un chico un día se encuentra un libro mágico sobre la magia y las bestias mágicas, al analizarlo descubrió que la leyenda era cierta, y tratando de prepararse para lo que se avecina reuniendo a sus amigos para que lo ayuden (soy nuevo y está es la primera vez que escribo una historia, así que acepto consejos y sugerencias; los capítulos se estaran publicando cada 15 días si no estoy muy atareado; sin más que agregar, gracias por su atención)
Jueves 25 de junio del 585
Hace mucho tiempo el rey envío a un grupo de amigos, los cuales eran diferentes a nosotros, ya que ellos controlaban algo a lo que nosotros llamamos magia o hechizos, junto a varios caballeros para exterminar a un monstruo muy poderoso, la campaña duró más de un mes, durante ese tiempo se libraron muchas batallas, aunque también hubo muchas bajas, muchas personas lloraron por sus familiares que perecieron ahí, pero ya nadie recuerda como se llamaba o porque se le temía a aquel monstruo ya que no había nadie que contara el evento y si lo hubo seguramente no contó nada de lo que sucedió ahí , pero solo se sabe que aquel monstruo volverá algún día pero nadie sabe cuándo y la verdad, no se preocupan por ello
— Edmundo — wow, es una historia interesante abuelo, ¿Por qué nadie sabe cuándo volverá? — pregunta el pequeñín con curiosidad e interés.
— Abuelo — no sé, imagino que a nadie le interesó saberlo a excepción del grupo de amigos que lo escribió en uno de los cuadernos que tenían, pero nadie ha encontrado aquel cuaderno donde está escrito — respondió un poco serio y dudoso por no recordarlo bien.
— Edmundo — wow, quisiera encontrar ese libro y avisarle a las personas de cuando volverá — comento el niño emocionado por la idea de encontrar un cuaderno que nadie ha encontrado.
— Abuela — ¡Vengan a cenar!
— Abuelo y nieto — ¡allá vamos!
— Abuelo — bueno, hay que ir a cenar, ya fueron suficientes leyendas por un día, ¿No lo crees pequeñín? — expresa con un tono dulce y cariñoso.
— Edmundo — claro abuelito — le responde de manera emocionada y amorosa.
— Abuela — ¿De qué estaban platicando? — pregunta amorosamente.
— Edmundo — mi abuelito me estaba contando leyendas abuelita — responde emocionado.
— Abuela — entonces la leyenda que te contó debió ser muy buena ya que te emocionaste tanto angelito — comenta sonriendo y con tono amoroso.
— Abuelo — bueno, fue la leyenda del grupo de amigos que vencieron al monstruo — expresa de una manera alegre y contenta mientras sonríe.
— Edmundo — si abuelita, me encantó esa leyenda, algún día quiero encontrar amigos como ellos — menciona muy emocionado y con una gran sonrisa de alegría.
3 de Junio del 598 paseando por las calles
— Edmundo — suspiro profundamente y de manera nostálgica — que hermoso recuerdo — susurra para el mismo mientras camina para despejar su mente.
Cuando Edmundo vuelve a su casa, se dirige a su habitación y recuerda que ahí era donde su abuelito le contaba esas leyendas que a él le fascinaba escuchar, después toma un retrato de ellos y baja a la cocina y enciende un poco de leña para preparar té de manzanilla y lo sirve en tres tazas
— Edmundo — inhala hondo y suspira nostálgicamente mientras pone dos tazas de té cerca de la foto de sus abuelos y le da un sorbo a su taza — hola abuelitos, ¿Cómo han estado?, A mí no me ha ido muy bien, me cuesta mucho ir a la escuela e ir al trabajo para sustentarme pero me estoy esforzando por terminar de estudiar, como les había prometido — le va narrando a la foto como si sus abuelos lo escucharan con un tono un poco triste y nostálgico, por ya no poder hablar con ellos como lo hacía antes mientras toma lentamente su té para tratar de calmarse — abuelita, ¿Te acuerdas de esos consejos que me diste? Quiero decirte que tenías razón, cada uno de esos consejos me han servido mucho en mi vida y espero que estés orgullosa del hombre que soy ahora — le comenta con una cara triste pero con una pequeña sonrisa, casi sollozando y con la voz quebrada y se da cuenta que aunque pase mucho tiempo los va a seguir extrañando como el primer día — abuelito, todo lo me enseñaste lo sigo recordando y me ha servido mucho para sustentarme — con una lágrima asomándose mientras acerca su boca a la taza y toma un sorbo a su té para tratar de no romper en llanto — abuelitos, espero que estén orgullosos del hombre que soy ahora, gracias a ustedes estoy bien y me criaron bien, bueno, aquí lo dejo por hoy porque si no, voy a terminar llorando y no quiero eso, siempre me decían que no llorara por su perdida y trato de cumplir esa promesa pero me está costando mucho cumplirla.
