Pero, de repente, una idea traviesa cruzó mi mente. ¿Por qué no aprovechar la tecnología que la escuela nos proporcionó para ganar algunos puntos privados?
Mis ojos se posaron en la máscara y el buzo con capucha que descansaban en mi escritorio, esperando ser utilizados para algún propósito clandestino.
Decidí aventurarme fuera, aprovechar la oscuridad de la noche y explorar los rincones menos iluminados de la ciudad.
Quién sabe, tal vez encontraría algo interesante y, de paso, podría extorsionar a alguien para ganar unos cuantos puntos adicionales.
Me preparé meticulosamente, colocándome la máscara y el buzo con capucha para ocultar mi identidad. Con el teléfono proporcionado por la escuela en mano, listo para grabar cualquier situación comprometedora, me adentré en las sombras, moviéndome con sigilo para que nadie pudiera percibir mi presencia.
Mis pasos me llevaron hacia una zona poco iluminada donde parecía haber un alboroto.
Los gritos de dolor resonaron en el aire, atrayendo mi atención como un imán. Siguiendo el sonido, me trepé ágilmente a un árbol cercano, buscando una posición segura y discreta desde la cual pudiera observar lo que sucedía.
Fue entonces cuando vi a un chico de pelo magenta golpeando con violencia hacia otro estudiante. Mis ojos se abrieron de par en par, dándome cuenta de que esta era la oportunidad perfecta para obtener material incriminatorio y ganar algunos puntos privados.
Encendí la grabadora del teléfono, listo para capturar cada detalle de la escena ante mis ojos.
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Manteniéndome oculto en las sombras, observé con intensidad mientras el chico de pelo magenta continuaba su ataque sin piedad contra el otro estudiante, dejándolo finalmente inconsciente en el suelo.
Era el momento perfecto para mi entrada heroica, una oportunidad para demostrar que, a pesar de toda la mierda con Fuka, puedo defenderme.
Con una determinación silenciosa, me deslicé del árbol en el que estaba, aterrizando con gracia en el suelo.
Me acerqué sigilosamente a mi objetivo, aprovechando cada sombra para ocultar mi presencia. La adrenalina corría por mis venas mientras me preparaba para intervenir.
La pregunta de si debería hacer una escena ni siquiera cruzó mi mente. La respuesta era claramente un sí. Decidí que era hora de poner fin a esta situación y, de paso, ganar algunos puntos privados para mí mismo.
Comencé a aplaudir lentamente, como si estuviera felicitando a un jugador en un juego que acababa de ganar.
Mis aplausos resonaron en el silencio de la noche, interrumpiendo la risa sádica del chico de pelo magenta. Se volteó hacia mí con una expresión de confusión y desprecio en su rostro.
— "¿Qué eres? ¿Algún tipo de payaso?" se burló, riéndose con desdén. "Kukuku, ¿tienes tanto miedo que no quieres mostrar tu cara?"
Sonreí bajo mi máscara, manteniendo mi identidad oculta mientras enfrentaba al matón.
— "Payaso o no, lo que estás haciendo no es gracioso en absoluto", respondí, mi voz firme y segura. "Creo que es hora de que te despidas de tus acciones ridículas y aprendas algunas lecciones sobre respeto".
— Y ¿Como lo harás tirándome agua en los ojos? o mejor tarándome una tarta en mi cara, como un chiste.
Las risas burlonas del chico de pelo magenta resonaban en el aire mientras se burlaba de mi intento de confrontarlo.
Su desdén solo alimentaba mi determinación de poner fin a esta situación. No podía permitir que sus amenazas me intimidaran; era hora de actuar de manera astuta y estratégica.
Con calma, sostuve el teléfono de la escuela, mostrándole la grabación que había capturado de él golpeando al estudiante. Su risa se desvaneció gradualmente cuando se dio cuenta de la gravedad de la evidencia en su contra.
