Las acusaciones eran acaloradas y la atmósfera se volvía tensa.
Sin embargo, Ren se mantuvo sorprendentemente tranquilo ante la ira de ellos. Dio un paso al frente y les habló con un tono mesurado.
—Os di el lugar que queríais porque eso es lo que pedisteis —respondió Ren, su voz firme—. Podría haberlo tomado yo mismo, pero estaba siendo generoso. Deberíais agradecerme por eso. No teníamos ninguna intención de robar vuestro botín. Adelante, matadlos por nosotros mismos.
No sería robar si él conseguía la última muerte. Ren reflexionó para sus adentros.
Las palabras de Ren quedaron suspendidas en el aire, su calma contrastaba marcadamente con la ira de los jugadores. No se disculpaba por su decisión de darles el lugar, pero dejó en claro que sus acusaciones eran infundadas.
Los jugadores se quedaron en silencio, divididos entre su ira y frustración.
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