Tras la disculpa de Steveren, la sala quedó inmersa en un silencio tenso y denso, donde el aire parecía tan pesado como el plomo.
Kaizen casi se atragantó con su comida cuando notó la mirada que Xisrith lanzaba a Steveren.
El mayordomo, que estaba al borde de la mesa, observaba la escena con una mezcla de sorpresa y preocupación.
Steveren, con su semblante serio, parecía soportar el peso de las palabras de Xisrith. Apartó la mirada tras disculparse, alejándose por un momento del intenso contacto visual.
Xisrith observó a Steveren por un momento, como si evaluase la sinceridad de sus palabras. Su mirada, una mezcla de cautela y resolución, finalmente cedió ante la tensión que la abrumaba. Dejó escapar un suspiro controlado y aflojó levemente su agarre.
—Bien... Creo que eres sincero, Su Majestad, pero ¿al menos me dirás por qué nos rechazaste? —preguntó Xisrith.
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