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Ella es Viciosa

—Su mundo se puso patas arriba cuando vio su transformación de Devlin. Como prima de Lia y sobrina de Dylan, ella también estaba emparentada con la familia Devlin y conocía la habilidad secreta. Era difícil que un extraño la aprendiera.

—Por qué motivo él podía utilizar esta transformación de Devlin —se respondió a sí mismo Rio.

—Si lo que decía era verdad, entonces ella no podría enfrentarse a Lia nunca más.

—En este mundo, solo dos personas ocupaban un lugar especial en mi corazón. El primero era mi hermano mayor, quien era el pequeño cielo que perdí y la segunda es Lia, quien me sacó de mi pena cuando estaba desesperado por morir —Helia se quedó congelada en el sitio y su mente era un caos.

—Vio un tatuaje de hoja en su hombro que asomaba por su ropa destrozada.

—Esa es una bendición mencionada en leyendas, que es otorgada por el cielo a nosotros los Asura cuando dos almas gemelas se unen por la rueda del destino —sus ojos se agrandaron al ver la hoja verde grabada en su piel que estaba cubierta de su sangre.

—Su mente era un caos, su ritmo cardíaco era inestable.

—Si esto es verdad entonces... Tío... —apretó los dientes y salió de la habitación antes de mirar su rostro apuesto que estaba lleno de suficiencia.

—Al ver que ella se iba, su transformación de Asura se desactivó y volvió a su apariencia real.

—Tambaleó en el aire y cayó al suelo.

*¡Pum!*

—Aunque el árbol curativo sanó sus heridas, no le quedaba nada de energía o fuerza. Estaba completamente desprovisto de energía.

—Solo le estaba dando una fuerte confrontación para poder intimidarla y que cayera en su trampa.

—El Emperador podía pedirle a cualquiera que le entrenara, pero aún así eligió a su sobrina. Eso significaba que confiaba más en ella que en los demás. Sus motivos detrás de elegirla eran para que ella no fuera indulgente con Rio, pero si él no revelaba que era el esposo de Lia, ella lo habría matado o dejado inválido tarde o temprano.

—Aunque quería jugar a lo seguro para ocultar su identidad, eso no significaba que arriesgaría su vida. El Emperador Dylan lo forzó a revelarla.

—Si no lo hacía, ella habría convertido mis días de entrenamiento en un infierno. Espero que mañana muestre cierta resistencia con su fiera naturaleza. —Estaba tumbado en el suelo y recordó cómo con el tiempo mejoró esquivando sus ataques.

—Después de que pasaran 15 minutos, se oyeron pasos.

—Movió sus ojos y vio a Yami entrar en la arena.

—Ella se acercó a él y dijo:

—Su excelencia me dijo que te limpie primero antes de que regreses. No quiere que la Emperatriz te vea en esta condición.

—De acuerdo —Rio se levantó del suelo y salió de la arena de batalla.

—El Sol estaba a punto de ponerse e invitar a la oscuridad a dar la bienvenida a la noche.

—Rio caminó junto a Yami y entraron al castillo. Tras pasar por un largo corredor, entraron en un baño que no era tan majestuoso como el de la villa de la emperatriz pero tenía una bañera similar con una ducha.

—Rio dijo fríamente:

—Espera afuera.

—De acuerdo —dijo Yami con un tono cortés mientras sentía pena por él al ver su ropa hecha jirones y las manchas de sangre.

Ella colocó un conjunto de ropa en la habitación con una toalla y salió.

Rio activó la ducha y el agua lavó los recuerdos atormentadores de su largo día. Su cuerpo cansado se relajó en las frescas gotas de agua.

Se sentía como si hubiera venido de una guerra que duró muchos días.

—El Emperador quiere ocultárselo a Lia. ¿Teme que ella se vuelva en su contra? —murmuró para sí.

—Aunque actuara como si estuviera vengando viejos rencores, me ayudó a mejorar mi sentido de la batalla. En el futuro, no tendré este lujo cuando tenga que pelear contra bestias salvajes u otros humanos —sus palabras se detuvieron al pensar que tendría que luchar contra otros de su raza.

Suspiró y salió de la ducha para ponerse la nueva ropa que ella trajo. Se veía igual a la que llevaba antes.

Salió de la habitación y siguió a Yami para regresar.

***

En una amplia habitación, el Emperador Dylan estaba sentado frente a una chica de cabello rubio que lo miraba con furia.

—Jaja... No sabía que se atrevería a revelarlo él mismo —Dylan se rió como un abuelo de al lado.

—¿Entonces es cierto? —ella estaba furiosa con su tío.

—Sí, como ya sabes, Lia está destinada a morir en su vigésimo segundo cumpleaños y la única forma de revertir su destino era encontrar a un hombre de otra tierra que fuera en contra de la voluntad del cielo y de toda la raza humana por ella.

El viejo murió después de decir la hora de llegada de este hombre. Así que nuestra única esperanza es seguir sus palabras ya que realmente apareció como dijo el viejo —Dylan dijo con ojos llenos de tristeza.

—Todavía ni siquiera ha despertado un talento innato —dijo Helia.

—Por eso te pedí que lo entrenaras para que puedas empujarlo a un extremo desesperado donde encuentre su interruptor para agitar sus poderes dormidos —Dylan rió con malicia.

—Tú sabías que desprecio a los humanos más que a nada o a nadie, aun así me hiciste entrenarlo y hasta dijiste usar el dolor mientras no quedara inválido. Si Lia alguna vez se entera, me odiará —Helia apretó sus manos y sus ojos mostraron tristeza.

—Pero fue una buena lección para ti para salir de tu odio ciego hacia los humanos. Ahora tendrás algo de criterio cuando te encuentres con personas de su raza —Dylan dijo con voz seria.

'Primero, este hombre me hizo entrenar a un humano y me hizo caer en su trampa. Segundo, ese chico molesto que me provocó para hacer un juramento inquebrantable.'

Ella lo miró con ojos de daga y entendió que había caído en la trampa. Fue manipulada por dos hombres molestos y ella caminó directamente hacia sus garras.

—Por eso odio a todos los hombres. Son astutos —ella resopló hacia él y se dio la vuelta para salir.

—Oh... Acabo de recordar. ¿No le dijiste a Lia que cuando crecieras te casarías con la persona con la que ella se casara? Jajaja... —El Emperador Dylan rió a carcajadas.

Helia, que estaba a punto de salir de la habitación, casi tropezó.

*¡Zumbido!*

Una daga surcó el aire y se clavó en un hueco entre las piernas de Dylan. Un viento frío pasó por su entrepierna.

El Emperador dejó de reír y le corrió un sudor frío por la espina dorsal.

—Es despiadada —tragó nerviosamente ya que esto sucedió y pensó en el resultado si ella hubiera golpeado a su hermanito con esa hoja afilada.

Helia salió de la habitación sin mostrar su cara roja como un tomate.

***

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