiendo a los guerreros más capaces y para elaborar una estrategia que disminuya la cantidad de bajas" pensó, mientras con los codos sobre la mesa y los dedos entrelazados fijaba su vista en el desordenado escritorio lleno de papeles, notas y libros. Era casi imposible que se negara tal solicitud pues los bandidos no parecían representar una gran amenaza y sería muy controvertido ir en contra de la milenaria tradición.

Objetivamente esa podría ser una salida para aumentar las probabilidades de victoria. Pero… Shen, no planeaba sumarse a ningún enfrentamiento aún, a pesar de toda su preparación comprendía que no estaba listo para tener bajo su cuidado la vida de tanta gente y que este tipo de rival no le favorecía en nada en su destino como futuro rey. 

Reflexionó profundamente sobre esto por un largo tiempo, mientras como era usual, miraba el cielo que comenzaba a iluminarse con los primeros rayos del sol. A pesar del cansancio en sus ojos, a primera hora en la mañana arregló lo necesario con el ministro encargado y luego este se lo comunicó a los reyes para su aprobación. 

Al llegar esta información a los oídos de los monarcas, sorprendidos y curiosos por lo que motivaría al joven príncipe a hacer tal solicitud, guardaron silencio unos segundos para luego dar el visto bueno mientras intentaban disimular su alegría. "Si el príncipe buscara su muerte sólo, más a menudo, sería algo por lo que celebrar, incluso podría tratarlo con más amabilidad" pensaron sincrónicamente mientras imaginaban su muerte. 

Así, en los días posteriores Shen supervisó la elección de la gente más fuerte y capaz del grupo, los cuales para su sorpresa eran la mayoría. Se encargó también de planificar las estrategias que podrían usarse y acercarlos a la victoria, recibiendo orientación de famosos comandantes del reino. El último día se explicó al grupo de guerreros el plan que se ejecutaría. El grupo estaba conformado en su mayoría por personas de la secta de "guerreros lobo" y un pequeño grupo de guardias reales. Cuando todo estuvo listo, partieron.

El reino estaba rodeado de montañas, el terreno era hostil por lo que el viaje fue difícil. Durante el trayecto, miradas de odio iban dirigidas a Shen, miradas que comenzaron cuando se les informó que se enfrentarían a unos bandidos y de ser derrotados serían echados del reino. 

Habían trabajado tan duro por mantenerse, incluso cuando recibían abusos, siendo tratados casi como esclavos y "¡Así era como les pagaba el reino! Siendo parte del capricho de un inexperto y arrogante príncipe" pensaban. Acumulando cada vez más odio y desprecio por la persona que dirigía la marcha y era resguardada por guardias reales. Para ellos Shen era la viva encarnación de la tiranía que acompañaba cual tumor a la realeza.

Por supuesto, Zhang también lo había notado, esta persona lo sorprendía cada vez que se encontraban. Definitivamente ahora su comportamiento no coincidía con el Shen que creía conocer, alguien que por supuesto no haría algo tan descabellado, lo que le ocasionaba aún más curiosidad. "¿Qué está planeando este singular príncipe ahora?" se preguntaba, en tanto miraba la esbelta figura blanca que, debido al movimiento del trote de su caballo, sacudía su larga coleta de cabello sedoso y albino. Dejándolo este paisaje hipnotizado. Dirigió inconscientemente su mirada hacia esa persona, innumerables veces durante todo el trayecto.

Shen era consciente del motivo de estas miradas, pero era muy vago para aclarar la situación. Por ahora prefería que lo odiaran y ese odio los mantuviera con fuerzas, preferían eso a que sepan que en realidad el rey intentaba librarse de ellos y sean conscientes de la peligrosa situación en la cual se hallaban, así incluso podrían desalentarse y eso representaría una desventaja que jamás se permitiría. Así que aclararlo era algo innecesario. 

Finalmente, el grupo se detuvo, debían acampar para evitar los peligros de la noche y descansar. Después del ajetreo que se oía al repartirse todos tareas para armar el campamento y distribuirse las horas de guardia, el silencio reinó. Esa noche la luna llena y el cielo estrellado iluminaban mientras una brisa fresca les rozaba el rostro. 

Era un espectáculo hermoso, a Shen le encantaban los cielos estrellados, le parecía magnífica la compañía que parecían hacerse las estrellas unas a otras y la supremacía que inspiraba la luna, que aunque solitaria parecía contenerlo todo

Pasados unos minutos, que Shen experimentó como eternos, decidió acostarse. Demoró un poco en conciliar el sueño debido principalmente a la dureza de la cama improvisada en la que se recostaba.

Un viento frío pasó por la tienda provocando que su cuerpo cambiara a una posición fetal, además del movimiento de sus mechones que desordenados adornaban su hermoso rostro ahora pacífico, mientras sus largas pestañas blancas se agitaban ligeramente y su respiración se hacía gradualmente lenta, Shen dormía plácidamente.

Un recuerdo viene entre sueños…

Hacía mucho frío, pero Shen agradeció poder ver la hermosa nieve caer suavemente cubriendo el jardín frente a él con una suave capa de blancura. A pesar del frío que recorría su pequeño cuerpo, de alguna manera al ver ese paisaje tan frío sintió una calidez sin igual. "Si pudiera volver a empezar el día, lo haría sin dudar, tal vez elegiría otro regalo, así quizá podría disfrutar también la nieve, jugar con los otros niños y luego ser invitado a entrar al gran salón para degustar la deliciosa comida mientras me dejo envolver por la dulce melodía" imaginaba. 

Horas antes de la gran celebración se armó de valor para interrumpir el paso del rey, y extender sus pequeñas manos blancas hacia arriba mostrando una pequeña cajita envuelta con un listón. Un grupo de sirvientas que presenciaban la escena miraba al dulce niño con ternura, mientras esperaban expectantes que el rey abriera la pequeña caja. Este ocultó su disgusto tras una mirada de indiferencia y sólo la tomó para luego decir: —Puedes retirarte ahora. 

Más tarde el rey recordó la caja y la abrió, dentro halló una delicada peineta de cristal, cuya transparencia y delicadeza la hacían parecer una magnífica joya. El rostro del rey fue gradualmente deformándose más y más hasta adoptar una expresión de absoluta ira. 

Dando grandes zancadas, fue en busca del príncipe, lo halló en los jardines, lo sujetó de su pequeño brazo y lo llevó velozmente hacia un pabellón para la servidumbre, el cual estaba vacío debido a que estaba aún en construcción. Lo jaló tan bruscamente que el pequeño casi se tropieza. 

Una vez dentro, en un tono amenazante y duro dijo:

—Esto, no te pertenece, no le pertenece a nadie ahora, no te atrevas a intentar algo así de nuevo —mientras sostenía frente al pequeño la hermosa peineta 

No te permito salir de esta habitación, no quiero volver a verte el resto del día —sentenció, alzando un poco más la voz y dejando caer la peineta que luego sería destrozada por su pisada —obedece o lo lamentarás —espetó finalmente mientras lo veía con una mirada de desprecio. Cerró de un portazo la entrada y desapareció. 

Esa navidad la alegría flotaba en el aire y llenaba cada rincón del palacio, mientras la pequeña y solitaria figura del príncipe intentaba mantener calor mientras observaba a través de la ventana el paisaje invernal cubierto de suave nieve.

En el gran salón, un par de sirvientas murmuraba:

—¡Oh, es una pena, se veía tan tierno al entregar su regalo! … —la otra interrumpió susurrando: —¡Es verdad!, qué lástima que se haya sentido mal justo cuando la ceremonia principal va a empezar.

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