— "¿Así que estoy en la palma de tu mano?", se burló, tratando de mantener su actitud desafiante.
"Puede que tengas pruebas, pero si te saco ese celular, ya no las tendrás por completo", amenazó, intentando jugar su última carta.
Sabía que tenía razón; no tenía copias de la grabación en ningún otro lugar. Sin embargo, no me dejé intimidar por su amenaza.
— "Inténtalo", respondí con valentía, manteniendo mi voz firme y segura. "No me veo perdiendo en un combate".
El chico de pelo magenta se quedó momentáneamente sin palabras, sorprendido por mi respuesta audaz. Sus ojos se estrecharon mientras evaluaba su próxima acción.
— "Kukuku, espero que no seas pura palabra", murmuró, mostrando un atisbo de duda en su mirada.
Parecía estar evaluando sus opciones, sin saber cómo reaccionar ante mi intervención.
Mientras tanto, yo estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en mi camino, decidido a detener su comportamiento inaceptable de una vez por todas.
El chico de pelo magenta se burló despectivamente mientras yo mantenía la calma, preparado para enfrentar la situación.
Sin perder tiempo, el chico se lanzó hacia mí con un golpe rápido y desenfrenado, mostrando cierta experiencia en peleas callejeras. Pero yo no era un novato en el arte de la defensa personal.
Con reflejos afilados, esquivé su puñetazo y contraataqué con una combinación de técnicas aprendidas en karate y boxeo.
Mi puño conectó con su estómago, haciéndolo retroceder momentáneamente mientras se retorcía de dolor. Era evidente que mi entrenamiento en artes marciales me daba una ventaja significativa en este enfrentamiento.
El chico, sorprendido por mi habilidad, intentó recuperarse rápidamente y lanzó un par de patadas hacia mí.
Utilicé mis conocimientos en kendo para bloquear sus patadas con precisión, mostrando mi destreza en las artes marciales mixtas.
Luego, con un movimiento fluido, desarmé al chico de su objeto contundente, dejándolo desarmado y vulnerable.
Ahora en posición de ventaja, decidí mostrarle una lección sobre respeto y dignidad. Con cuidado y control, lo inmovilicé utilizando una llave aprendida en jiu-jitsu, asegurando que no pudiera moverse sin causarse dolor.
"Espero que hayas aprendido algo de esto", repetí, manteniendo mi voz firme pero tranquila, tratando de llegar a algún rincón de su mente. "La violencia nunca es la respuesta".
Su respuesta fue más provocativa de lo que esperaba. "Púdrete, alguien que no muestra su cara y no usa todo su poder es un estúpido", espetó con un tono de desprecio. Era evidente que estaba tratando de provocarme, pero yo no iba a caer en su juego.
No quería llegar a extremos, pero sentí que no me quedaba otra opción. Decidí apretar un poco más la llave que tenía sobre él, ejerciendo suficiente presión para que sintiera el dolor, pero sin causarle daño permanente.
"Ugh", gruñó, mostrando signos de incomodidad y dolor.
Con lo fácil que era darme los puntos privados de primeras... Que lastima.
Mientras lo mantenía en mi agarre, decidí ofrecerle una salida. "Dame todos los puntos que tengas actualmente y no le mostraré a nadie esta grabación", propuse, esperando que entendiera la gravedad de la situación.
El chico no parecía no ser lo suficientemente inteligente como para no ver en la situación que actualmente se encontraba.
— "Acepto, pero"
Me dio bastante curiosidad. Parece que tiene suficientes agallas.
— ¿Pero?
Este tenia una sonrisa en su cara.
— Pero en algún momento, te voy a encontrar y cuando menos te lo esperes te derrotare y enmascare quien eres. Kukuku.
Solté mi agarre y finalmente lo dejé moverse libremente.
Antes de que toda esta situación se desarrollara, me las arreglé para comprar a través de otro profesor de la escuela, uno llamado Sakagami, un nuevo contacto con una falsificación de nombre.