— Edmundo se termina su té y toma el retrato para volverla a guardar en su cuarto y prepararse para dormir ya que al día siguiente tiene que ir temprano a la escuela la cuál está a punto de terminar y después al trabajo para sustentarse.
Al día siguiente
— Edmundo — ¡Ya me voy, nos vemos después! — exclama con una sonrisa nostálgica y solitaria — si claro, como si viviera acompañado, bueno, vamos a la universidad — piensa mientras recuerda lo solitaria que es la casa.
Un tiempo después.
— Edmundo — que bueno que llegue a tiempo, vamos corriendo a clases — menciona con optimismo y piensa — siempre me sorprende el tamaño de la universidad, seria muy fácil perderme si no estudiara aquí — mientras observa el edificio principal y las construcciones que están junto a esta.
Un tiempo después en el receso o recreo
— Edmundo — hola ¿Cómo has estado José? — pregunta a una persona un poco más pequeña que el, de pelo negro, ojos cafés y de complexión un poco delgada fingiendo estar alegre y una sonrisa.
— José — bien, he estado bien, ¿Cómo has estado Ken? — responde con una sonrisa y chocando palmas con su amigo
— Edmundo — estoy bien, solo se me hizo un poco tarde para venir — le comenta con una actitud alegre fingida — ¿Cómo ha ido tu día Josecito?
— José — me ha ido bien hasta ahora, solo no le entiendo mucho a calculo integral por todos los teoremas y fórmulas.
— Edmundo — si quieres yo te los explico para que los entiendas — le propone alegremente
— José — ¿En serio? Gracias.
Después de un tiempo al terminar la escuela
— José — hasta luego amigo — dice con una sonrisa levantando la mano y agitándola de lado a lado.
— Edmundo — hasta luego amigo — dice al corresponder a la despedida agitando la mano también.
Cuando Edmundo llega a su casa se prepara de comer y al acabar de comer resuelve un poco de su tarea antes de ir a su trabajo
— Edmundo — ¿Cómo demonios voy a resolver esto? Quizás encuentres como en un libro — cuestiona mientras baja sótano a buscar un libro y encuentra un libro con símbolos que no reconoce — ¿Qué es lo que dice? Bueno, vamos a llevarlo para leerlo más tarde — piensa con curiosidad mientras empieza a subir las escaleras.
Después de un pequeño rato leyendo
— Edmundo — al fin encontré como resolverlo — comenta satisfecho de haberlo hallado — ahora podré terminar la tarea.
Sube rápidamente a dejar el libro con símbolos extraños en su cama y se va rápidamente a su trabajo para no llegar tarde
— Edmundo — bueno, vamos al trabajo que la comida no es gratis — comenta para si mismo para darse un motivo para seguir avanzando
Cuando termina su trabajo, vuelve a casa y sube cansado a su cuarto con 1 moneda de plata.
— Edmundo — con esto alcanzo a pagar los impuestos de estos seis meses, ¿Debería de empezar a leer el libro o lo hago mañana en mi día libre? — se cuestiona al estar muy cansado por el esfuerzo físico que conlleva su empleo, entonces se le ocurre lanzar la moneda de plata para decidir — Bien, si salen las espadas lo leo mañana y si sale la corona leeré un poco hoy — comenta para si mismo al lanzar la moneda, siguiéndola con la mirada cayendo con la parte de las espadas arriba, por lo cual recoge la moneda, la guarda y se prepara para dormir mientras extiende la mano para despedirse de sus abuelos aunque no estén presentes físicamente pero el siente que siempre están con él.