Hugo se contuvo un gemido mientras sus suaves manos tocaban el eje erecto, frotándolo de arriba abajo.
—Oh… —murmuró cuando lo sintió palpitar y estremecerse bajo su toque. Curiosa, levantó un dedo para tocar la gota que salió en la punta.
Hugo dejó escapar un gruñido masculino pero por lo demás no hizo nada. Estaba curioso por ver qué haría la hermosa sirena.
Ella jugaba mucho con su polla, también frotando sus bolas, y Hugo encontraba cada vez más difícil respirar. Cuando se inclinó para saborear su precum, un gruñido sexy escapó de su boca.
Ella levantó la cabeza y lo miró, preocupada, aunque una de sus manos aún agarraba su polla. —¿Te dolió?
—No… se siente bien. Continúa.
La niña asintió y continuó con sus atenciones. Sus músculos se tensaron y su mandíbula se apretó al sentir su lengua en la punta de su glande y sus manos en su polla.
Chupeteo, chupeteo
—Ugh…
¡Bueno… tan bueno!
Chupeteo, chupeteo
—Ha…
Chupeteo, chupeteo
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