Este era un movimiento precautorio, un intento de transferir mis puntos privados a otro banco sin que el chico de pelo magenta pudiera rastrearme. Aunque el chico tenía la opción de comprar esa información a otro profesor donde pueda conseguir mi información, decidí arriesgarme, confiando en la peculiaridad retorcida de su personalidad.
Creía que preferiría descubrirme por su cuenta en lugar de recurrir a las reglas formales de la escuela, pero eso era solo una suposición.
Cuando recibí los puntos privados que el chico de pelo magenta me envió, quedé sorprendido. La cantidad asombrosa de 541.069 puntos había sido transferida a mi cuenta.
La magnitud de esta cifra me hizo preguntarme quién podría ser el responsable detrás de este generoso gesto, y decidí que era hora de investigar más a fondo.
Borré el video delante de él, asegurándome de que no pudiera romper el trato grabando nuestras interacciones. Si no hubiera sido tan astuto, habría aprovechado la situación para ganar aún más ventaja, pero al parecer, no era un oponente fácil de vencer.
—Un placer hacer tratos contigo. Nos vemos—, dije mientras me alejaba hacia atrás, intentando mantener mi calma frente a su presencia intimidante.
Sin embargo, mi sentido de alerta se disparó cuando, después de unos segundos, sentí una presencia detrás de mí. ¿No se cansaba nunca?
El chico de pelo magenta me atacó nuevamente, pero esta vez estaba preparado. Recibí el golpe fácilmente, mostrando una resistencia tranquila mientras me preparaba para lo que vendría a continuación.
—Kukuku, no te olvides, te derrotaré y te haré suplicar para que no te expulsen de la escuela—, amenazó con una sonrisa maliciosa.
—Pues... Supongo que suerte...—, musité antes de desvanecerme entre las sombras de la noche. Sabía que esta batalla aún no había terminado y que enfrentaría desafíos aún mayores en el futuro.
En un lugar recóndito, me saque la mascara y el buzo.
Después de esto fui hacia mi habitación, para poder ir hacia mi cama, sabiendo que ahora tengo puntos de sobra.
Guarde mi vestimenta y me fui hacia la cama donde me acosté y rápidamente mis ojos se cerraron.
...
Al día siguiente, el entusiasmo por el evento de natación era palpable en el ambiente. Ike y Yamauchi estaban increíblemente emocionados, como si estuvieran a punto de presenciar el evento más emocionante del año.
Sin embargo, mi interés por el evento en sí era bastante limitado. La emoción generalmente compartida por mis compañeros no lograba despertar en mí el mismo fervor. A pesar de eso, sabía que este evento podría ser una oportunidad para obtener información sobre el chico de pelo magenta con el que había tenido mi enfrentamiento la noche anterior.
[Autor: Todos sabemos que Cid nunca se acostara con nadie. Fuera de joda ahora les pregunto seriamente ¿Es gay? XD]
Cuando llegamos a la piscina, ya se estaban haciendo las típicas apuestas, aunque en este caso, la naturaleza de las mismas me hizo fruncir el ceño. ¿Apuestas por quién nada mejor? ¡Por supuesto que no! Las apuestas eran sobre el tamaño de los pechos de las chicas. ¿Realmente esperaban algo diferente con estos pervertidos desenfrenados?
— "Profesor, ¿podrías grabar a las chicas?", preguntó Ike a nuestro "profesor", si es que se le podía llamar así. Según lo que sabía, su nombre era Sotomura, pero en el peculiar mundo de esta escuela, se le conocía más por su apodo.
"Claro, me haré pasar por estar enfermo para grabar", respondió Sotomura con una sonrisa astuta. Ike y Yamauchi estaban agradeciendo internamente por la existencia del "profesor".
