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El Horno

—Lamento por tu verdadera pareja por tener un compañero playboy —declaró Rosina mientras se estremecía por lo que había escuchado salir de la boca del Dragón.

—Ah, no te preocupes por eso. Además, realmente no planeo encontrar a mi pareja. Me gusta ser libre sin preocuparme por una sola chica —declaró el Dragón y se reclinó. Le guiñó un ojo a Rosina, lo que la hizo sentir aún más repugnancia.

—Bueno, no es asunto mío cómo vives tu vida. Revisaré el contrato y veré si considero tu oferta —dijo Rosina y leyó lo que estaba escrito en el papel. Miró a Dragón, que fue y agarró algo de vino rojo de otro armario. Tenía curiosidad por cómo Dragón había descubierto su identidad, pero guardaría la pregunta para la revelación de identidades de mañana.

Rosina volvió a enfocarse en los detalles del contrato y leyó cada oración lentamente para no perderse de nada.

Acuerdo del Contrato:

La Parte A y la Parte B deben actuar para convencer a todos de que son verdaderas parejas. Actuar como amantes en lugares públicos, reuniones y eventos.

La Parte A debe dar una dote a la Parte B por el compromiso. Visitar la manada de la Parte B y pedir su mano en matrimonio.

La Parte B vivirá en la casa de la Parte A desde el inicio del compromiso hasta el matrimonio.

Ambas partes otorgarán libertad para salir con otras personas sin hacerlo obvio. Terminar cualquier relación si el público comienza a sospechar.

Ambas partes acuerdan un contrato de pareja de un año bajo estas condiciones. El divorcio se resolverá después de que finalice el contrato.

—He leído las condiciones —dijo Rosina y se masajeó las sienes. Estaba pensando seriamente si aceptaría lo que Dragón ofrecía.

—No tienes que estar de acuerdo de inmediato. Llévate el contrato contigo y piensa también en tus propias condiciones. Tienes hasta mañana después de la presentación de la identidad —dijo Dragón y le ofreció a Rosina una copa de vino, pero ella rechazó.

—Lo pensaré, pero no esperes demasiado —dijo Rosina y se levantó de su asiento, dando por terminada la reunión.

—De acuerdo —Dragón sonrió y le abrió la puerta—. Nos veremos mañana.

Rosina no respondió y asintió con la cabeza antes de caminar hacia el carruaje cuando se dio cuenta de que el cuerpo de Amato había desaparecido.

—¿El cuerpo? —murmuró Rosina y se giró para ver a Dragón bebiendo el vino.

—Oh, ¿quieres ver? —dijo Dragón con una sonrisa burlona—. Podría mostrarte lo que hacemos con bastardos como él.

Rosina no dudó y asintió con la cabeza. Dragón soltó una carcajada y le hizo un gesto para que lo acompañara.

Dragón llevó a Rosina a un lugar un poco más lejos de la cabaña. Estaba oscuro y los árboles altos cubrían la sombra de la luna.

—No sabía que existía un lugar así en la manada —murmuró Rosina y miró alrededor. Era espeluznante, pero no la asustaba en lo más mínimo.

—Ah sí. Debes considerarte afortunada ya que eres mi primera invitada en visitar este lugar aparte de mis sirvientes —rió Dragón y le pareció impresionante que Rosina ni siquiera se inmutara por el paisaje.

No tardó mucho antes de que Rosina escuchara una voz amortiguada y gemidos de dolor. Fue entonces cuando vio el saco que contenía el cuerpo de Amato dentro de un gran horno de barro en el suelo. Los sirvientes estaban recogiendo palos y madera para quemar Amato con ellos.

Rosina se quedó sin palabras ante lo que había visto. Cuando los vieron, los sirvientes se inclinaron y continuaron trabajando. Sus acciones demostraban que no era la primera vez que lo hacían.

—¿Qué están haciendo? —preguntó Rosina sin quitar los ojos del horno y miró cómo los sirvientes encendían la madera.

—Les dije que quemaran su cuerpo. Una muerte dolorosa para un hombre como él para que no tengas que preocuparte por él de nuevo y tu amigo estará seguro —dijo Dragón orgulloso y alzó el pulgar hacia sus sirvientes.

—Los lobos olerán su olor a carne quemada —dijo Rosina y lo miró con incredulidad. No le importaba una mierda su método de asesinato o tortura, siempre y cuando nadie lo atrapara in fraganti.

—No lo harán —soltó una risotada Dragón y le hizo un gesto a los sirvientes para que pusieran más madera. Los gritos amortiguados de Amato resonaban en el silencio del bosque, y podían oír la madera y la carne quemándose mezcladas.

Rosina pudo oler la carne y de inmediato se tapó la nariz, mientras Dragón se acercaba al horno y lanzaba una runa negra sobre el fuego, y el olor desaparecía al instante.

—¿Qué es eso? —preguntó Rosina y mostró interés en la runa.

—Ah, las conseguí de una bruja —dijo Dragón y sacó otra de su bolsillo y se la mostró a Rosina—. Esta runa puede ocultar cualquier olor.

—Ya veo —asintió Rosina entendiendo. Sus ojos se volvieron hacia el horno cuando ya no se pudo oír la voz de Amato—. ¿Por qué decidiste quemar el cuerpo?

—Para poder alimentar a los perros con él. Ellos se lo comen hasta los huesos —respondió Dragón volviendo a pararse al lado de Rosina.

Rosina no respondió ya que ya había obtenido la respuesta. Su silencio hizo que Dragón se riera a carcajadas, lo que la hizo mirarlo con confusión.

—¿Qué? —preguntó Rosina cruzándose de brazos bajo el pecho.

—Eres la primera mujer que conozco que no reacciona ni le importa ver a un lobo siendo asesinado frente a sus ojos. Ni siquiera dijiste algo sobre mí siendo un asesino —dijo Dragón y miró la figura de Rosina.

—Somos hombres lobo. Es normal para nosotros matar a los enemigos o cazar para comer —respondió Rosina y le dio una leve sonrisa burlona.

—¿No tienes miedo de mí? —susurró Dragón y se inclinó para igualar la altura de su cabeza.

Rosina no dudó en enfrentarlo. Sus caras estaban a centímetros de distancia y podían sentir la respiración del otro.

—He visto peores —declaró Rosina con una sonrisa burlona y mantuvo contacto visual para mostrar dominancia, que no le tenía miedo.

—Señora Rosa, me haces curioso sobre ti cada vez que nos encontramos —susurró Dragón seductoramente antes de romper el contacto visual y hacerle un gesto a Rosina de regreso a la cabaña donde su carruaje la esperaba.

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