Sin embargo, yo tenía un plan en mente. Necesitaba identificar al chico de la noche anterior y, para eso, me acerqué a Kushida. Ella era conocida como una de las chicas más populares y sociables de la escuela, por lo que pensé que podría tener información sobre él.
Decidido, me aproximé a ella, buscando la oportunidad adecuada para hablar mientras observaba a los demás disfrutar del bullicio en la piscina.
"Hola, Kushida-san. ¿Cómo estás?", saludé con una sonrisa amable, tratando de parecer lo más natural posible.
Ella se dio vuelta y me miró con sorpresa en los ojos.
— "Oh, hola, Cid-kun. ¿Qué pasa? Es muy raro que me hables. Desde que nos dimos nuestros números de contacto, no nos hemos hablado", comentó, su tono parecía un poco apagado, como si estuviera desilusionada por mi falta de interacción previa.
A pesar de su apariencia triste, algo en su actitud no cuadraba. Había algo falso en su comportamiento, pero decidí dejar de lado mis sospechas por el momento.
— "Oh, lo siento, pero necesito un pequeño favor", dije, tratando de cambiar el tema.
Kushida inclinó la cabeza lindamente y preguntó con curiosidad.
— "¿Un favor?"
— "Sí, quisiera saber si sabes el nombre de un chico de la escuela, pelo magenta, con apariencia de matón y cosas así. ¿Te suena de algo?", le pregunté directamente, esperando que ella pudiera proporcionarme alguna pista sobre el chico de la noche anterior.
Kushida pensó por un momento, colocando un dedo en su barbilla en un gesto que pretendía ser pensativo.
— "Mmmm, puede que estés hablando de Ryuuen-kun. Es un chico de la clase C, y muchos dicen que les da miedo o algo así. No lo sé porque no pude hablar mucho con él", explicó, tratando de recordar cualquier detalle relevante sobre el chico en cuestión.
"Entonces, Ryuuen..." murmuré para mí mismo, recordando el nombre. Parecía que estaba en el camino correcto.
Es en ese momento cuando Kushida interrumpió, con una mirada traviesa en sus ojos.
— "Espera, ¿no será que a Cid-kun le gusta-?"
— "No, no voy por ese palo", interrumpí rápidamente antes de que pudiera terminar su pregunta, intentando evitar malentendidos innecesarios.
— "Solo tenía curiosidad por algo que vi anoche, pero muchas gracias por decirme", añadí, tratando de poner fin a la conversación antes de que pudiera sacar más conclusiones equivocadas.
Kushida se rió de manera juguetona.
"Está bien, está bien. Me alegro de poder ayudarte", dijo Kushida con una sonrisa amigable, pareciendo genuinamente contenta de poder asistirme en mi búsqueda de información.
Antes de que nuestra conversación pudiera continuar, una voz interrumpió desde lejos. "Kushida, ven, vamos a jugar", llamaron las amigas de Kushida desde algún lugar cercano.
"Bien, allá voy. Espero que podamos seguir hablando normalmente, Cid-kun", dijo ella, despidiéndose amablemente antes de marcharse con sus amigas.
Mientras observaba cómo se alejaba, me di cuenta de que mi curiosidad había sido temporalmente satisfecha, pero aún quedaban muchas preguntas sin respuesta sobre Ryuuen y su conexión con el enigmático chico de pelo magenta. Decidí dejar esas preguntas para otro momento y centrarme en el presente.
Pero, por supuesto, mis "amigos" no podían permitir que mi día continuara sin complicaciones. "¡Oye, bastardo! ¿No tienes suficiente con la chica de pelo plateado?", gritó Ike enfadado, señalando hacia donde Kushida se había ido.
— Si, Si!!! Kushida es mía!!!
Ike miro furtivamente hacia Yamauchi.
— ¿Que mierda dijiste? Kushida es mía!!!
Y así mis "amigos" siguieron peleándose como siempre.
Solo tengo dos palabras para describir esta situación.
...
...
...
Que molestia.